ANARCOCAPITALISMO, NEOCROPOLÍTICA Y NECROJUSTICIA: BITÁCORA DE UNA MUERTE PRESAGIADA

Por Marcelo José Ferlin D´Ambroso   ***

Este artículo escrito por el jurista brasileño Marcelo José Ferlin D´Ambroso explica cómo emerge el anarcocapitalismo y se impone a nivel mundial, implantando necro políticas y amenazando el futuro de la humanidad, socavando a los Estados-Naciones.

«A partir de la idea de selección natural introducida por Darwin, se produce un deslizamiento hacia el darwinismo social. Esta ideología se presentó como una prolongación del estudio de la naturaleza: sostiene que las culturas (a menudo definidas como ‘razas’, de modo que sus cualidades queden establecidas desde el nacimiento y resulten inmutables) ‘inferiores’ están destinadas a desaparecer por una cuestión de selección natural’. Exterminar está mal, pero ayudar a la naturaleza en sus procesos de crecimiento y colaboración con las variantes más aptas es algo bueno, no un hecho censurable.»

Luigi Zoja – La muerte del prójimo[1]


1. Estado, anarcocapitalismo y anti-estatismo

La mención inicial de Luigi Zoja sobre el «darwinismo» social explicando que «exterminar está mal, pero ayudar a la naturaleza en sus procesos de crecimiento y colaboración con las variantes más aptas es algo bueno, no un hecho censurable», define, con otras palabras, una forma de necropolítica contemporánea, estrechamente vinculada al anarcocapitalismo emergente.

Tres factores han llevado al mundo a este camino oscuro en este inicio del siglo XXI: en primer lugar, la inversión del porcentaje relativo al capital productivo y al capital financiero – según Noam Chomsky[2], en los años 70 la proporción era de 90% de capital productivo y 10% de capital financiero, efectuándose en los años 90 el enroque de esta ecuación, 90% de capital financiero y 10% de capital productivo; el segundo factor fue la caída del muro de Berlín (1989) y la extinción de la Unión Soviética, terminando la bipolaridad entre capitalismo y comunismo, que representaba un freno para la explotación capitalista. Por último, el resultado de la globalización y del neoliberalismo aliados a la 4ª revolución industrial, la revolución tecnológica o 4.0, consolidan el poder de las corporaciones transnacionales, detentoras de las tecnologías, empresas de capital volátil y de poder económico colosal y superior al de muchos Estados.

En esta etapa, surge el anarcocapitalismo[3], inductor del anti-estatismo contemporáneo, una postura contraria a la intervención del Estado en la economía, en la sociedad, en la vida en general, estructurada a partir de la hegemonía del neoliberalismo, la fórmula que revitalizó el liberalismo clásico, empoderando a las corporaciones y al capital financiero, creada por Milton Friedman y Friedrich von Hayek[4], correspondiendo a las políticas de Estado mínimo, privatización de todo, reducción de impuestos al capital, cortes de gastos sociales y austeridad fiscal extrema, llevando a una profunda desigualdad social, por donde pasa, e imponiendo la superioridad sin precedentes del capital improductivo o ficticio (números por los números), aquel que no produce nada pero antes saquea de la humanidad todos sus bienes, riquezas, recursos naturales, hasta incluso su patrimonio cultural.

Tal ideología cuestiona la existencia de los Estados-Naciones, que pasan a ser vistos como un problema para la expansión del capitalismo financiero y para la explotación económica de empresas multinacionales. O sea, la regulación del mercado, la imposición de impuestos al capital financiero y de las grandes corporaciones, las reservas ecológicas, etc., se convierten en un obstáculo para el dominio del poder económico a nivel mundial y para la multiplicación sin límites de ganancias.

Joseph Schumpeter[5], de la escuela austríaca de economía (de quien Hayek fue discípulo), un liberal a la moda antigua, explicaba que el capitalismo financiero elimina la propia finalidad de la propiedad privada en el capitalismo, haciendo que las personas desechen la consideración por ella, eliminando también, las pequeñas y medianas empresas. De igual forma, vaticinando la no viabilidad del capitalismo en el futuro, ya decía en los años 40 que el propio sistema era una amenaza para sí mismo, ya que el necesario espíritu osado, aventurero, precursor y de actitud caballeresca de los empresarios, creador de innovación, ya se estaba extinguiendo, siendo que la conquista de la riqueza material dejaba superfluo este espíritu, especialmente cuando las compañías crecen y pasan a ser administradas por un directorio que va a actuar de manera automatizada y predecible, sin innovación.

