La importancia de construir el pensamiento crítico formoseño del siglo XXI

Diálogos pedagógicos:

¿Qué entendemos por pensamiento crítico? ¿Cuál es su importancia para el pueblo formoseño?

 

“La educación cooperativa es teoría y práctica del esfuerzo propio y la ayuda mutua, es importante para el desarrollo integral del educando porque estimula y crea las condiciones objetivas para el aprendizaje grupal, destierra el individualismo y la envidia, hablamos de un niño y joven que construirán  su conciencia moralmente sanas y cultas”. José Yorg, el cooperario.

 

Adherimos y practicamos la crítica, que la entendemos como una herramienta intelectual que resulta en un juicio o conclusión, producto de un severo análisis previo sobre el comportamiento o conducta de una persona, de una determinada situación y también sobre un trabajo escrito que postula un criterio determinado. También importa la autocrítica.

Como es fácil deducir de lo dicho anteriormente, involucra una práctica del pensamiento, del raciocinio, bajo la  guía de un método científico, excluyente del pensamiento vulgar e ingenuo, inmaduro. Por tanto, requiere de la adquisición de saberes y prácticas de análisis, observación, cotejo, revisión y constatación efectiva del fenómeno en estudio, en su conclusión. Estamos hablando de una forma superior de razonamiento.

Entonces, para que el niño/a y/o joven llegue, alcance, un nivel superior de su forma de razonar, examinar o evaluar objetivamente, es decir, críticamente, despojado de prejuicios, subjetividades, requiere de una educación dotada con los atributos pedagógicos y didácticos reflexivos y de la técnica analítica.

Por tanto, a nuestro criterio, la primera tarea del docente consiste en saber pensar, pues no se debe pensar de cualquier manera, sino pensar críticamente, y luego incorporar  a su práctica procesual áulica con los/as educandos por  medio del debate abierto y respetuoso.

La palabra crítica proviene del latín criticus.

Transitamos una época de cambios que nos llevan inexorablemente al cambio de época civilizatoria y la educación tradicional ya no sirve  a sus propósitos sociales, los diversos ensayos de propuestas que se incubaron en oficinas bancarias externas apuntan a desarrollar capacidades oficiosas para el mercado, pero que truncan la construcción de saberes civilizatorios para un mundo mejor, más humano y buen vivir.

El actual mundo atacado por la pandemia y la propuesta de un capitalismo reseteado induce a partir del bombardeo de falsas informaciones, de frases sin sentidos, tendencias y modas al individualismo, y simplificaciones del diálogo. Estas desvirtuaciones y mediocridades se advierte claramente en los ámbitos de la política-partidaria con intervenciones de discursos de baja estopa que impiden el debate de ideas y proyectos pero útil a los intereses económicos establecidos y dominantes, destinado a tener un público carente de formación política crítica, cuyas consecuencias podrían ser la instauración de la barbarie.

Alcanzar y desarrollar el pensamiento crítico no es repetir frases hechas y perimidas, por ello, es más importante que nunca poner en cuestión las fuentes de información, analizar  y problematizar los argumentos, proveerse de pruebas sólidas de las afirmaciones e identificar los intereses en pugna.

Así surge la importancia que tiene para el pueblo socializar los procesos de análisis críticos que, sin dudas, van a enriquecer los saberes populares, y que por cierto, no son admitidos en las academias, pues son saberes excluidos.

Conciencia, ternura y cooperación.

 

“El educador Paulo Freire y su reflexión pedagógica nos ha situado en los riesgos de una educación que no provoca en los sujetos una reflexión crítica de la realidad”. Rafael Álvarez de los Santos

 

En nuestra reflexión sobre la cita que antecede, tenemos claro que “los riesgos de una educación que no provoca en los sujetos una reflexión crítica de la realidad”, como nos ilustra Freire, pues la ausencia de una educación crítica produce sujetos con conciencia ingenuas e imposibilitados en su desarrollo integral y de integrarse a la sociedad constructiva y positivamente. De lo que se trata es de lograr y alcanzar una conciencia crítica.

Ahora, nos parece oportuno retomar una visión y práctica pedagógica que hace algún tiempo tratamos: “La Pedagogía de la ternura” que se basa en los postulados educativos de José Martí, obra de las profesoras Lidia Turner Martí y Balbina Pita Céspedes.

En esencia y síntesis la Pedagogía de la ternura ve al educando como “un ser que siente, aprende, piensa, actúa y que necesita mucho del afecto de todos los que le rodean”.

“El ingreso en la escuela es para él un hecho de gran trascendencia, allí no sólo ampliará su saber, sino que recibirá nuevos y necesarios afectos, especialmente el del maestro o la maestra y el de sus compañeritos de clase. Mucho le ayudará la escuela en su proceso de socialización y en el desarrollo de la solidaridad y la camaradería, la disciplina, la responsabilidad y la tenacidad”.

Por nuestra parte, con modestia agregamos que la pedagogía que propugnamos; la “Pedagogía cooperaria” es enteramente compatible con estos postulados y otras virtudes que ellas conllevan y nos permiten asegurar que en la relación entre los seres humanos debe prevalecer el compañerismo, la cooperación.

La cooperación es la esencia humana, y en cooperación se construyen los saberes, se descubre el mundo que clama la intervención cooperativa para mejorarla, transformarla para el buen vivir.

¡En la senda de la lucha bondadosa cooperativa, les abraza José Yorg!

 

 

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