APAGÓN TECNOLÓGICO

 
Por Tribuna   ***

 

Ante la caída de los servicios en WhatsApp, Facebook e Instagram, los usuarios quedaron ciegos durante unas horas. La situación es signo de la dependencia social hacia las empresas tecnológicas.

Luego de la caída de las plataformas de comunicación WhatsApp, Instagram y Facebook, los medios centraron sus principales titulares respecto al hecho y sobre hipótesis de la caída. Un día después, a través de un comunicado, Facebook explicó que el hecho se debió a un cambio de configuración que afectó las herramientas y sistemas internos.

“No hay evidencia de que los datos de los usuarios se vieran comprometidos como resultado de este tiempo de inactividad”, informó la compañía, luego de siete horas de apagón. Y continuó: “A la gran comunidad de personas y empresas de todo el mundo que dependen de nosotros: lo sentimos. Hemos estado trabajando arduamente para restablecer el acceso a nuestras aplicaciones y servicios y nos complace informar que ahora están volviendo a estar en línea”.

El hecho se produjo en paralelo a las acusaciones a Facebook tras ignorar los informes que objetaban que Instagram era perjudicial para la salud de los adolescentes y que las redes atentan contra la democracia, anteponiendo sus “astronómicas ganancias a las personas”, según expresó Frances Haugen, ex ejecutiva de la empresa ante el Senado.


“Casi nadie fuera de Facebook sabe lo que sucede dentro de Facebook. La compañía oculta intencionalmente información vital al público, al gobierno de Estados Unidos y a los gobiernos de todo el mundo”,
declaró Haugen.

Ocurrida la caída, se resintió el valor de las acciones de Facebook por 4,89% en Wall Street. También, según Bloomberg Billionaires Index, la fortuna de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, se hundió este lunes hasta los 122 mil millones de dólares.

Este apagón de los servicios, enciende la alarma ante la dimensión de hiperconectividad a la que nos vemos expuestos y por supuesto, la expansión de la concentración de estas plataformas tecnológicas como “únicas” herramientas posibles para la circulación en la mensajería del siglo XXI.

Empleo, ocio, relaciones personales, o medio de pago, gran parte de lo que acontece allí sucede a partir de que nos constituimos en eslabones principales en la carrera de los clicks.


A un click de distancia

Según los datos reportados por la plataforma Hootsuite, en Argentina existen 55,19 millones de dispositivos móviles sobre una población de 45 millones de personas, superando las conexiones sobre la población (121.6%).

A su vez, los usuarios corresponden al 80% de la población (36,32 millones) y de ese total, el 79.3% (36 millones de usuarios) son usuarios de Facebook, Tik Tok, Instagram, YouTube, explica el reporte Digital 2021 Global Overview Report.

Si se analiza la cantidad de horas que transcurren los usuarios por día en Argentina conectados a los dispositivos utilizando internet se determina en promedio alrededor de 9h39m, seguido por las 3h55m dedicadas a mirar televisión y 3h22m para el uso de redes sociales.

En cuanto a las redes sociales, son alrededor de 36 millones activos en ellas y un 97,5% ingresa a ellas a través de sus celulares, ubicándose Youtube, Facebook, WhatsApp e Instagram como las principales plataformas de uso en Argentina.

El 53,6 % de la población mundial usa redes sociales de forma activa, según el estudio The Global State of Digital 2021 de Hootsuite y We Are Social.

Monopolio

La omnipresencia de las redes sociales, el uso de internet, la producción e ingesta de información y datos se han convertido en la rutina diaria de millones de personas en el mundo. Así, el tráfico de datos y la actividad de clickear o megustear conforman una práctica cotidiana en nuestras rutinas.

Mientras esto ocurre, se produce una brecha cada vez mayor entre la socialización ampliada del trabajo y la privatización de las ganancias en pocas empresas.

