¡LA PRESIDENCIA DE LA ARGENTINA, BIEN VALE UN CASAMIENTO!

 

Por César «Tato» Díaz   ***

El 10 de diciembre se cumplieron 75 años del casamiento por iglesia de Juan D. Perón y Eva Duarte, y César “Tato” Díaz nos envía una reconstrucción de este hecho histórico basada en una crónica periodística de la época.  

A 75 años de un matrimonio decisivo para la historia argentina, en esta oportunidad se ofrecerá una reconstrucción distinta. Acerca del matrimonio Perón – Duarte se han escrito diferentes versiones, aquí se reconstruirá el casamiento por iglesia, basado en una crónica periodística, muy mencionada, pero nunca citada, además de otros detalles de color.

Un dato que se debe tener en cuenta por su trascendencia, es el amor que se profesaban ambos. En tal sentido, se hará hincapié en el tono cariñoso que el militar tenía por su compañera. Con tal fin, acudiremos a las cartas escritas por él desde su confinamiento en Martín García. Durante las jornadas de encierro, la pareja, había tenido una intensa comunicación epistolar, sobre todo, por parte de Perón. En estas misivas, recuperadas por Crespo (2015), la escritura es muy afectuosa. Por caso, Perón escribe: «Mi negrita querida no sé si esta llegará a tus manos, mi tesorito, pero mi corazón me indica que como no puedo vivir sin vos, debo escribirte de inmediato. En lo material no estoy tan mal, así que no te preocupes negrita. Me voy reponiendo poco a poco de lo que me hicieron a mí y a vos […] Lo que te pido es que me escribas cuanto antes para poder saber cómo estás. Querida negrita: tesoro adorado, lo único que te pido y te puedo decir es que cuando termine todo esto, nos vamos a casar y nos vamos lejos» (13/10/1945). No habían pasado ni 24 horas., para que el prisionero volviera a tomar la estilográfica y manteniendo intacto el clima intimista, expresara: » si sale el retiro nos casamos al día siguiente y si no sale yo arreglaré las cosas de otro modo pero liquidaremos esta situación de desamparo que tu tienes ahora». Como se puede observar hay una profunda preocupación por el estado de convivencia que mantenía la pareja y que tantas críticas pacatas recibía. En la actualidad es habitual que una pareja conviva sin que estén casados por civil y/o por iglesia. Pero en la década del 40′ del siglo pasado en la Argentina solía tener consecuencias indeseadas.

Recordemos que, Juan D. Perón y Eva Duarte, se casaron por civil el lunes 22 de octubre de 1945, en Junín, a pocos días de que el flamante esposo fuera liberado de su encarcelamiento en la isla Martín García, por la extraordinaria movilización del pueblo trabajador y que tuviera su máxima expresión en la Plaza de Mayo el 17 de octubre.

En este punto, existe la versión de Cloppet (2019), quien sostiene que fray Pedro Errecart, religioso muy allegado al coronel Perón le había manifestado al candidato por el laborismo a las elecciones del 24 de febrero de 1946 que, «si no se casa por iglesia no podrá ser presidente». Advertencia que suena un poco altisonante, más teniendo en cuenta las costumbres de la época que a la unión civil seguía la religiosa.

Sin embargo, aquí es donde surgen algunas controversias en la pareja, pues Evita concebía la idea del casamiento religioso, en un templo conocido y con público, mientras su esposo no compartía en absoluto dicha posibilidad.

Tal como lo ha señalado Fermín Chávez (1996), fray Pedro Errecart conocía y frecuentaba a Perón desde 1943. A menudo, se encontraban en el 4 piso B de la calle posadas 1567. Situación que permite conjeturar que, Pedrito -como lo llamaba afectuosamente Perón- vendría entusiasmándolos con realizar una ceremonia religiosa.

Así las cosas, los preparativos quedaron bajo la responsabilidad de Evita, quien comunicó al religioso que el día sería el 29 de noviembre. En tal ocasión, aprovechó para sugerir la Basílica de nuestra Señora de Luján, como sede para las nupcias. Pero el franciscano, que no olvidaba la condición de intimidad impuesta por Perón, la persuadió de que la mejor opción por cercanía, para garantizar la mayor discreción, era la modesta iglesia dependiente de su orden en la capital de la provincia de Buenos Aires.

