BOLIVIA, BIELORRUSIA, Y LA DOBLE MORAL DE LOS ATLANTISTAS

Por Carlos Andrés Ortiz   ***

Nada nuevo por cierto, pues es el modus operandi habitual de las Potencias Atlantistas (EEUU, Canadá, UE y algunos aliados de extrazona).

La moralina pseudo democrática y pseudo humanista de los atlantistas y de su brazo armado, la OTAN, cuando no la desmedida “exhibición de músculos” bélicos de EEUU, Gran Bretaña o Francia, aflora con todo el poder comunicacional de los medios masivos con los que esas potencias intentan manejar y confundir a la opinión pública mundial, cuando se trata de atacar a gobiernos y países que les resultan “molestos” o que no son funcionales a sus objetivos geopolíticos.

Esa misma moralina, se vuelve densa y elusiva, a la hora de justificar la agresión de turno, de la larga cadena de tropelías armadas y/o de presiones económicas y políticas, cuando no golpes de Estado de distintos formatos, adaptados a las circunstancias, perpetradas por los autodeclamados “democráticos y humanistas” o por sus marionetas locales de los países agredidos. Por cierto que no son ni democráticos ni humanistas, son los neoimperialistas del siglo XXI.

Claramente, los atlantistas, como poder visible y aliado a la gran banca globalista transnacional, evidencian promover e impulsar las disoluciones de los Estados Nacionales ubicados fuera de entorno de esa sede del poder mundial, o de mínima o como objetivo previo a las disoluciones totales, establecer gobiernos dóciles cuando no meros satélites obedientes a sus designios.

Entre otras muchas, cabe recordar las agresiones para terminar de fragmentar Yugoeslavia, luego de los fuertes indicios de haber fogoneado lo que comenzó como una feroz guerra civil; las agresiones contra Libia, transformado el próspero país con alto nivel de vida, en un Estado fallido tribal separado en facciones irreconciliables; los nada espontáneos procesos de las “primaveras árabes”, formato luego calcado en Ucrania; la sumatoria de agresiones contra Venezuela, buscando instalar un gobierno dócil a sus designios y abierto para el acceso irrestricto a sus valiosas materias primas estratégicas, y los casos paradigmáticos no se agotan con ese breve listado.

La comparación entre el opuesto tratamiento dado por los atlantistas, a los actuales casos de Bolivia y Bielorrusia, deja en claro la tremenda hipocresía
aplicada, la cual a la vez está cargada de vergonzoso intervencionismo descarado en cuestiones internas de otras naciones, prácticamente en línea con la impresentable trayectoria de crudo imperialismo ávido de riquezas y poder territorial, y carente de elementales principios de humanismo, que demuestra irrefutablemente la historia de las potencias europeas hasta bien entrado el siglo XX, la cual incluyó la esclavitud y otras prácticas aberrantes diversas, incluyendo las agresiones armadas punitivas y el establecimiento de gobiernos títeres cuando les resultó funcional, sin importar los costos humanos de los pueblos oprimidos.

Lo mismo respecto a la infame doctrina del “patio trasero” que EEUU impulsa nuevamente en forma explícita.

A los atlantistas les resulta “intolerable” el gobierno de Bielorrusia, al cual presionan absurdamente para destituir (como si fuera un país vasallo), pero nada les importaron las aberraciones cometidas por la dictadora Jeanine Ánez y sus secuaces uniformados, que llegaron al poder mediante un golpe de Estado pasando a reprimir con violencia y alevosía a los partidarios de Evo Morales, en Bolivia.

Claro está que provocar inestabilidad en Bielorrusia es funcional al cerco geopolítico que pretenden imponerle a Rusia; mientras que Bolivia bajo el mando de las oligarquías, vuelve a ser el proveedor dócil de materias primas, ahora con el litio como mineral muy estratégico, el mismo que Evo buscaba exportar ya manufacturado.

Por cierto a la moralina atlantista no le molestaron las brutales represiones del gobierno neoliberal de Piñera, en Chile, ni las perpetradas por el macrismo en Argentina; ni las del Ecuador de Lenin Moreno; ni las violencias internas en Colombia; ni el accionar de Bolsonaro; ni la miseria profunda de Haití; ni los países inviables que dejaron en varias de sus excolonias de África. El listado sigue.

Ahora, un vocero del poder profundo de EEUU, insta a Europa a ponerse en contra de la Rusia de Putin, pues claramente le preocupan tanto el acercamiento lógico entre esos vecinos poderosos y complementarios, que son la UE y el gigante bicontinental, así como la dependencia europea, y en particular alemana, del suministro de gas ruso; al cual posiblemente EEUU quiera reemplazar, lo cual económica y logísticamente parece totalmente improbable.

Lo difícil es difundir estas gruesas verdades, pues el matonismo mediático de los medios concentrados, tiende a tapar y manipular todo, para formatear mentes dóciles y desinformadas.

*** Carlos Andrés Ortiz

Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

 

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