CARLOS OMINAMI, POLÍTICO CHILENO Y MIEMBRO DEL GRUPO PUEBLA: «UNA PRESIDENCIA DE EXTREMA DERECHA VA A TRATAR DE BOICOTEAR EL PROCESO CONSTITUYENTE»

Por Denise Godoy, de la redacción de NODAL   ***

Entrevista a Carlos Ominami, exsenador, exministro de Economía de Chile y uno de los impulsores del Grupo de Puebla.

Contexto de Nodal
La Cámara de Diputados de Chile aprobó la acusación constitucional para destituir al presidente Sebastián Piñera por los Pandora Papers y el Senado tomará la decisión final este martes. Esas filtraciones revelaron que en 2010 la familia del presidente vendió el megaproyecto Minera Dominga a su amigo Carlos Délano a través de un paraíso fiscal en las Islas Vírgenes. Además, la transacción tenía como condición que la zona donde se emplazara el proyecto no sea declarada reserva natural, lo que Piñera garantizó durante su primer mandato.

El próximo domingo 21 de noviembre se celebrarán las presidenciales en Chile y siete son los candidatos que buscan llegar al Palacio de La Moneda. A dos años del estallido social y en medio del debate en el Congreso del juicio político contra Sebastián Piñera por los Pandora Papers, el próximo presidente deberá enfrentar diversos desafíos, entre ellos, el de avanzar finalmente hacia una nueva Constitución que deje atrás el modelo de la dictadura.

En conversación con NODAL, Carlos Ominami, ex senador, exministro de Economía de Chile y miembro del Grupo de Puebla, realiza un balance sobre el panorama electoral en el marco de la crisis social y política que atraviesa el país.

¿Qué marcarán las elecciones del domingo? ¿Cree que, como dicen las encuestas, Boric y Kast pasarán al balotaje?

Las elecciones presidenciales finalmente determinarán la voluntad del pueblo chileno de continuar el camino de cambio estructural mayor que se abrió con el estallido del 19 de octubre de 2019. A partir de ese estallido se generó un proceso de consulta a la ciudadanía, un plebiscito que fue respondido de una manera abrumadoramente mayoritaria ganando el apruebo con el 80% a favor de una nueva Constitución. Fue también respaldado con la elección de una comisión constitucional fuertemente progresista, muy cargada incluso de sectores de extrema izquierda. Lo que se juega en consecuencia es la validación de ese camino o si por lo contrario aquí lo que se viene es un freno de este proceso y una reacción conservadora. Eso es lo que va a estar planteado y esto no tiene que ver solamente con un período presidencial, tiene que ver con el futuro de este país, con su Constitución, con definiciones tan fundamentales como la de saber si seremos un República Plurinacional, o un Estado social de derecho, si vamos a romper definitivamente con el predominio del neoliberalismo.

¿Cómo se explica el crecimiento de una figura de extrema derecha como la de Kast, que incluso ha manifestado su simpatía por la dictadura?

En las elecciones primarias que tuvieron lugar no hace mucho las encuestas se equivocaron mucho dando como ganadores a quienes finalmente en ambas coaliciones resultaron perdedores. Como en el caso de Daniel Jadue en la primaria de Apruebo Dignidad, donde el triunfo fue para Gabriel Boric y el caso de Joaquín Lavín en la coalición de la derecha donde le ganó Sebastián Sichel. Esto por la precariedad de la metodología de sondeo, porque no son cara a cara, son encuestas telefónicas o por internet y tienden a sobre representar a los electorados más intensos. Sin prejuicio de eso, creo que lo más probable es que a segunda vuelta pasen Boric y Kast. Es muy posible también que Yasna Provoste salga tercera y quizás a una distancia menor que la que le otorgan las encuestas porque ella parte de un mundo de centroizquierda donde los electores son menos intensos y posiblemente estén sobre representados en las encuestas, pero tengo la sensación además de que ha hecho una buena campaña durante las últimas semanas, pero no le va a alcanzar como para poder pasar a la segunda vuelta.

