«PARA UNA MUJER ACTUALMENTE, JUGAR AL FÚTBOL ES UNA MILITANCIA Y SER FUTBOLISTA ES POLÍTICO»

Por La Columna vertebral   ***

En el currículum de Mónica Santino conviven varias versiones, todas ellas relacionadas, de una u otra manera, entre sí: se recibió de profesora de educación física y periodista deportiva, fue jugadora de All Boys y se convirtió en referente social de la Villa 31, en donde, en 2007, creó La Nuestra Fútbol Feminista. A estas facetas se le suma la última de todas: escribió e investigó, junto a la antropóloga Tamara Haber y la politóloga Julieta Ossés, el libro “Pioneras argentinas: un pase a la historia”, que a través de entrevistas e investigaciones recorre y reconstruye la historia del fútbol femenino en Argentina.

“Hay registros de un partido de fútbol femenino en Santa Fe entre 1922 y 1923 en una localidad que se llama Las Rosas. Nosotras pensamos que hace 100 años se juega, pero quizá sea más. Quizá sea desde el origen del fútbol mismo. ¿Por qué creemos que es tan importante rescatar la historia y escribir este libro? Un trabajo que nos propusimos desde la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires recogiendo testimonios de miles y miles de pioneras de distintas décadas, porque creemos que cuando te roban la historia es muy difícil después mirar para adelante y si hay algo que nos hacen siempre a los pueblos es robarnos la historia. En particular a las mujeres, esto de ‘somos una moda, apareció de un repollo’. No es inocente. Me parece que es muy importante recuperar la historia en todos los espacios”, sostiene Mónica.

Las actividades que guiaron a Santino a lo largo de su vida siempre se orientaron a un horizonte en común: unir el deporte con la militancia. Con 14 años de recorrido al frente del equipo, La Nuestra ya se destaca como un exitoso proyecto que, entre otras cosas, le valió a Mónica el reconocimiento de la Legislatura como personalidad destacada del fútbol. Sin embargo, los inicios, como suele suceder, no fueron fáciles.

“Lo que se empezó a edificar primero ahí fue primero la conquista del territorio que es la cancha de fútbol. Las canchas de fútbol son importantísimas en las barriadas, en el país en general. Hay canchas de fútbol en lugares insólitos, lo cual es muy característico de nuestra cultura. Lo que suele ocurrir en los barrios es que, a pesar de que haya todas las dificultades de vivienda y espacio, es un lugar que se respeta a rajatabla: nunca se va a construir una casa adentro de una cancha. Ese es un lugar que está ocupado normalmente por varones chiquitos y hasta más grandes. El espacio para jugar era siempre mínimo”, explica la referente.

La principal tarea era desmentir la generalización de que a las mujeres no les interesa o no quieren jugar al fútbol. Para eso, recuerda Mónica, había que conquistar el espacio. “Siempre la idea que subyace es ‘a las pibas no les interesa tanto, las mujeres no quieren jugar’ y lo que hicimos fue eso: ir conquistando primero el espacio, que es lo más importante desde el medio hacia los márgenes, y desde esos lugares ejercer el derecho a jugar. Para nosotras jugar al fútbol es mucho más que lo que pasa en una cancha, porque nos pudimos apoderar de un juego que culturalmente siempre nos fue esquivo y entender que tenemos cuerpos que pueden hacer mucho más que lo que nos dijeron, que podemos establecer vínculos con compañeras que tienen que ver con fortalecer lo colectivo y quizá también un lenguaje propio, un lenguaje distinto”, puntualiza Santino.

LCV: Las pibas tienen en la camiseta una leyenda espectacular que dice “me paro en la cancha como en la vida”. ¿Cómo te parás en la vida y en la cancha?

-Trato siempre de tener la pelota abajo de la suela y la cabeza bien arriba. Para jugar a la pelota levantar la cabeza es fundamental. Si vos no miras el resto del terreno difícilmente puedas elaborar una jugada. Entonces primero creo que es la actitud. Poner la pelota abajo de la suela tiene que ver con eso. De ahí pensar en transformar con otras. Juego el fútbol desde que tengo 4 o 5, ahora tengo 56 y sé de la profundidad, de la necesidad de lo colectivo para poder avanzar en una cancha.