Tales directorios, a lo largo de años de acumulación continua de capital por los bancos y multinacionales, se convirtieron en los CEO’s (Chief Executive Officers) actuales que, lejos de proceder con hidalguía y actitud caballeresca en la competencia, hacen de todo y sin ningún miramiento para obtener el máximo de ganancias. Son los representantes del poder económico financiero contemporáneo que no acepta frenos ni ajustes en su ejercicio, reuniendo lo que peor existe en la humanidad entorno a la usura, y es en este sentido, precisamente, que Zaffaroni[6] apunta que el capital globalizado, diferente del capital productivo, es dirigido por tecnócratas, administradores de conglomerados que deben obtener la mayor renta en el menor tiempo, y así van venciendo escrúpulos, hasta que su actividad se confunde con la delincuencia económica. Con imágenes de un magistral documental, titulado Capitalismo: una historia de amor, Michael Moore presenta esta versión criminal y desnuda del capitalismo en 2009, y que rápidamente se convirtió en el actual anarcocapitalismo, sólo diez años después, justamente porque no tuvo ningún límite aplicado por los Estados o por la comunidad internacional.

Este fenómeno se traduce en una especie de absolutismo contemporáneo: en el pasado, la fórmula eternizada por Luis XIV, monarca de Francia, l’État c’est moi, ahora puede ser releída como le pouvoir c’est moi – en referencia a los grandes bancos y a las grandes corporaciones que hoy por hoy reinan el mundo en forma absoluta, más allá del bien y del mal. Ante la impotencia de los Estados en regular y contener abusos de explotación por esas entidades, como las devastaciones forestales habituales, la explotación y desplazamiento de personas debido a la actividad económica, entre otras, es que llegamos ahora a la etapa de la dominación final, donde el capital imperante subyuga a las democracias por medio de las necropolíticas y de la necrojusticia.

Obviamente, establecida la supremacía del poder económico en forma total, hace que no haya límites para lo que los presupuestos privados de esos emprendimientos pueden hacer en escala global[7]. Por lo tanto, mientras que los Estados tienen sus erarios y necesitan justificar sus gastos públicos, con criterios rigurosos de aplicación de recursos, el anarcocapitalismo no tiene ningún límite y, se suma que no debe declarar cuentas a nadie sino a los participantes del propio emprendimiento (cuya inquietud es el beneficio económico). A título de ejemplo, Google, Microsoft y Cisco[8] mantienen billones en reservas fuera de los EUA, para no pagar impuestos en su país de origen, y así ocurre en los más variados territorios del mundo, una forma sofisticada de defraude. Del mismo modo, varias multinacionales reciben exención de impuestos y beneficios (como donación de áreas para su parque fabril) para la instalación de fábricas y filiales en diversas regiones y, cuando termina el plazo de exención fiscal, simplemente cierran sus instalaciones, migrando para una nueva situación de desgravación tributaria en otro lugar. En otras palabras, el anarcocapitalismo sólo paga impuestos cuando y como quiere, almacenando recursos financieros en paraísos fiscales y haciendo sus inversiones en donde el atractivo ofertado le fuere conveniente. Esto genera una forma de dumping social, sostenida por la competencia entre los Estados para favorecer mejores condiciones empresariales. Consecuentemente van recaudando de la población impuestos elevados, socavando los derechos sociales indispensables para reducir la desigualdad social y atender a las demandas del pueblo.