El ascenso de Kast tiene una explicación psicosocial fuerte. Al periodo de auge del estallido, que permitió la elección de una Convención Constitucional muy marcadamente de izquierda, le ha seguido una reacción conservadora, que es un clásico en la historia de los cambios, de las transformaciones profundas y de las revoluciones. Esta reacción conservadora pone por delante el cansancio con el desorden, con la violencia, el llamado terrorismo en la Araucanía y los problemas económicos que ha empezado a experimentar Chile, particularmente con un cierto aumento de la inflación. Aquí en Chile, terminar con una inflación del 6% al año ya sería un problema, porque eso tiene muchas repercusiones sobre el crédito o el deterioro de los salarios reales y otras variables. Hay en consecuencia, una reacción conservadora que hace que cambien los ejes de las definiciones políticas. Durante un tiempo largo el eje en Chile fue democracia o dictadura, en algún momento también existió un eje de derecha versus centro izquierda. Hoy en día ese eje se mantiene en orden versus desorden, y eso es lo que ha favorecido muchísimo la postulación de Kast, que pareciera surgir de la derecha y de la ciudadanía que está muy cansada de la violencia, de los desórdenes y es claramente anti migración.

Chile es un país que ha tenido una corriente migratoria muy fuerte. La población migrante en la población total se acerca al 10%, lo que es un indicador alto para cualquier país. Y esto ha hecho que resurja el clásico discurso de la mano dura, que es un discurso que empatiza con la gente. Creo que esa es la explicación del alza de Kast y su influencia en una parte de la ciudadanía que desgraciadamente no tiene memoria histórica. Los acontecimientos como el golpe, el fin de la dictadura, son cuestiones que ya pasaron hace mucho tiempo. Hemos traído una generación para la cual cualquier cosa que tenga que ver con eso es extremadamente sensible y Kast es un defensor del régimen militar, pero para otra parte de la población ya eso ha dejado de ser un elemento relevante y se ordena mucho más en función de este eje orden y desorden. Y eso lo provocaría, desgraciadamente, que José Antonio Kast pase a la segunda vuelta.

¿Qué deja como saldo el gobierno de Piñera y hacia dónde cree que va Chile más allá del proceso electoral?

El saldo de Piñera es terrible. Un saldo paupérrimo, bajo crecimiento, aumento de la pobreza, aumento de la desigualdad, polarización política, una imagen internacional de Chile muy dañada. Si uno tiene que reconocerle algo es quizá todo lo que fue el proceso de vacunación, de haber comprado anticipadamente las dosis, lo que le permitió a Chile estar a la vanguardia en el marco latinoamericano, incluso a nivel global. Pero sobran los dedos de las manos para encontrar otras cuestiones positivas de este gobierno, que es claramente uno de los peores de la historia de este país. Yo creo que hasta el último de sus días Piñera se ha arrepentido de haber buscado una reelección porque su primera gestión no había sido ninguna cosa tan maravillosa, pero salió razonablemente bien al punto que le permitió reelegirse. Creo que, en todo caso, más allá de la situación de Piñera, Chile está en un desfiladero que es estrecho. Tenemos todavía todas las condiciones para dar un salto adelante, para tener una nueva Constitución y un gobierno progresista que la ponga en práctica. Que nos transformemos en una República Plurinacional que reconozca los derechos, que establezca el derecho a una salud digna, que genere un verdadero sistema de seguridad social que no ha existido durante todos estos años como herencia de la dictadura. Desde ese punto de vista, si las cosas pasan bien, Chile puede constituirse, no en un modelo, pero sí en un punto de referencia, un ejemplo, como en algún momento lo fue la vía chilena al socialismo, algo que todavía está en la memoria histórica de los pueblos, de muchos lugares del mundo. Yo creo que Chile puede hacer cosas que lo pongan nuevamente en el radar internacional y que sea una experiencia interesante a mirar en el ámbito latinoamericano. Es muy posible que la Convención defina la superación del presidencialismo excesivo, que me parece una muy mala herencia del caudillismo latinoamericano, y que lo reemplacemos por un régimen político de corte semi-presidencial. Y si las cosas salen mal, si terminamos con una presidencia de extrema derecha en el medio de un proceso convencional, ésta va a tratar de boicotear el proceso constituyente, creo que lo que se anunciaría para Chile sería un largo período de inestabilidad y de altos niveles de ingobernabilidad. Yo espero que eso no ocurra.

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