EL COLUMPIO LATINOAMERICANO

 

Por Emir Sader   ***

Desde que surgieron gobiernos antineoliberales en América Latina, el continente se ha convertido en el epicentro de las grandes luchas políticas del siglo XXI y, al mismo tiempo, en un balancín, en el que los gobiernos se instalan y son derrotados, regresan y experimentan una gran inestabilidad , algunos se reafirman.

¿A qué se debe este vaivén latinoamericano? ¿Es un síntoma de la fuerza o debilidad del neoliberalismo? ¿Es un síntoma de la fuerza o debilidad de la izquierda? Entre estos cambios, ¿qué tendencias se están fortaleciendo y proyectando el futuro del continente? ¿Existe alguna tendencia predominante?

Desde la victoria de Hugo Chávez, los gobiernos antineoliberales se han instalado continuamente en América Latina: en Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, entre 2003 y 2006.

Luego, algunos de estos gobiernos fueron derrotados, de una forma u otra – Brasil, Bolivia, Argentina, Ecuador – mientras surgía un gobierno similar en México. En algunos de estos países -Argentina, Bolivia- estos gobiernos han regresado, mientras que en otros países, como Perú y Chile, han surgido nuevos gobiernos o se han abierto procesos que pueden conducir a gobiernos antineoliberales.

Sabemos por qué estos gobiernos surgen, vuelven, se multiplican. La derecha mantiene su modelo neoliberal, que es el origen de todos los mayores problemas e inestabilidades que atraviesan nuestros países. Fuente, porque acentúa los principales problemas de los países: concentración de ingresos, desigualdades sociales, exclusión social, hambre, miseria, favorecimiento del capital financiero y sus prácticas especulativas. Los gobiernos neoliberales no pueden consolidarse así en el tiempo, necesitan apelar a prácticas antidemocráticas -como en Brasil, Colombia- para mantenerse o son víctimas de constantes crisis y derrotas electorales -Argentina, Bolivia, Ecuador.

Los gobiernos antineoliberales, por otro lado, pueden afirmarse a través de los efectos de sus políticas sociales: creación de empleos, aumento de salarios, implementación de ayuda de emergencia, extensión de las políticas de educación y salud pública.

Entonces, ¿por qué sufren contratiempos? En parte, porque el contexto general, tanto en el continente como en todo el mundo, sigue siendo predominantemente neoliberal. Estos gobiernos no cuentan con un marco de alianzas a nivel continental y, sobre todo, a nivel internacional, en el que puedan contar tanto política como económicamente. Sin este apoyo, es difícil superar definitivamente el modelo neoliberal, porque solo a nivel internacional es posible construir un modelo que supere al neoliberalismo. Porque se trata de entrar en otro período histórico, no sólo de políticas de resistencia al neoliberalismo.

En segundo lugar, porque la izquierda latinoamericana aún no tiene una estrategia para definir sus principales objetivos. Lo que significa definición del tipo de Estado que se busca, el tipo de sociedad que se desea. Se ha demostrado que es posible llegar al gobierno con el sistema político actual, que es posible poner en práctica grandes políticas sociales, pero las limitaciones impuestas por el Estado y por el sistema político existente han planteado obstáculos reales para avanzar más. .

En tercer lugar, porque estos gobiernos sufren una fuerte oposición y desestabilización de la gran comunidad empresarial – que inhibe las inversiones y promueve un aumento de la especulación financiera y la fuga de capitales al exterior – y de los medios de comunicación, que se oponen directamente a estos gobiernos y exploran los mecanismos de su inestabilidad.

Cuarto, porque los consensos imperantes siguen siendo neoliberales – antiestado y sus empresas, antipolítica y antipartidos, individualismo, consumismo, entre otros. Es un cerco ideológico que funciona como límite a los avances políticos. Tenemos que revertir radicalmente las condiciones para la formación de la opinión pública, como condición para lograr transformaciones profundas y duraderas.

Desde el surgimiento de los gobiernos latinoamericanos antineoliberales, podemos definir algunas etapas: la de emergencia, que va de 1997 a 2006; crisis, entre 2007 y 2017; la recuperación de estos gobiernos, desde 2018 hasta la actualidad. ¿Cuál es la tendencia fundamental entre estos idas y venidas?

Mientras vivamos, a escala mundial, bajo la hegemonía de una era neoliberal, será difícil tener soluciones duraderas y profundas en nuestras sociedades. Pero podemos lograr avances que, incluso de ida y vuelta, juegan un papel en la construcción de un futuro mejor e incluso un presente mejor.

Los gobiernos de Lula y Dilma en Brasil, los Kirchner en Argentina, Evo en Bolivia, el Frente Amplio en Uruguay, Rafael Correa en Ecuador, han dejado verdaderas huellas positivas en nuestras sociedades. Primero, qué otros tipos de gobierno y sociedad son posibles. En segundo lugar, que sin atacar profundamente las desigualdades sociales, nada mejorará. En tercer lugar, que hay fuerzas para seguir adelante. Cuarto, sin superar las debilidades que tenemos, siempre podemos ser derrotados nuevamente. Quinto, que los retornos de la derecha son de corta duración.

El gobierno de López Obrador avanza e impuso una derrota tan radical a la vieja derecha mexicana que nunca volverá, al menos en la forma en que dominó a México durante tantas décadas. Es solo cuestión de tiempo saber cuándo y cómo el Frente Amplio volverá a gobernar Uruguay, dados los muchos logros que ha logrado para el país. Hay pocas dudas sobre la victoria de Lula en 2022, por grandes que sean las dificultades que aún le quedan por afrontar. Bolivia demuestra que siempre hay un camino para volver al camino interrumpido por golpes a la derecha. Nadie da nada por el gobierno ecuatoriano, resultado mas de la división de fuerzas en el campo popular que por su propia fuerza. Por mucho que sorprendió el revés electoral en Argentina, el regreso de la derecha con Macri fue tan catastrófico que pocos creen que la derecha pueda volver a gobernar el país. Chile, que fue el modelo de la alternativa de derecha para el continente, se ha hecho añicos y se puede esperar un horizonte positivo e innovador. A pesar de lo difícil que enfrenta el nuevo gobierno peruano, es un hito en la capacidad de las masas periféricas para imponerse como mayoría y convertirse en gobierno. La expectativa para Colombia es que finalmente triunfe un gobierno de izquierda en las próximas elecciones.

Este no es un balancín que siempre vuelve a la zona cero. Lula siempre dice que hará más y mejor. Argentina pudo contar de las experiencias positivas de los gobiernos kirchneristas. El nuevo gobierno boliviano retoma los avances del gobierno de Evo Morales. El gobierno de Rafael Correa es un hito que los ecuatorianos nunca olvidarán. Uruguay conoce los caminos a seguir y ciertamente los trillará en el futuro.

Seguiremos viviendo tiempos de inestabilidad, pero con un horizonte que siempre retomará, de otra forma, los avances del pasado reciente y del actual. El columpio no es válido como imagen real, porque siempre toma el mismo camino. Y en la historia real, América Latina está construyendo, en este siglo, el horizonte para superar el neoliberalismo y construir otro mundo posible.

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