2. Neoliberalismo y necropolítica

Al constatarse que el dinero puede comprar todo, políticos, medios de comunicación, industria cultural, redes sociales etc., por la absoluta falta de una normativa consensuada a nivel mundial y de poder coactivo de los organismos internacionales, el reino del poder económico se solventa destruyendo democracias y Estados: Naomi Klein demuestra en el libro «Não basta dizer não: resistir à nova política de choque e conquistar o mundo do qual precisamos»[9], que el neoliberalismo, por más de cuarenta años, ha usado reiteradamente la misma práctica, es decir, esperar que suceda una crisis (o fomentar una), declarar un momento de «política extraordinaria” (en sus palabras, corresponde al estado de excepción), suspender algunas o todas las normas democráticas y luego concretar la lista de deseos de las corporaciones lo más rápido posible[10]. En la misma línea, Fariñas Dulce[11] escribe que las empresas transnacionales se convirtieron en un nuevo actor social con capacidad para incidir en la realidad social, económica y jurídica.

Nos enfrentamos a una tempestad que no es pasajera, el absolutismo del poder económico intenta retener el control permanente del mundo, recolonizando a las personas.

Zaffaroni[12] afirma que en la posguerra el capital productivo permitía a los Estados de bienestar ejercer poder de mediación entre el capital y el trabajo, pero actualmente el capital financiero (corporaciones) es libre y anónimo, lo que hace que los Estados carezcan de ese poder.

Se instalan en diversos países las llamadas necropolíticas[13]:

– campañas anti-vacunas[14] (fomentadas por fake-news) – amenazando la salud de la población;

– reformas de las legislaciones laborales y de seguridad social (Italia, España, Portugal, Grecia, Brasil, Argentina, v.g.), retirando derechos sociales, conquistados en siglos de luchas;

– cortes de gastos en educación (como ha ocurrido en Brasil y Ecuador, para mantener ignorante el pueblo) etc.

La amenaza de este poder sin precedentes – el anarcocapitalismo -, es muy seria y hace temer por el futuro de la humanidad[15]: la explotación excesiva de recursos naturales, sin preocupación con el medio ambiente (ampliación de uso de pesticidas, deforestación, desastres ambientales etc.); la explotación de las personas, retirando derechos y la colonización de mentes, con pérdidas en la educación pública y aumento de fake-news y fake-stories en redes sociales. Todo esto crea un escenario post apocalíptico que remite a un planeta poblado por zombis esclavos[16], donde el proceso de eliminación continua a escala exponencial[17], con pocas personas en condiciones de lujo (las poseedoras del capital ficticio e improductivo que van a constituir el capitalismo del 1%[18]), en una desigualdad abismal y sin ninguna perspectiva de movilidad en la base de la pirámide social.

Castells[19], hace algún tiempo ya denunciaba que el proceso de individualización del trabajo deja a los obreros por su propia cuenta para negociar su destino vis-à-vis con las fuerzas del mercado en constante cambio, y que la crisis del Estado-Nación y de las instituciones de la sociedad civil construidas en su entorno durante la era industrial, socava la capacidad institucional de corregir desequilibrios sociales derivados de la lógica irrestricta del mercado. Por ende, explica que en el límite, el Estado, vaciado de representatividad con su pueblo, se vuelve un predador de este.

Es un pronóstico con gran facilidad de concretarse, asistimos a una progresiva robotización y automatización en industrias y emprendimientos (llegando hasta cero el número de personas trabajadoras en hoteles[20] o como ya es posible en la industria textil, embarcaciones y puertos, supermercados, bancos y en las más diversas actividades económicas, manuales o intelectuales), con el uso creciente de algoritmos, siendo lanzadas, cada día, millares de personas al desempleo. La paupérrima función del Estado del Bien-Estar Social beneficia al poder económico constituyendo un detractor a la decadente ciudadanía, de modo que no es exagerado decir que el anarcocapitalismo ha construido la «solución final», revitalizando el nazi fascismo, para la eliminación de las personas pobres y vulnerables. En un paso siguiente, cuando la clase media desaparece (por la falta de giro económico de producción y consumo), pasando a imperar el capitalismo del 1%, la necropolítica asumirá tendencias genocidas. Para empeorar, no habrá resistencia, pues la masa desprotegida, cada vez más ignorante y en lucha ardua por la sobrevivencia, no tendrá capacidad de razonamiento crítico para cuestionar el sistema.

