ACERCA DE LAS DIFERENCIAS EN EL SENO DEL FRENTE DE TODOS

 

 

 
por Néstor Piccone   ***

En este texto se mencionan, entre otros, a Alberto Fernández, Sergio Massa, Cristina Fernández y Máximo Kirchner, Felipe Solá y Alicia Castro, Gustavo López y Eduardo Valdez, Ricardo Aronskind y Mempo Giardinelli. También, movimientos de mujeres, personas con discapacidad, pueblos originarios, cooperativas, presos políticos, CGT y se distingue comunicación y política de políticas de comunicación. Asimismo, hay propuestas que contribuyen a la confusión generalizada.

En un momento se abrió la puerta y la militancia nacional y popular del Frente de Todos salió a la calle. Fue el primer acto de rebeldía interna que, sin romper con la coalición gobernante, revirtió la inercia de las diferencias disimuladamente compartidas.

Fue el 17 de Octubre del 2020, ese día una caravana sin fin se convirtió en la primera movilización popular. La convocó el Frente Sindical que no integra la conducción de la CGT que, por su parte, había convocado a un acto virtual con presencia del presidente Alberto Fernández en la sede de Azopardo, que fracasó por cuestiones de mal manejo tecnológico.

Los medios de falsa bandera, que todavía no desnudan su verdadero rol como representantes del poder global colonizador, descubrieron ese 17 de Octubre que la caravana peronista venía a poner límite a las marchitas provocativamente coreografiadas con banderitas celestes y blancas que ellos promovían cada vez con mayor asiduidad y menor contenido.

Pero a cuatro meses de aquella gesta y encaminados hacia las elecciones de medio término en la coalición gobernante florecen indisimulables contradicciones ideológicas, sumando a la confusión generalizada. Confusión que es bien aprovechada por los medios de bandera falsa pero también por las empresas periodísticas (amigas del FdT) que, trabajando en espejo, sólo sirven para licuar el debate interno al tiempo que promocionan constantemente a las mismas figuras político-periodístico-mediáticas que fueron derrotadas en 2019.

La realidad señala que desde hace mucho tiempo los debates políticos, con un velado trasfondo ideológico, se realizan a través de los medios de comunicación (radios, televisión, redes sociales, streaming). El Zoom, seguido del flyer adjunto, se ha convertido para cierta militancia en el recurso máximo de la formación política virtual, sin suplir la presencialidad que en algún momento tuvieron las agrupaciones y partidos políticos de masas.

En el hormiguero de las redes sociales se chocan ideas de pensamiento crítico como las de Alicia Castro con las de Felipe Solá; Ricardo Aronskind, Jorge Rachid, Mempo Giardinelli, Pedro Peretti, Horacio Verbitsky o Roberto Navarro confrontan con Jorge Alemán o Fernández Baraibar. Inclusive situados en las entrañas del gobierno, funcionarios como Eduardo Valdez o Gustavo López le demandan al Estado acciones que hasta el momento no se ven ni se ejecutan. Hasta la mismísima Cristina Fernández de Kirchner ha utilizado los micrófonos públicos para hablar de «funcionarios que no funcionan» o instando a los temerosos a que «se busquen otro laburo».

Como se ve, y sin otra alternativa para la discusión y la formación política, todos optamos por ejercer nuestra libertad de expresión política por alguna de las tantas multiplataformas.

Democratizar la fuerza propia

Muchas veces se habla de fallas en la comunicación cuando lo que no funciona es la forma de hacer política. Comunicar es interactuar con el otro. Sin ida y vuelta, y primero escuchando, no se produce el hecho político de la comunicación. Sólo hay comunicación política en la interacción colectiva.

La inclusión en el sistema político comunicacional demanda recorrer las calles, pisar el barro. No todos vivimos en asfalto. Menos palacio y más barrio. Menos puerto y más provincia, más municipio y más participación. Las políticas requieren implicancia federal. La escucha democratiza, la participación social amplía y construye sujeto social, para lo que hay que abandonar el supuesto saber de la dirigencia, del funcionariado.

En el FdT conviven corrientes de pensamiento en conflicto que al no encontrar formas participativas de resolución se resuelven de compromiso en los palacios de gobierno, legislativos o judiciales asentados en la nación, las provincias o los municipios. El modelo, modela. Por cierto, son palacios de fácil acceso para los dueños del poder real y con poco tiempo para escuchar al ciudadano/a de a pié.

Muchos creen que debatiendo por los medios (cuales fueren) están haciendo política y comunicando a la vez. En todo caso estarán dando su opinión, informando pero no poniendo en juego el ejercicio de la comunicación.

Según lo visto y leído en algunos de los autores antes mencionados, las opciones que le quedan a los mayorías militantes o a la ciudadanía es la resignación porque  «es lo que hay» o como dice Aronskind «hay que apelar al cambio de actitud».

