NO ES PURO HUMO: ARDE EL IMPENETRABLE

Por Ileana Dell Unti   ***

Crónicas de una chonguita formoseña.


Imagen:
Mauricio Aguirre

Estoy sentada en el patio y la luz tiene un color que nunca he visto. Casi no hay sombras, parece un atardecer pero son las 5 de la tarde. El sol está muy anaranjado porque mañana va a hacer más calor que hoy, pero el cielo está gris y lo tapa, no son nubes de lluvia, es humo. Hay algo extraño en el aire, además de la luz. Salgo a la vereda a intentar ver mejor el sol al final de la calle y veo el piso cubierto de lo que pienso, son restos de monte nativo. El aire está repleto de cenizas. Mi vecino también sale con cara de preocupado, mira hacia el sol como yo y después nos miramos en silencio. Las cenizas no caen como la lluvia, bajan flotando muy despacio, por eso cuesta verlas a simple vista. Es como la nieve pero sin el glamour de la navidad.

¿A dónde está el incendio?
Alguien me dijo que arde el impenetrable. Chaco está a unos cientos de kilómetros. ¿Puede viajar tanto el humo? Hace poco se incendió el Parque Nacional Pilcomayo en Formosa. ¿Será que se incendió de nuevo? El silencio es abrumador, no hay noticias de esto, no tengo manera de saber dónde está el fuego, pienso que mi vecino teme como yo, que esté más cerca de lo que creemos. Quiero filmar pero no puedo atrapar con la cámara a las cenizas que decoran la ropa que acabo de tender. Es muy extraño como se esconden en el aire, pero aparecen en la sábana violeta, repleta de esos puntos negros y blancos que imagino, estoy ingiriendo junto con el moco de la sinusitis, que me dificulta la cotidiana tarea de oxigenar el cuerpo. El celular muestra una notificación que dice humo y tiene un ícono de dos rayas. No me sorprende el silencio, apenas hay noticias de los incendios en Córdoba y es una de las provincias más ricas del país. Miro las cenizas en el aire y pienso en los árboles que fueron, en el oxígeno que me falta y en la luz. Probablemente así sea la luz del apocalipsis que estamos gestando, pienso. Unas semanas después, se incendia el Parque Provincial San Cayetano, donde está la estación biológica Corrientes en la que trabajan primatólogues amigues de mi novia. Nos envían fotos del horror: se han quemado los grupos de monos que estudian hace años. La imagen es un cadáver de mono cubierto de las mismas cenizas que respiramos hace unos días. La estación biológica había sobrevivido una inundación hace poco y ahora no hay agua que alcance para apagar el infierno que vive. Alba está al borde del llanto, ella también estudia grupos de monos en libertad, algunas veces la he acompañado a recorrer la reserva en la que trabaja, hay que aguantar varias picaduras de garrapatas y mosquitos, pero todo vale la pena cuando uno de esos bichitos te mira desde arriba, con un gesto picarón.

La selva en galería es fundamental para la fauna local, las reservas naturales no alcanzan cuando los campos alrededor desmontan la zona y cortan la cadena de árboles. Los monos de Corrientes no tenían un lugar a dónde escapar del fuego. No tenían por dónde salir. A esta secuencia de acontecimientos le siguió uno de los días más calurosos del año, todavía no llegó el verano pero ya pasamos los 40 grados, tranqui. Ese día no alcanzaba el agua para nada y para nadie. Alba salió a darle agua a un perrito que unos vecinxs dejaron afuera de la casa, yo intenté regar las plantas pero la presión era casi nula, toda la ciudad estaba intentando hidratarse. No había líquido que calmara el calor. El aire acondicionado, demasiado pequeño para el comedor con techo de chapas calentadas por el sol, apenas bajó la temperatura unos grados, lo mínimo para volver a sentir hambre y cocinar algo.

Tardé mucho en escribir esta crónica, pienso. Llego tarde a la coyuntura como siempre, aunque esta vez tengo la sensación de que esto recién empieza. O mejor dicho, empezó hace mucho pero no lo vimos o no quisimos verlo, solo esperemos que ahora no sea demasiado tarde.

Enlace permanente a este artículo: http://ellibertadorenlinea.com.ar/2020/11/16/no-es-puro-humo-arde-el-impenetrable/