El anarcocapitalismo y sus aparatos de propaganda[21] caminan juntos con su filosofía: Ayn Rand, autora de la novela La Rebelión de Atlas, lanzada en los años 50, predica el objetivismo, ideología en la cual predomina el individualismo total y el egoísmo exacerbado, y por la cual los emprendedores no deben tener compasión por el próximo. Esta autora ha sido destacada, por ejemplo, en el Instituto Mises Brasil[22], cuyo sitio tiene una apología de la «familia» como futura substituta de las prestaciones de seguridad social del Estado[23] – es decir, no basta precarizar los sistemas de Seguridad Social, la necropolítica anarcocapitalista desea simplemente extinguir la Seguridad Social[24], lanzando la fórmula de cada uno por sí mismo, pues en ese futuro obscuro de lucha por la sobrevivencia, las familias no tendrán mínimas condiciones de cuidar de quienes enferman o envejecen.


3. La necrojusticia

En el camino del absolutismo económico es necesario que el Poder Judicial de los Estados se vaya convirtiendo en un mero garante de ejecución de contratos: una vez que el contrato es el instrumento de dominación por excelencia del poder económico, es importante apropiarse de ese pilar de la democracia – la justicia -, y convertirlo en un aparato de opresión hacia las personas. En otras palabras, la parte que tiene el mando (poder económico) simplemente dicta las condiciones y obligaciones a ser cumplidas en el ámbito del contrato, v.g. a quienes necesitan tomar un préstamo de los bancos, vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, a los que contratan planes de salud, etc., que son las víctimas de esta nueva justicia de los contratos, entre tantos ejemplos posibles

En línea con esta forma jurídica de expresión del poder económico – el contrato -, siguieron errores históricos en la selección y formación de miembros del Poder Judicial y del Ministerio Público. Es decir, en los procesos de selección no hay preparación entorno a los Derechos Humanos, y los candidatos son dirigidos por institutos privados que componen un monopolio de cursos preparatorios de concursos de jueces y fiscales atendiendo a la clase media alta, forman personas no aptas para la profesión, sino que para ser aprobadas en los exámenes. Lógicamente, los exámenes también tienen contenido enfocado en el Derecho de las Obligaciones, siempre con base en el contrato, sea de trabajo, de préstamo, o de todo tipo. En estas condiciones, es obvio que los candidatos con este perfil fácilmente se van a alinear con el capital, promoviendo, muchas veces inconscientemente, la defensa del más fuerte por sobre el más débil. En cuestiones penales, no hace falta decir que los delitos que tienen mayores índices de condenas son los identificados como aquellos contra el patrimonio. En cuestiones civiles, la Justicia, ya apropiada por el poder económico, sirve para garantizar la ejecución del contrato, forzando el cumplimiento de las condiciones y obligaciones impuestas a las personas. En cuestiones laborales, el Poder Judicial, bajo el mantra de que el empresario asume el riesgo de la actividad económica y por eso la dirige, sigue reconociendo al poder económico el derecho no sólo de dictar las condiciones de trabajo como también de ejercer un ius puniendi que corresponde a las aplicaciones de penalidad por el empleador a los trabajadores[25]. Mientras tanto, si un empleado tiene malas condiciones laborales, no sufre consecuencias penales el empresario, pero si este obrero estuviera pasando hambre y hurta un alimento de un supermercado, seguramente será condenado.

La disparidad de tratamiento del Poder Judicial a la gente común del pueblo, y ahora también podemos incluir a la clase media, en relación con quienes tienen el poder económico, demuestra que algo está equivocado, y que la justicia perdió mucho de sus características de pilar de la democracia. El camino del anti-estatismo cumple ahí una etapa de apropiación de aparatos de poder del Estado.