Pero, ¿cuál sería el cambio de actitud o en todo caso quienes deberían cambiar de actitud? ¿Sergio Massa renunciaría a su neoliberalismo privatista y el punitivismo? ¿Podría reconocer que hay presos políticos y no políticos que están presos? Por otro lado, ¿alguien podría pedirle a Alicia Castro que renunciara a su visión de Patria Grande o de su apoyo al pueblo y al gobierno venezolano? Y, aunque finalmente rechazó la embajada argentina en Rusia por las diferencias con la Cancillería, sigue en el FdT ejerciendo su pensamiento crítico.

Hacemos este recorte de posiciones a modo de ejemplo y como base para demostrar la necesidad de democratizar la fuerza propia. Comprometiendo a cada quien a poner en juego sus ideas, confrontándolas de alguna manera, con toda la militancia y también con todos los votantes. Y sometiendo su posición al veredicto de quienes en su momento lo votaron a sabiendas de su opinión.

Ampliando la descripción y a fuerza de ser sinceros en el frente electoral, que es un frente político desde que ejerce el gobierno, son inexistentes las convocatorias al debate de ideas y a la confrontación ideológica, único camino para la síntesis política.

Enrolado en el neoliberalismo están los diputados y funcionarios que integran el plantel liderado por Sergio Massa. El «albertismo», aunque niegue su conformación, es una expresión del peronismo porteño con todo lo que esto conlleva. Cristina y Máximo Kirchner con La Cámpora y el Instituto Patria expresan al kirchnerismo que acredita una década de gobierno popular y latinoamericanista. Bajo su gestión nació la Unasur, el Parlasur y todas las políticas en defensa de la democracia latinoamericana y el avance inédito en derechos sociales y culturales. Y los gobernadores no son una expresión política unificada, como tampoco lo son los intendentes del Frente.

El movimiento obrero desunido tiene por lo menos tres expresiones: la conducción oficialista de la CGT, el frente sindical con camioneros y Smata a la cabeza y la Corriente Federal con sus distintos referentes. Ninguno de ellos expresa un programa de los trabajadores para un proyecto de país. Y de ser la columna vertebral, la política los ha desplazado de la acción ejecutiva y legislativa.

Los movimientos sociales tienen en el Evita una expresión que articula autonomía política con gestión. Los demás también ejercen funciones marginales en la conducción de gobierno.

Por otro lado, están el movimiento de mujeres y de género, los organismos de derechos humanos, los pueblos originarios, las personas con discapacidad, los migrantes, los afrodescendientes, los desocupados, los usuarios de los servicios públicos transnacionalizados.

Y por fuera del sistema político está el cooperativismo de servicios como centenaria fuerza económica que moviliza el diez por ciento de la producción nacional junto con las fragmentadas pequeñas y medianas empresas. Parecería que estas fuerzas sociales, económicas, culturales están por fuera de la agenda de gestión de gobierno.

No sorprende entonces que se discuta por los medios. Como no debería  asombrar la fluctuación electoral de más del treinta por ciento del electorado cuando se lo convoca a votar.

Para evitar que el poder real de las transnacionales sin Estado avance sobre los estados nacionales a través de la cooptación de medios de comunicación y jueces es necesario organizar para construir poder popular.

Se necesita un sujeto, no una élite de funcionarios o dirigentes que día a día viven nombrándose entre ellos mientas las grandes mayorías quedan afuera de la  participación. No se defiende un Estado con empleados. El poder popular se construye colectivamente, para hacerlo se necesita tener una lectura de la realidad que, por el momento, pocos dirigentes políticos del campo nacional y popular construyen.

En todo caso, el cambio de actitud exige dejar de lado la eterna negociación de palacio para salir al encuentro de la comunicación  política con toda la sociedad y no una política de comunicación unidireccional y pensada en gabinetes de periodistas, publicistas y algunos comunicadores.

Si hay diferencias políticas e ideológicas en el FdT es peligroso que cada uno la imponga de acuerdo con su poder de fuego en alianza con jueces y medios de comunicación.

Desde hace mucho tiempo en la Argentina no se escuchan debates que planteen si es posible salir del neoliberalismo imperante. Sólo en discursos de campaña algunos menearon la crítica al sistema económico y cultural reinante. La pandemia no es sólo un condicionante, es también una oportunidad para cambiar el modelo de sociedad, cambio que los pueblos no concretan por el solo hecho de ganar una elección.

Néstor Piccone


Presidente de Codehcom. Periodista y psicólogo. Director de TeleSur (2007), gerente de Noticias de Radio Nacional (2003-2008) y Canal 7 (2007). Cofundador de la CTA y primer secretario de Difusión (1989-2001) de esa Central. Coordinador del programa radial En el Laberinto, que se emite de lunes a viernes a las 11 hs. por AM 740, Radio Rebelde.
 

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