LA UNIDAD IMBATIBLE


Por Mempo Giardinelli   ***

Cuando se pone mucho más enojo argumental en criticar y condenar a los propios que a los enemigos históricos, algo anda mal. Son películas que ya hemos visto y causaron estragos. Dicho sea lo anterior sin justificar errores gubernamentales. Pero, sobre todo, sin perder de vista cuáles son y dónde están y cómo actúan los verdaderos antagonistas cíclicos, actuales y fácticos del proyecto nacional y popular que votamos hace un año.
Imagen: Sandra Cartasso

Son varios los cuestionamientos, tanto de forma como de fondo, que se le pueden hacer a los elencos que acompañan al Presidente y a más de un gobernador. Es correcto y en algunos casos necesario criticarlos, señalar yerros y el tamaño de los mismos, incluso no compartir la totalidad de las decisiones. Pero de ahí a colocarse en posición de oposición, con flamígeras condenas y cerrando todas las opciones de corrección de rumbos, hay un paso gigantesco. Sobre todo porque si vienen sólo por derecha ya sabemos. Pero cuando vienen por izquierda, y con argumentaciones que aunque pueden tener razonabilidad pierden el estilo y resultan incendiarias, es claro que están favoreciendo al neocolonialismo, que seguro se relame con cada condena al Gobierno por izquierda, y sobre todo si viene, como se dice, de la izquierda del palo.

Es cierto que tenemos un Gobierno menos decidido y audaz que lo que muchos y muchas desearíamos. Como también lo es que el «estilo Alberto», por llamarlo de algún modo y con verdad y respeto, es pausado y ancho. Más de lo que algunos y algunas quisiéramos. Y a la vez es evidente que la máquina de tomar decisiones y ejecutarlas, en el actual Gobierno, parece funcionar todavía a nafta común. Y eso sí puede ser problemático y por eso algun@s acompañan con velocidad y precisión, mientras otr@s se distraen en el camino, sea por pachorra, miedo, estupidez o cumpliendo órdenes de quienes los infiltraron. Que también los hay y algunos en posiciones claves.

Pero una vez más: ni Alberto ni Axel son el enemigo, y para nada ayudan las argumentaciones feroces aunque puedan contener razones. Pocas cosas más inservibles que sentir que se tiene razón cerrando caminos, con lo que objetivamente se juega en favor de los contrarios. Y basta una prueba, harto irritante: a la derecha se le hace agua la boca con los espectáculos que le facilitan cacarear con la propiedad privada mientras el Gobierno de Rodríguez Larreta avanza con sus negociados, como el de la Costanera Norte, y zafa de la condena que más merece: la mayor responsabilidad en el contagio de la peste en todo el país, en parte por ocultar cifras de muertos, y en parte por su manejo mezquino y gelatinoso de la crisis sanitaria en la Capital, que ha terminado por infectar a todo el interior del país, que durante meses casi no tuvo infectados.

Cuando de estas cosas se habla tanto menos, o sólo se las habla de ocasión mientras al Gobierno se lo crucifica implacablemente, es que enfrentamos problemas que pueden ser graves. Por eso lo que esta columna quiere señalar, claramente, es que el apoyo al Gobierno al Frente de Todos es y debe seguir siendo una decisión estratégica de las dirigencias intermedias. Hacer de puente para unir y de muro de contención cuando es urgente, son de hecho un imperativo categórico, en tanto es a la vez propulsión ideológica que defensa propia.

Estas líneas se escriben al cabo de una semana tremenda. Por un lado, el sainete machirulo entrerriano, protagonizado por los hermanos Etchevehere y  Patricia Bullrich y Miguel Pichetto. Por el otro, el innecesario y exagerado show policial en Guernica, también machirulado in extremis. Y por un tercer frente, el ataque feroz de esa bazofia autoritaria y anonimizada que llaman «mercado», contra nuestra moneda nacional. Y todo sazonado con la mala leche mediática que ya es costumbre.

Es preocupante e inocultable, entonces, que el creciente clima de expresiones opositoras que se respira en algun@s estamentos del FdeT les impida a algun@s distinguir las complejidades de lo urgente. Soltando incesantes y a veces lapidarias condenas en las redes dizque sociales, donde sólo crecen las malas hierbas, por momentos parece que inconscientemente más descomponen que orientan.

Es urgente pensar más y, en lo posible, juntos, dialogando y ayudando a las militancias a entender lo más complejo: que en esta etapa lo esencial es mantener la unidad por sobre cualquier diferencia, parsimonia o equívoco del gobierno, en el entendido de que el FdeT si continúa unido es imbatible, pero resquebrajado iniciaría el camino hacia otra derrota histórica. Al menos para esta columna esto es un dogma. Por lo que siendo éste un espacio de pensamiento muy crítico de algunas decisiones, no por eso se pierde el eje de la unidad como esencial.

Por supuesto que esto vale también para los gobernantes y legisladores que elegimos, que jamás deben olvidar aquel brillante razonamiento de Raúl Scalabrini Ortiz en 1948: «Lo que no se legisla explícita y taxativamente en favor del débil, queda implícitamente legislado en favor del poderoso».

Y que fue uno de los dogmas de la Constitución Nacional de 1949, que estableció la utilidad pública de la propiedad en el artículo 38: «La propiedad privada tiene una función social y, en consecuencia, estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común. Incumbe al estado fiscalizar la distribución y la utilización del campo o intervenir con el objeto de desarrollar e incrementar su rendimiento en interés de la comunidad, y procurar a cada labriego o familia labriega la posibilidad de convertirse en propietario de la tierra que cultiva».

Esto fue lo que jamás perdonaron al peronismo, ni perdonarán a ningún gobierno peronista que el empecinado y fiel pueblo argentino sigue y seguirá votando. Esto es lo que los vuelve locos y capaces de cualquier bestialidad. En 1955 y 1956 toneladas de bombas arrojadas sobre la ciudad de Buenos Aires, además de un saldo de centenares de muertos y fusilados, produjeron el más brutal retroceso político y social de este país nuestro. Por eso es vital, en esta hora, estar atentos y vigilantes, sí, pero no pisar palitos.

 

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