SOBERANÍA E INTEGRACIÓN REGIONAL: CFK Y LULA SEÑALAN EL HORIZONTE POLITICO

 


Por Yair Cybel y Amílcar Salas Oroño   ***

A pocas semanas de la controvertida Cumbre de las Américas, Cristina Fernández y Lula Da Silva apuestan por la integración regional y el fortalecimiento de la democracia en la región

Con apenas algunas horas de diferencia, Cristina Fernández de Kirchner (CFK), actual vicepresidenta argentina y «Lula» da Silva, expresidente de Brasil y actual candidato presidencial pronunciaron dos discursos marcados por urgencias diferentes, pero reveladores de la profundidad de la lectura política de ambas figuras latinoamericanas.

En dos discursos convergentes señalaron la necesidad de más integración regional en un contexto de fuerte crisis de la democracia en el continente.
Pusieron el foco en la necesidad de fortalecer el Estado como garante de derechos. La dirigenta argentina lo hizo principalmente desde la lógica de compensar la debilidad a la que inducen ciertos organismos y organizaciones supranacionales y no democráticas de creciente poder, como los medios de comunicación o los oligopolios, mientras que Lula enfatizó la cuestión de la soberanía sobre los recursos como palanca para consolidar ese Estado fuerte.

Cristina Fernández de Kirchner pronunció el pasado 6 de mayo un largo discurso como parte de su condecoración académica -recibió un Doctorado honoris causa- en la Universidad Nacional del Chaco Austral, de la provincia gobernada por Jorge Capitanich, alineado políticamente con la vicepresidenta. En una clase magistral titulada «Estado, Poder y Sociedad: la insatisfacción democrática”, desgranó ideas sobre el funcionamiento del capitalismo contemporáneo, el poder y el rol del Estado.

En esa disertación, la vicepresidenta señaló que el avance de la desigualdad y la concentración de la riqueza postpandemia en América Latina están poniendo en crisis la democracia y destacó, como reto evidente del siglo XXI, la gestión de la debilidad progresiva del Estado frente a poderes no institucionales, no elegidos democráticamente, poderes en los que confluyen oligopolios y medios de comunicación. La paradoja estaría servida: “hoy los Estados carecen de instrumentos adecuados y apropiados para dar respuesta a las múltiples necesidades que tiene la sociedad” y, sin embargo, “¿Cuando hay insatisfacción democrática, dónde mira la gente? Al Estado, a los tres poderes”.

Por su parte, en el marco del lanzamiento oficial de su candidatura presidencial, Lula da Silva encabezó un acto en San Pablo donde presentó su fórmula con el exgobernador Geraldo Alckmin. Se presentaba la coalición «Vamos Juntos Pelo Brasil», que reúne a varios partidos políticos del espacio de la centroizquierda, en el marco de una pre-campaña que está completamente polarizada entre la figura de Lula y el presidente Jair Bolsonaro

En uno de los discursos más importantes dados por el expresidente en los últimos tiempos, de forma muy clara y contundente conectó dos ideas centrales: la democracia y la soberanía.
En la misma lógica de fortalecimiento del Estado que la mandataria argentina, Lula explicitó que la soberanía se conecta con la utilización de las empresas con participación del Estado: «defender nuestra soberanía es defender Petrobrás, que viene siendo desmantelada día tras día».

El ambiente, los invitados, el tipo de perfil que tuvo el evento y el tono elegido por el expresidente lograron que fuera un discurso político en el que la referencia a América Latina fue constante, sobre todo para enfatizar el lugar desconectado, aislado y sumiso que fue ocupando Brasil en el ciclo que comenzó con el juicio político a Dilma Roussef.

En esta lógica, Lula manifestó que la «defensa de la soberanía» se convierte en el elemento que permitirá volver a ocupar el lugar que Brasil tuvo hace una década, el de la sexta economía del mundo: «Defender nuestra soberanía es también recuperar la política altiva que elevó Brasil a la condición de protagonista en el escenario internacional», cuestión que vinculó directamente con «defender la integración de América del Sur, de América Latina y el Caribe. Es fortalecer el Mercosur, la UNASUR, la CELAC y los BRICS».

La mirada hacia latinoamérica y el hecho de que no citara a la OEA es especialmente relevante en un momento en el que AMLO ha explicitado la necesidad de superar a esta organización y se avizoran nuevos modelos de integración latinoamericana frente al fracaso de la antigua organización dirigida por EE. UU. No es un hecho menor que los primeros mandatarios de México, Bolivia y Antigua y Barbuda hayan anunciado que no asistirán a la próxima Cumbre de las Américas en Los Ángeles, de la que Cuba, Nicaragua y Venezuela fueron excluidas por el presidente estadounidense, Joe Biden.

En el plano económico, ambos mandatarios se refirieron al corazón del modelo económico capitalista: el valor de los salarios. Compartieron la idea de que es necesario resignificar el papel de los trabajadores en la generación de la riqueza y el hecho de que la inflación es el principal erosionador de la capacidad adquisitiva. Para ambos se hace precisa una recreación del rol del empresariado, sobre todo en la industria pequeña y mediana.

Tanto Lula como CFK hicieron hincapié en la necesidad de tener consciencia sobre la situación dependiente al momento de trazar un propio rumbo económico para sus países. En ese sentido, América Latina aparece como una conexión necesaria, la de la vecindad junto a la desconfianza hacia un orden unipolar definido por EE. UU. De ahí que la integración regional sea un elemento transversal a ambos discursos.

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