De las 10 mayores empresas por capitalización bursátil, 8 corresponden al sector tecnológico. El top 10 está conformado por Apple, Microsoft , Amazon, Alphabet ,Facebook, Tencent Holdings, Tesla, Alibaba, Saudi Aramco, y Berkshire Hathaway.

Si observamos en términos de ingresos, Facebook reportó que para el cuarto trimestre del 2020, alcanzó los 28.007 millones de dólares, ingresos empujados por publicidad digital. Las ganancias netas entre enero y diciembre fueron 29.146 millones de dólares, un 58% más.

Los datos se han convertido en la materia prima fundamental de la acumulación del capitalismo actual, asegura Enrique Barón, al comentar que en este contexto de conectividad a los flujos de internet, ocurre una apropiación privada por Google, Microsoft, Facebook, Twitter, Amazon. Cada click supone un aumento en la actividad de los usuarios y una valorización de las empresas en los mercados bursátiles.

De esta manera, el debate por la regulación de las operaciones a las empresas tecnológicas asumió un protagonismo cada vez más imperante.

Los Estados han puesto sobre el tapete el ejercicio de dominio que representan los monopolios tecnológicos para el sistema de relaciones y la democracia. Por este motivo vienen plantando bandera acerca de avanzar en aras de regular a las BigTech (gigantes tecnológicas).

“El modelo de negocio de las plataformas de Internet tiene un impacto no solo sobre la competencia libre y justa, sino sobre nuestra democracia, nuestra seguridad y la calidad de nuestra información. Por eso tenemos que contener este inmenso poder de las grandes empresas digitales”, planteó Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea durante el Foro de Davos este año.

En Rusia, durante el mes de febrero de este año, se aprobó la ley que contempla multas a Facebook, Twitter, YouTube y otras plataformas digitales en caso de censura o discrminación a medios de comunicación.

Hace unos meses, el Parlamento australiano intentó avanzar en la regulación a Facebook cobrándole una tasa por la divulgación de contenidos periodísticos. La empresa respondió con un “apagón”, tras generar el bloqueo de compartir noticias. “A nivel mundial, publicar y compartir enlaces de noticias de editores australianos está restringido”, comunicó entonces, haciendo sentir su poder de fuego frente a los Estados.

También, durante marzo, Facebook, bloqueó la cuenta de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, acusándolo de difundir noticias falsas sobre el Covid-19. “Ellos dicen que hasta que la OMS diga que sí, yo no puedo hablar del Carvativir. ¿Quién manda en Venezuela? ¿El dueño de Facebook? ¿Quién manda en el mundo? Abusadores, ¿Zuckerberg es que se llama? Es tremendo abusador”, declaró Maduro.

De igual forma ocurrió con la cuenta del ex presidente de EE.UU., Donald Trump, quedando bloqueada en Facebook y Twitter.

Otro episodio ocurrió en junio cuando la Comisión Europea (CE) abrió una investigación antimonopolio a Facebook indagando si fueron violadas las normas de competencia de la UE al utilizar datos publicitarios de anunciantes.

Telaraña

El apagón de las redes sociales como fenómeno permite ir más allá para ahondar sobre qué relaciones han quedado mediadas por la imposición del sistema tecnológico digital bajo la lógica del capitalismo de plataformas, sistema integrado al modelo de financiarización de la economía.

Inmersos en la nueva era digital, donde la primacía del tiempo por sobre el espacio construye el clima de época, nuestra disposición al trabajo digital está cada vez más presente en cada acto de lo común.

Mientras tanto, estas empresas constituyen en la práctica nodos de un poder con grandes capacidades de acciones en todo el mundo. Saltando barreras espaciales, e inclusive sin dejar rastros sobre las “clásicas” leyes de los países, evitando legislaciones y haciendo sentir su poder frente a los Estados.

Todo ello desarrollando nuevas figuras del trabajo precario, sirviendo de modelo para nuevas formas de organización del mismo, para replicar en otras empresas que hacen del tiempo del usuario libre consumidor el trampolín de su plataforma de negocios.

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