Esta ceremonia religiosa se vio frustrada por curiosas razones. Efectivamente, el día indicado, alrededor de las 17 horas, la calle 12 entre 68 y 69 de pronto se colmó de público, sobre todo, femenino. Un par de horas después el gentío era significativo, a tal punto que, uno de los sacerdotes debió subirse a un camión para disuadir a los concurrentes que nada sucedería. Poco a poco la gente se fue dispersando, pero hacia las 22 horas se volvieron a congregar frente a la iglesia de San Francisco. La crónica periodística indica que: «algunas personas alcanzaron a hablar con el prior, a través de la verja que da sobre la esquina de 68 y 12, quien les expresó que la ceremonia que debía realizarse y de la cual había tenido conocimiento tres cuartos de hora antes, había sido suspendida por no hallarse presentes todas las personas que debían participar».

En efecto, como lo ha indicado P. Michelini (1993), quien había faltado a la cita era Perón. Quien muy ofuscado ante el enorme gentío, se había trasladado a la Gobernación, donde se encontraban el general Alvariño, interventor Federal y el mayor Aloé. Hasta allí se trasladó el lego Pedro y reconociendo la indeseada «filtración periodística» del casamiento, convenció al novio para que se intentara nuevamente. Perón aceptó, pero con una condición insoslayable: nadie más que él sabría el día del casamiento.

Con relación a la crónica ofrecida por el matutino platense, se debe anotar un detalle importantísimo: la omisión de quienes iban a contraer enlace. Este «antiperonismo temprano», en cierto modo, no extraña pues esta estrategia periodística de restar entidad a quien o quienes se deseaba combatir, se venía utilizando desde que el coronel tomo relevancia política. Por caso, en mi artículo «Las movilizaciones callejeras de octubre de 1945» en la ciudad de La Plata (2001), recuperé el calificativo «El otro Yrigoyen» proferido y divulgado por el mismo diario a Perón con el inequívoco objetivo de denostarlo.

El 10 de diciembre de 1945 por la mañana, Pedro recibió una llamada telefónica de Evita: «Hoy Pedro», le dijo ella, escuetamente. El religioso entendió y se puso a ultimar los detalles de la ceremonia. Así, se tramitó con rapidez en la Arquidiócesis de La Plata, la «información breve matrimonial exclusiva para regularización de matrimonios y casos de urgencia». El padre Francisco Sciammarella ofició la postergada boda, a las 20.25, hora que aspectos insondables del destino transformaron de alegría en tristeza casi siete años más tarde cuando Evita pasó a la inmortalidad el 26 de julio de 1952.  Al respecto se puede anotar que la ceremonia enmarcada en un templo en refacción fue sumamente sobria y con pocos participantes. La concurrencia se redujo a los testigos y a los siete religiosos pertenecientes a la congregación franciscana. En tanto, Fray Pedro que aún no era sacerdote y contaba con solo 27 años, fue el encargado de rezar un Padre nuestro con el pedido al Señor que Perón fuera presidente de la Nación. Con posterioridad la pareja y sus allegados compartieron una cena íntima en la confitería «La París», sita en la calle 7 y 49.

Es sabido que por este oficio religioso, el hermano lego fue muy criticado, entre otros, por Roberto Noble, quien desde las páginas de Clarín lo calificaba de «monje marrón». El castigo también llegó a la iglesia, que la última junta militar eliminó del catálogo de monumentos históricos. Condición recuperada desde la provincia durante la gestión del gobernador Antonio Cafiero y declarada para su preservación como lugar histórico, el 14 de octubre por el decreto 1617/2011 de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Con seguridad, algún antiperonista creyendo que el casamiento era por conveniencia y parafraseando a Enrique IV, quien dijo «¡París bien vale una misa!, debe haber comentado con sarcasmo: ¡la presidencia de la Argentina, bien vale un casamiento por iglesia! Sin sospechar siquiera el profundo amor y respeto que se guardaron mutuamente Evita y el general.

 

*** César «Tato» Díaz  –  Dir. Biblioteca de la H. C. de Senadores de la Pcia de Bs. As. – Dir. CEHICOPEME / FP y CS / UNLP.

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