¿QUE APORTA EL LENGUAJE INCLUSIVO A LA EDUCACIÓN?

 

Por María Inés Alvarado   ***

La Educación Sexual Integral, ley promulgada en Argentina en el año 2006, habilita que los establecimientos educativos amplíen derechos al permitir que se habiliten en las aulas espacios para hablar sobre sexualidad desde la perspectiva de género. De esta manera, la posibilidad de profundizar y reflexionar acerca de las construcciones identitarias sexo genéricas que se pueden problematizar desde el lenguaje, son válidas en las escuelas. La ESI apunta a la inclusión: habilita a hablar de diversidad, a compartir las diferentes maneras de vernos, pensarnos y sentirnos; a tener respeto por el pensamiento ajeno; a cuestionar las normas establecidas por las estructuras heteropatricarcales de opresión; en fin, invita a abordar la sexualidad desde la integralidad de las dimensiones éticas, políticas, sexoafectivas y vinculares.

¿Y qué tiene que ver el lenguaje con esto? El lenguaje es una construcción social, que varía de una cultura a otra, que se aprende y se enseña, que se modifica a través de las generaciones y en función de las necesidades acorde a los tiempos, que organiza la manera de pensar y percibir el mundo que nos rodea. El lenguaje se aprende en casa y se fortalece en las instituciones educativas: desde la primera infancia, y por imitación, aprendemos a nombrar personas, objetos y sentimientos acorde a lo que vemos y escuchamos; luego la lectura y la escritura nos conducen por un camino comprensión formal que le da sentido al mundo. Lo que cuestiona el lenguaje inclusivo no es la forma en que decimos y escribimos, sino la forma en que aprendemos y percibimos el mundo, o sea, desde el androcentrismo y el sexismo.


El androcentrismo es la visión del mundo que sitúa al hombre, su mirada e intereses en el centro del mundo y que conlleva el silencio, la omisión o la invisibilización de las mujeres. En el universo androcéntrico, la tierra gira alrededor del hombre. Y el sexismo es la manera en que se manifiesta la inferioridad de las mujeres en el lenguaje, utilizando estrategias lingüísticas, desde las más sutiles hasta las más evidentes, para colocarlas en una posición de inferioridad. De esta manera, una escolaridad construida sobre la base del lenguaje que pone el eje en el masculino hegemónico, lo único que logra es discriminar a quienes no se identifican con ese género. No es el lenguaje inclusivo el problema a erradicar para que los procesos de lectura y escritura se aprendan según las expectativas de la escolaridad, lo que debe cuestionarse es la postura que pone el énfasis en que hablar en masculino es la norma para comunicarnos.

Por otro lado, los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios del Consejo Federal de Educación proponen, como parte de la Formación General del Ciclo Orientado para Lengua y Literatura de 5to año, la posibilidad de Debatir sobre el lenguaje inclusivo para la profundización de la NES (Nueva Escuela Secundaria), del GCBA. En ese material, por ejemplo, se plantea, entre otras cosas, que en las aulas se reflexione sobre lo que se lee, se escribe, se dice y se escucha promover relaciones personales que apelen a la sensibilidad, que interpele a jóvenes “con aspectos de su interés, como la identidad de género, el feminismo, la diversidad, la tensión entre norma y trasgresión, etcétera”. En dicho cuadernillo se describe, a su vez, que “los discursos no son neutros, pues los hablantes se defienden a través de ellos “marcando, haciendo evidente que los valores de unos (rasgos de clase o geográficos o de género o de edad) no son los valores de todos” y que la escuela debe propiciar espacios de reflexión para que se debatan en las aulas temáticas relevantes de la actualidad en torno a la lengua. Y que, desde esta perspectiva, el abordaje sobre el lenguaje inclusivo de género permite reflexionar sobre las reglas, la normativa, la trasgresión, la homogeneidad, el prestigio lingüístico y la función de las academias, entre otros temas, en relación con contenidos de la ESI.


Las palabras expresan lo que pensamos acerca del mundo en que nos movemos. Por eso, quienes venimos trabajando en la deconstrucción de paradigmas sexistas y avalamos un lenguaje que incluya sin discriminar, creemos que abordar este tema en las aulas, desde la perspectiva de género y de derechos humanos, implica fomentar un lenguaje respetuoso e inclusivo que ayude a reproducir y transformar realidades. Que ayude a tomar conciencia sobre cómo usamos el lenguaje, puesto que lo que no se nombra no existe y que, como docentes ayudemos a gestar variables del decir que impliquen co-construir representaciones del mundo que avancen en la transformación de un lenguaje que garantice el respeto y la inclusión social desde el campo simbólico y discursivo, como propone la Guía de términos y conceptos sobre diversidad sexual desde la perspectiva de derechos, Argentina Inclusiva.

Creo que el mejor ejemplo que tenemos como docentes es no entrar en el juego de la SeñorA MinistrO (sí, con O al final, porque su pensamiento denota un claro perfil machista), absurdo de militancia pro fascista y anti ampliación de derechos, porque considero este espacio como una herramienta donde compartir saberes y construir una nueva manera de entender la educación. Mi pequeño aporte como columnista desde la mirada de la ESI es demostrar que, desde estos espacios, es posible pensar la importancia de utilizar del lenguaje inclusivo en ámbitos escolares.

***  María Inés Alvarado
–  Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.

Columnista de Diario Digital Femenino– De ESI Sí Se Habla
 

 

Enlace permanente a este artículo: http://ellibertadorenlinea.com.ar/2022/06/20/que-aporta-el-lenguaje-inclusivo-a-la-educacion/