Consideradas estas situaciones, es dable que se produzca una migración de jueces y fiscales a la necrojusticia y al lawfare, por no estar preparados para la dimensión de los Derechos Humanos en la interpretación y aplicación de las leyes. La necrojusticia corresponde, en paralelo a la necropolítica, a la consagración de una especie de fascismo judicial por lo cual el juez o fiscal persigue a los más débiles, pasando a actuar exclusivamente y sin escrúpulos en nombre del poder económico. En este punto, ya se tiene por totalmente convertida la actuación judicial en garante de ejecución de los contratos del poder económico. A su vez, el lawfare corresponde a un grupo de jueces y/o fiscales unidos para la eliminación de políticos de izquierda o de quienes se contraponen a la hegemonía del capital, como ha pasado en Brasil en el denominado «lava-jatismo», que es la tendencia, dentro del Poder Judicial, cada vez más, de adoptar un comportamiento persecutorio y condenatorio de todas las personas que puedan, de alguna forma, representar un peligro para los deseos de este poder.


4. Conclusión: el peligro de la ideología anarcocapitalista y su anti-estatismo

Georges Politzer[26], citando Aragon, apuntó que cuando los gobiernos aumentan los medios de muerte, restringen los medios de vida, conforme las condiciones de tiempo y lugar. El anti-estatismo, es decir, el debilitamiento de las estructuras del Estado en la forma promovida por el anarcocapitalismo abre un camino para la edad de las tinieblas. Si las personas no toman conciencia de lo que eso representa para la humanidad, un futuro decadente y de caos social fortalecerá a una sociedad enfocada solamente en la defensa de la propiedad y del capital, protegiéndose con milicias armadas socavando la integridad poblacional.

El poder económico sólo existe por fuerza de una entelequia, el dinero. Cuando la humanidad evidencie que los productos deben ser valorados por el trabajo puesto en ellos, y no por su valor de cambio (incrementado por la propaganda, la industria cultural, los estímulos del consumismo desmedido y la obsolescencia programada[27]), y que el trabajo debe ser creado en favor de valores humanísticos y de preservación del medio ambiente, estaremos en dirección hacia un mundo mejor[28].

Este es el anti-estatismo predicado por el anarcocapitalismo que triunfa en pleno Siglo XXI, y que debe ser rechazado sin retraso, rescatándose la fuerza y prevalencia de los Derechos Humanos en las estructuras e instituciones sociales en oposición a las necropolíticas y a la necrojusticia. Los valores supremos de contenido universal, enfocados para la efectiva dignidad humana colectiva e individual, y limitadores de cualquier tipo de avance autoritario de poderes, constituyen la dirección de rescate y fortalecimiento del Estado de Bienestar Social. Esta necesidad de prevalencia de los derechos humanos, por otro lado, necesita de poder de coerción, y por lo tanto, es urgente la necesidad de crear un Tribunal Internacional, que tenga jurisdicción mundial y que con este poder coercitivo supranacional podrá efectivamente, proteger, respetar y reparar los Derechos Humanos, base fundamental de los principios de DDHH y de las empresas[29], clave para frenar el avance del anarcocapitalismo y del anti-estatismo.

Finalmente, evitar el «lava-jatismo», el fascismo judicial, la necrojusticia y el lawfare implica formar adecuadamente a los miembros del Poder Judicial y del Ministerio Público, sobre todo en el estudio de los Derechos Humanos y del verdadero significado de «democracia”, que nunca tomará un accionar en favor de la hegemonía de un poder, sea el económico o de cualquier otro, sino antes, en nombre de, en favor de y para el pueblo. Además, es esencial invertir en capacitaciones frecuentes de los miembros del Poder Judicial en estos temas, en el estudio crítico del Derecho, para que conductas así no resurjan, pues no resolverá tener un Tribunal Internacional que padezca de los mismos problemas que suelen acontecer en los Poderes Judiciales nacionales.

Actitudes de cambio hacia un reglamento internacional del capital, con un organismo supranacional de control dotado de poder de coacción para aplicarlo, con pensamiento y mirada críticos sobre las estructuras de poder del Estado y su función para el pueblo, nos conducirá a frenar el anarcocapitalismo mientras que aún hay tiempo para hacerlo. Consecuentemente, invertir en la prevalencia de los Derechos Humanos y su efectividad será la mejor forma de combatir ideologías nocivas y la explotación de las personas.


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[1] Zoja (2015, p. 62-3).

[2] Chomsky (1995).

