RICARDO FORSTER: «LA CRISIS SIMBÓLICA DE LA HEGEMONÍA NEOLIBERAL SE PROFUNDIZÓ EN LA PANDEMIA»

Por Juan Borges   ***

El filósofo y ensayista dialogó con Agencia Paco Urondo sobre la actual coyuntura argentina y mundial muy marcada por el coronavirus. «El gobierno nacional tiene una oposición mediática y política brutal y muy reaccionaria», aseguró.

Ricardo Forster es filósofo y ensayista argentino. Egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, actualmente es docente en numerosas universidades argentinas e internacionales. Tiene editados más de veinte libros de carácter ensayístico entre los cuales se destacan los reconocidos y galardonados Anomalía Argentina (2010), La repetición Argentina (del kirchnerismo a la nueva derecha) (2016) y el exitoso La sociedad invernadero (2019). En 2011 fue galardonado con el título “Doctor Honoris Causa” por la Universidad Nacional de Cuyo. Fue funcionario del último gobierno de Cristina Fernández y desde 2016 asesora a Alberto Fernández. En una charla exclusiva con AGENCIA PACO URONDO recordó al intelectual Horacio González, fallecido hace unas semanas: «Su vida fue un ejemplo a seguir para quienes nos consideramos intelectuales del campo nacional y popular».

AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo está viendo en términos políticos a la región de Latinoamérica?


Ricardo Forster:
En primer lugar, para pensar América Latina debemos tener un panorama más amplio. Es preciso recordar los gobiernos populares de la primera década y media del milenio. En esas experiencias se puso en disputa la hegemonía neoliberal. Posteriormente, debemos leer un intento de derechización en la región que lo vimos con el macrismo en la Argentina, el desplazamiento de Dilma en Brasil y la llegada a la presidencia de Bolsonaro; también con Lenin Moreno en Ecuador y el exilio de Correa. En ese entonces se veía un giro hacia la derecha. Sin embargo, si miramos el presente, un año y medio aproximadamente, vemos un cambio inesperado. Se recupera Argentina, Bolivia y se recuperan ciertos aspectos de aquella coyuntura anterior. También el proceso en Chile que terminó en la conformación de la asamblea constituyente y una fórmula de izquierda para las próximas elecciones. También está el triunfo de Castillo en Perú, un país muy castigado históricamente por las políticas neoliberales. El año próximo está la posibilidad de que Lula pueda participar en las elecciones presidenciales en Brasil y un posible triunfo. En América del Sur se está dando un proceso valioso.

APU: ¿Se lo puede comparar con lo que pasó en la primera parte del 2000?

RF: Es diferente a lo que fueron los procesos protagonizados por Lula, Chávez, Néstor Y Cristina pero expresan una reconstrucción de los proyectos democráticos y populares en la región. Es interesante teniendo en cuenta la situación difícil que se está viviendo a nivel global debido a la pandemia y sus consecuencias en los países más pobres como los de Latinoamérica. También se está expresando una crisis simbólica de la hegemonía neoliberal que se profundizó en la pandemia.

Hay una disputa contra ese orden que durante treinta años no estuvo en cuestión en sus aspectos políticos ni económicos. Expresa una crisis de orden simbólico también que puede expresarse en salidas de izquierda y progresistas, así como también en propuestas reaccionarias de derecha. Eso lo podemos ver en algunas propuestas en Europa de corte racistas, xenófobas. Se expresaron con Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil. También se expresan en países de Europa en medio de sus crisis planteando salidas violentas y agresivas pero tomando banderas de corte estatista y bienestarista.Todos estos elementos variados son necesarios para tener un diagnóstico más acabado de la situación. Por otra parte, también la disputa de China contra Estados Unidos por la hegemonía mundial es otro elemento importante para el análisis.

APU: ¿Qué mirada tiene en referencia a la coyuntura nacional?


