El golpe militar de 1955 buscó terminar con el peronismo y contó el apoyo de la mayoría de los partidos políticos del país (la UCR y sectores de la izquierda), que nunca hicieron mea culpa por esa adhesión. La Libertadora persiguió y asesinó a opositores peronistas.
El 16 de septiembre de 1955, los antiperonistas lograron llegar al poder mediante un golpe militar autodenominado “Revolución Libertadora”, que buscó representar una síntesis de la nacionalidad, la justicia y la legalidad política de quienes pretendian refundar la democracia, extirpando al peronismo de la sociedad argentina. Tuvo particularidades que la diferenciaron de los golpes anteriores y posteriores, como la vigencia de la ley marcial, y a la vez similitudes, como la participación de civiles. Del análisis académico de varios autores surge que quienes impulsaron el lema “ni vencedores ni vencidos” no lograron materializar sus estrategias
Pasada la etapa inicial del triunfo militar, se profundizó la primera experiencia del antiperonismo en el gobierno lo que dejó de manifiesto la realidad de las ideas construidas por el sector sobre el peronismo «depuesto» y «prohibido», como la idea de refundar la democracia sobre bases más sólidas. Esto motivó un debate ideológico-político que comprendió al conjunto de las fuerzas políticas que habían confluido en el antiperonismo, pero este intento fracasó. Fue imposible construir acuerdos entre este sector de partidos entre los que había distintas tendencias y prácticas políticas.
Las diferencias resultaron evidentes desde el comienzo, ya que no hubo acuerdo sobre el papel que jugarían los partidos en el gobierno de transición. La primera ruptura intentó superarse con el alejamiento del General Eduardo Lonardi, quien se negó a realizar las reformas que exigia el sistema político.
Su sucesor, Pedro Eugenio Aramburu, adoptó una línea clara: la profundización de la «desperonización». Al mismo tiempo ensayó una serie de alianzas con los partidos agrupados en la tradición liberal democrática. En este replanteo del orden político, lo que estuvo en discusión fue el concepto mismo de democracia.
En su libro “Los vencedores vencidos”, Maria Estela Spinelli se plantea dos interrogantes grandes para comprender la naturaleza política y la imposibilidad de consolidar al antiperonismo como sujeto histórico: “¿ Por qué había que excluir al peronismo para refundar la democracia? y ¿Cómo concibieron los antiperonistas un sistema democratico que excluía a la mayoría de la representación política?. La respuesta de ambos interrogantes que surge de las representaciones de la realidad de los actores, tienen un comun denominador en la “satanizacion” del peronismo, como una mala copia del nazi-fascismo.Fue concebido como un regimen reaccionario desde el punto de vista social, formado pr un elenco politicico inepto, advenedizo, inmoral y corrupto cuyas personas tendieron a deshumanizar”.