[3] La palabra es la conjunción de anarquismo con capitalismo, en el sentido de que representa una ideología que exige la eliminación del Estado a través del régimen de la propiedad privada y del libre mercado. Baggio (2016, p. 4) explica el anarcocapitalismo de la siguiente manera: «Murray N. Rothbard llegó a ser conocido, desde la década de 1940, por su defensa de lo que se conoció como anarcocapitalismo, es decir, un sistema económico en el que todos los servicios, productos y espacios serían privados, ya sea individual o colectivamente, y disputados en libre competencia, incluida la seguridad pública, la defensa y la justicia. Los defensores de estas ideas individualistas de negación del estado se llaman a sí mismos «libertarios anarcocapitalistas», representantes del «nuevo derecho libertario» y «libertarismo». Rothbard es autor, entre otras obras, de For a New Liberty: The Libertarian Manifesto, cuya primera edición es de 1973». (La traducción es nuestra)

[4] Milton Friedman, 1912-2006, estadunidense, economista y profesor de la Universidad de Chicago, fundador, junto con Friedrich von Hayek, economista y filósofo austríaco, y de Karl Popper y Georges Stigler, entre otros, de la Societé du Mont Pèlerin, organización internacional para la promoción del liberalismo (Fuente: sitio de la Sociedad Mont Pèlerin. Disponible en: https://www.montpelerin.org/. Acceso en sept.2019).

[5] Schumpeter (1983).

[6] Zaffaroni (2018, p. 60).

[7] Bauman (1999, p. 162-3) comenta:

«Finalmente, la nueva elite global goza de una ventaja enorme frente a los guardianes del orden: los órdenes son locales, mientras que la elite y la ley del mercado libre son traslocales. Si los encarados de un orden local se vuelven demasiado entrometidos y molestos, siempre se puede apelar a las leyes globales para cambiar los conceptos del orden y las reglas del juego locales. Y, desde luego, si el ambiente en la localidad se agita demasiado, siempre existe la opción de partir; “la globalidad” de la elite es movilidad, y ésta entraña la capacidad de escapar, evadir-se. No faltará un lugar donde los guardianes locales del orden estén dispuestos a hacer la vista gorda ante una violación.»

[8]
Fuente: notícia publicada en el periódico Valor Econômico, de 29.08.2016, titulada «Tributação de empresas deve mudar nos EUA após eleição”. Disponible en: https://www.valor.com.br/internacional/4690129/tributacao-de-empresas-dos-eua-deve-mudar-apos-eleicao. Acceso en jul.2019.

[9] Klein (2017).

[10] Klein (2017, p. 150). Klein prosigue explicando que en medio a la hiperinflación o al colapso de los bancos, por ejemplo, las elites gobernantes consiguen convencer a la población en pánico de hacer un ataque a sus propias protecciones sociales como también enormes rescates de erarios para mantener el sector financiero privado de pie.

[11] Fariñas Dulce (2005, p. 145 y ss.).

[12] Zaffaroni (2017, p. 33).

[13] La palabra necropolítica, correspondiente a la aglutinación del prefijo necro (muerte) a la política, significa, según Achille Mbembe (2018), la selección de quienes pueden vivir y quienes van a morir, decisión tomada por las elites gobernantes.

[14] En la necropolítica de salud, las personas deben ser desorientadas y desinformadas en cuanto a la necesidad de vacunación, estimulando las enfermedades. Fuente: noticia publicada en el periódico Clarín, de 08 de septiembre de 2019, titulada Polémica y desconcierto: Crece el movimiento «anti vacunas» en Italia y desata un terremoto político (disponible en: https://www.clarin.com/mundo/crece-movimiento-anti-vacunas-italia-desata-terremoto-politico_0_BJUuY_WdX.html. Acceso en jul.2019), explicando que el Ministro del Interior, Matteo Salvini, apoya la no obligatoriedad de vacunación. En la noticia de la red BBC, de 20 de junio de 2019, de nombre Rede antivacina no Brasil importa teorias da conspiração dos EUA e cresce com sistema de recomendação do YouTube (disponible en: https://www.bbc.com/portuguese/brasil-48695113. Acceso en jul.2019), sobre la propagación de diversos videos contrarios a la vacunación o de contenido falso, generando una especie de burbuja de desinformación.