RF:
Seguramente si la pandemia no hubiera llegado estaríamos discutiendo otros temas. Pero hablar de eso es contrafáctico. Las decisiones que se tomaron en el 2020 fueron decisivas y acertadas en muchos aspectos. La situación de crisis llevó al gobierno a tomar conciencia de la centralidad de las políticas de Estado, es decir, cuidar al conjunto de las argentinas y argentinos. Para eso había que movilizar recursos que eran escasos. Atender a los sectores más castigados de la población, ayudar a las trabajadoras y trabajadores, reconstruir un sistema de salud que estaba devastado por el macrismo y las políticas neoliberales de los últimos cuatro años. Era necesario implementar políticas que priorizan el mapa social y económico de nuestro país.

Eso llevó a que el presidente otorgara al Estado esa centralidad para resolver esos problemas. Los sectores que representan a los poderes reales se vieron amenazados con estas políticas que tenían una perspectiva hacia adelante y comenzaron a combatirlo de forma escandalosa. La oposición política y mediática buscaron debilitar y horadar esas políticas desde el inicio mismo de la cuarentena. Hay que leer el último año y medio en la Argentina para ver una actitud brutal, reaccionaria, tanatopolítica de una oposición que buscó hacer estallar en mil pedazos las políticas de cuidado del gobierno nacional. Eso se expresó en las marchas anti cuarentena y otras políticas que dispararon la curva de contagios. Asimismo la retórica de que la vacuna envenena o la supuesta “sovietización” de las políticas nacionales llevadas a cabo por algunos medios de comunicación por el simple hecho de cerrar un convenio con un laboratorio ruso. En síntesis, es necesario leer esta intencionalidad descarnada de hacer volar en mil pedazos a un gobierno que solo buscó el cuidado de la población. La pandemia puso en evidencia que es necesario reconstruir un estado que las políticas neoliberales deterioraron. Para eso hay que priorizar el rol del estado y sus políticas y no los intereses de los capitales privados.

APU: ¿Cómo ve la política internacional llevada a cabo por Alberto Fernández?

RF: Es de destacar también el manejo de la geopolítica que llevó a cabo Alberto Fernández con el salvataje de Evo Morales durante la crisis desestabilizadora en Bolivia. Asimismo las políticas de no alineación con el Grupo de Lima. Una alineación con el gobierno de López Obrador en México y una visión multipolar de la política que lo lleva a tener un buen vínculo con China y Rusia. Además, tener una relación que no es de vasallaje con el gobierno actual de Joe Biden en Estados Unidos.

Es necesario leer la realidad en términos de una disputa política e ideológica mundial. Esto lleva a entender los procesos económicos e inflacionarios. Un tema de acumulación y no de distribución. La inflación tiene que ver con una disputa muy profunda que arrastra a la Argentina desde hace décadas y no termina de resolverse. Para entender eso es necesario comprender los años catastróficos del macrismo que generaron endeudamiento exponencial, deudas que no terminan de cerrar con el Fondo Monetario Internacional, fuga de capitales. Todo eso es necesario colocarlo en la balanza para comprender lo que está sucediendo y entender hasta dónde se ha llegado. A pesar de todos estos elementos adversos Argentina estuvo entre los primeros puestos en el cuidado de su población en este último año y medio. La oposición macrista en nuestro país representa a los intereses neoliberales que expresan a las corporaciones mediáticas, judiciales y económicas.

APU: ¿Qué reflexión puede realizar sobre el rol de los intelectuales en la disputa ideológica antes mencionada?

RF: Si tuviera que sintetizar la postura y la ética que deben caracterizar a un intelectual lo debo hacer recurriendo a la figura de Horacio Gonzalez. Indudablemente en su figura se resumen todo lo que debe ser un intelectual ligado a los intereses nacionales y populares. Un hombre íntegro y comprometido con su tiempo y con su pueblo. Esforzado por encontrar una síntesis con las problemáticas sociales y dando la batalla ideológica permanentemente desde el lugar que debiera ocupar. Horacio entregaba todo en su rol de intelectual. Ya sea dando una charla en el último rincón de algún pueblo del interior del país o dirigiendo la Biblioteca Nacional. Su vida fue un compromiso siempre. Desde su militancia en la década del setenta hasta su último tiempo, escribiendo, dando clases o en sus reflexiones cotidianas. Su vida fue un ejemplo a seguir para quienes nos consideramos intelectuales del campo nacional y popular.
 

 

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