LCV: El deporte como tal debería ser transversal a las ideas de las personas. Lo que tenés es lo colectivo, determinados valores. ¿El fútbol femenino sufre este embate de la política y el fútbol profesional? Como que La Nuestra, que así se llama el club, tuviera que tener un color político ¿Vos lo ves así?

-Creo que nosotras no formamos parte de esa rueda porque no estamos miradas u observadas en lo que sería la industria o el comercio del fútbol, que es lo que les pasa a los compañeros varones. Eso es una máquina de picar carne y los futbolistas se quedan afuera. No se valora al deportista como una persona. Es casi un material de descarte en un engranaje que a esta altura es casi diabólico, después de más de 100 años en la historia de fútbol de varones. La política atraviesa todos los espacios. Nosotras la política la debemos tomar como propia. En cuanto a la política partidaria cada una puede tener su idea, expresarla. Decir que nadie tiene una política partidaria sería de no creer porque todas tenemos y la expresamos. Lo que me parece sí que es importante es tenerla y no decir, porque eso es cosa de estos tiempos y nos puede llevar a problemas que es decir “con la política no tengo nada que ver, yo juego al fútbol”. No. Porque jugar al fútbol también es política. Para una mujer en este momento en Argentina jugar al fútbol es una militancia y ser futbolista es político.

La construcción de este espacio en la Villa 31 fue tan exitosa que trascendió las fronteras: en 2010, La Nuestra jugó la Copa de los sin techo a Brasil. Luego, viajaron a París en 2011, a México en 2012, y a eventos en Berlín y Francia. “Todas esas veces que salimos del barrio fue un antes y un después en la vida de todas las pibas. Esa posibilidad de poder viajar y no hablar un mismo lenguaje pero encontrar un lenguaje en común con la pelota”.

LCV: Contame la anécdota de cómo al principio muchas de las jugadoras aparecían con el cochecito de los bebés.

-Al principio funcionaba como un parque de estacionamiento con los cochecitos y más de un entrenamiento terminaba con un bebé a upa porque no tenían a nadie que los cuidara. En este camino que nombramos han logrado que los compañeros varones cuiden a los hijos cuando ellas han jugado.


LCV: ¿Eso también habla de mucho embarazo adolescente?

-Sí, claro. Embarazo adolescente y maternidad a una edad muy temprana. Eso es muy difícil porque en los barrios la maternidad tiene un peso cultural enorme y es el paso de una piba a sentirse mujer y recibirse de mujer. Hay ahí una familia que empuja y un sistema de creencias y cultura que está muy presente. Lo que podemos hacer con el fútbol y con esta cuestión de jugar es pensar que la maternidad puede ser deseada desde otros lugares, planificada, y también pensar que tenés derecho a una vida propia, a estudiar y hacer otra cosa.

LCV: ¿Y con los antiguos usuarios de la canchita Güemes van conciliando, se las prestan, ya hay horarios para cada uno?


-Sí. Nosotras seguimos usando el horario histórico que planteamos en el 2017, que es los martes a jueves de 18 a 20 y cuando llegamos, sobre todo los varones más grandes, salen de la cancha. Es algo que fue asentándose en el tiempo y reafirmándose una y otra vez a lo largo de los años que transitamos en el barrio. Es algo que está instalado. En algunos lados del barrio preguntas por la cancha Güemes y te dicen “ah, la cancha de las mujeres”. También se instaló un campeonato de manera autogestiva por compañeras del barrio en general, torneo de mujeres a la mañana antes de que comiencen los veteranos. Ahora con todas las cuestiones de recordar el año de la muerte del Diego y demás, hace unos días se pintó un mural maravilloso al costado de la cancha que es la cara del Diego antes de jugar el partido contra Inglaterra, cuando mira de costado al equipo inglés. Un mural maravilloso. También tenemos un altar de Santa Maradona, un emprendimiento de una compañera de La Plata, hija de un rugbier desaparecido, que está colgado en un costado del alambrado. Es nuestro lugar en el mundo y funciona como queremos.
 

 

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