Más como expresión de deseos que como una fundamentada reflexión de previsible ejercicio de futurología, en los años ’90 apenas se mencionaba a China como economía ascendente, con una supuesta lejana y no muy segura primacía a poco menos de un siglo vista, mientras se enfatizaba la supuesta absoluta superioridad del “libre mercado” sobre diversos tipos de intervencionismo estatal.
A escasos 30 años, ya hoy China es un problema insoluble para EEUU y sus adláteres. Y el PBI PPA chino es, según estimaciones, mayor al de la aún considerada primera potencia mundial.
El anunciado Brexit, confirmó las serias reservas que El Gran Charles (De Gaulle), siempre mostró respecto a su vecino del otro lado del Canal De La Mancha. Un socio poco confiable para Europa, más apegado a sus “primos” del nuevo continente, y muy vinculado a la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth) a la cual encabeza.
Un poco a contrapelo de lo político – económico, en lo estratégico militar, en la OTAN sigue estando Gran Bretaña, operando como el subordinado privilegiado, bajo la batuta de EEUU, que claramente dirige la coalición. El estratégico Sector Energético, sigue siendo el Talón de Aquiles de la Unión Europea; pues la Europa Occidental, que fue el centro de decisión principal de la política mundial, ya no cuenta con dóciles proveedores de hidrocarburos, del Medio Oriente y otros, como los tuvo hasta la Primera Crisis Mundial del Petróleo, a comienzos de los años ’70.
Eso además del accionar disolvente del ecologismo cavernario influyendo fuerte y negativamente, sobre todo en Alemania y España, promoviendo paroxísticamente las ineficientes y costosas “renovables sesgadas” eólicas y solares, que encarecen y embrollan sus sistemas eléctricos con sus intermitencias.
En todo ese contexto, se acentúa la cambiante realidad mundial, que permite afirmar que la vieja Europa ve desgajarse los restos del liderazgo mundial, que la caracterizaron desde las épocas del apogeo imperial comenzado en los siglos XVI y XVII hasta comienzos del siglo XX.
Sin desdeñar su poderío, ya hoy Europa Occidental (el núcleo duro de la UE), es una potencia mundial de segundo orden y en declinación, respecto a la tríada del mega poder, que hoy forman China, EEUU y Rusia (nombrados por orden alfabético).
Por su parte, Rusia era un gigante territorial, en plena y accidentada marcha hacia su disolución y subordinación a los mandatos del hoy llamado Bloque Atlantista; con sus enormes riquezas hidrocarburíferas en rápidos procesos de transferencia a las grandes transnacionales anglosajonas, oligopólicas del petróleo y el gas. Eso se revirtió muy rápidamente, medido en términos históricos, bajo la férrea conducción de Putin.
Rusia volvió a su viejo rol de potencia mundial, hoy aliada con el gigante económico chino; ambos como núcleo del Continentalismo enfrentado al Atlantismo; aquellos practicando sus propias versiones de Capitalismo de Estado, mientras que los Atlantistas imponen a sus subordinados el neoliberalismo salvaje mientras que ellos mismos practican diversas formas de proteccionismo e intervencionismo estatal.
Del gran continente que es Asia, casi exclusivamente se mencionaba a Japón, China y Corea Del Sur, con alguna mención a Taiwán, la hoy isla – Estado que sigue reclamando China como parte de su territorio.
África en la parte subsahariana, con algunas excepciones, parece padecer aún muchas de las nefastas consecuencias de las repartijas coloniales del Acuerdo de Berlín, de 1885, con las divisiones y pobrezas subsecuentes. La amplia faja del Magreb, en el norte de África, de etnia predominante arábiga y cultura musulmana, tiene el caos institucionalizado en Libia por la agresión de la OTAN, con otras economías poco desarrolladas, entre las cuales posiblemente Egipto y Argelia sean los países que, de superar sus problemas, podrían encauzarse al desarrollo. Pero al dificultarse la conformación de un gran bloque político económico, tendrían problemas de escala.
Peor aun, el egoísmo reconcentrado de esos sectores, no oculta el desprecio por la soberanía nacional, el cual a la vez fomenta las balcanizaciones de nuestros países en múltiples republiquetas irrelevantes e inmanejables; como opera la ONG británica Mapuche Nation y como desvergonzadamente actuó el exgobernador mendocino macrista Cornejo, aduciendo la “independencia” de su provincia -en un acto de clara traición a la patria-; todo ello además de operar fuertemente en contra de los necesarios acuerdos y alianzas supranacionales, los que deben ser el objetivo para poder transformarnos en un poderoso factor de poder de dimensiones continentales, como pretendió hacerlo la UNASUR y cómo sería el objetivo mayor de la CELAC.
Es la hora de los grandes bloques de dimensiones continentales, a lo que debemos tender con decisión, si no queremos que nos sigan manejando desde otros centros de poder mundial.
Magister Carlos Andrés Ortiz
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos