CRIMINALIDAD CAE, PERO AGRAVA SU DESIGUALDAD EN BRASIL


Por Mario Osava   ***

Cerca de 30 hombres invadieron y aterrorizaron la ciudad de Guarapuava, en el sur de Brasil, en la noche del 17 de abril, con explosiones, miles de disparos de fusil y ametralladoras y cinco vehículos incendiados.


La Policía Militar, una fuerza de los gobiernos de los 27 estados de Brasil, opera como guardia de seguridad en las calles del país, con la difícil tarea de controlar la situación en las manifestaciones políticas y el combate frontal a la criminalidad. Son conocidos por la violencia y la letalidad de sus acciones, que empiezan a ser contenidas por las cámaras de video instaladas en sus uniformes.
Foto: Marcello Casal jr / Agência Brasil

Algunos de los 185 000 habitantes sirvieron de escudo, obligados a mantenerse de pie en las calles, para impedir el combate policial, igual que dos camiones en llamas en los portones del cuartel de la Policía Militar.

El intenso tiroteo hirió a dos policías, uno de los cuales murió algunos días después. Un tercero se salvó porque el balazo alcanzó su teléfono celular.

El objetivo era la caja fuerte de una empresa transportadora de valores, que los asaltantes no lograron abrir, pese a las bombas empleadas.

Asaltos así, cinematográficos, se repiten en variadas partes de Brasil, con intervalo de unos pocos meses. Uno parecido anterior ocurrió el 30 de agosto de 2021 en Araçatuba, una ciudad de 200 000 habitantes en el noroeste del sureño estado de São Paulo, donde los asaltantes usaron drones, robaron tres bancos y dejaron tres ciudadanos muertos.

La gran repercusión de tales ataques difunde la impresión de la criminalidad en ascenso, pero las estadísticas apuntan al revés. La violencia criminal reflejada en homicidios desciende desde 2017 en Brasil, con un repunte excepcional de 5 % en 2020.

Homicidios en descenso


Los 59 128 asesinatos registrados en 2017 cayeron a 41 069 en 2021,
según datos del Monitor de la Violencia, un proyecto de colaboración entre el Foro Brasileño de Seguridad Pública (FSBP), el Núcleo de Estudios de Violencia de la Universidad de São Paulo y el portal de noticias G1, del principal grupo periodístico de Brasil, O Globo.

Otros tipos de delitos, como los robos de vehículos y de cargas, también siguen una tendencia general de baja. Hay excepciones, como violencia doméstica y feminicidio, que pueden resultar del recogimiento a causa de la pandemia y mayor disposición de denunciar los casos.

El FSBP presenta cifras más elevadas de homicidios, al incluir las muertes provocadas por acción policial. Adopta el concepto de Muertes Violentas Intencionales (MVI) y compila y procesa datos más completos, por eso los presenta con cierto retraso.

Su último Anuario de Seguridad Pública tiene datos de hasta 2020 y se publicó en mediados de 2021. Apunta a 2017, como el año con cifras récord, 64 078 MVI, que bajaron a 50 033 en 2020. Los índices por 100 000 habitantes fueron respectivamente 30,9 y 23,6.

Es decir, este país sudamericano sigue ostentando alta violencia delictiva, pero logró reducirla en los últimos cuatro años, pese al casi estancamiento de su economía y la tasa de desempleo por encima de 10 %. El índice mundial era de 6,1 por 100 000 en 2017, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).

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