[15] Consecuentemente, Feinmann (2004, p. 48-9), en mención a Marx, ya decía:

«¿Cuál sería entonces la conclusión de la escueta nota de Marx? No es posible dejar en manos del capitalismo el gobierno de este mundo. Se destruirá a sí mismo, destruirá a todos los seres humanos y, por fin, destruirá el mundo. Es imperiosa una fuerza, no sólo antiglobalizadora, sino anticapitalista. Esos esfuerzos se han hecho en el pasado y el fracaso de los mismos ha llevado al capitalismo al estado triunfal en que hoy se encuentra, a su impunidad. Se opuso el estatismo a la libertad del capital. Se instauraron dictaduras supuestamente encarnadas en clases redentoras, que no lo fueron, sino que delegaron su redención (o mejor aún: esa redención les fue arrebatada) en aparatos partidarios, burocráticos y dogmáticos. Se recurrió, como arma de liberación, a revoluciones basadas en el esquema de la Revolución Francesa: dictadura y violencia represiva, sangrienta; ese esquema de lucha contra la tiranía terminó siempre instaurando otro rostro de la tiranía. Para, claro, alegría de la Ciudad del Capital. Se trata de buscar otros caminos, de inventarlos, de combinar lo mediato y lo inmediato, de no olvidar nunca que lo verdaderamente opuesto a la Ciudad del Capital es la concepción del hombre, no como ser de competencia, sino como ser para el Otro, como ser para el grupo, no como ser aislado en su economicismo, sino como ser participativo por su antropología solidaria y combativa. Lo urgente es que el Capital sienta que no puede hacer lo que le dé la gana. Que tiene resistencias.»

[16] Susan George (En Estévez; Taibo: 2008, p. 40)., en la entrevista denominada «Es necesaria otra globalización», denuncia que los pobres son cada vez menos necesarios porque no aportan nada en términos de producción ni de consumo, constituyendo un ejército de reserva de mano de obra, a que se refería Marx, que ya alcanzó proporciones globales, porque en este cuadro de pobreza, siempre habrá alguna persona dispuesta a trabajar por menos y, por eso, el capital se hizo libre para utilizar esta reserva en donde quiera que esté.

[17] Nuevamente, Mbembe (2018, p. 71) profetiza: «…las armas de fuego son dispuestas con el objetivo de provocar la destrucción máxima de personas y crear ‘mundos de muerte’, formas únicas y nuevas de existencia social, en las cuales las vastas poblaciones son sometidas a condiciones de vida que les confierem el estatuto de “muertos-vivos”.»

[18] Según noticia publicada en el periódico Globo, la OXFAM (Oxford Committee for Famine Reliefe), en 2016, ha publicado un informe demostrando que el 1% de la población mundial alcanzó la misma riqueza de los 99% restantes. (Fuente: http://g1.globo.com/economia/noticia/2016/01/1-da-populacao-global-detem-mesma-riqueza-dos-99-restantes-diz-estudo.html. Acceso en oct. 2019).

[19] Castells (2000, p. 165). El autor desarrolla su punto de vista desde el informacionalismo, como el nuevo modo de desarrollo derivado de la reestructuración del modo capitalista de producción hacia finales del siglo XX.

[20] Noticia del sitio iProfesional, de 12.07.2017, titulada La robotización de la economía: ¿pesadilla para los trabajadores o una solución a los problemas sociales? apunta hoteles en Japón funcionando solamente con robots (Fuente: https://www.iprofesional.com/notas/251082-robot-revolucion-industrial-robots-La-robotizacion-de-la-economia-una-nueva-revolucion-industrial. Acceso en jul. 2019).

[21] El anarcocapitalismo, actualmente, se difunde en el mundo por la Sociedad Mont Pèlerin y por el Atlas Network. Se recomienda la lectura del artículo de Camila Rocha, titulado «O boom das novas direitas brasileiras: financiamento ou militância», explicando el funcionamiento de las derechas en red en Brasil (En GALLEGO: 2017, p. 47-52). Por otro lado, Kátia Baggio (2016) demuestra la red de diseminación de ideas ultra neoliberales y anarcocapitalistas en Brasil, que constituyen hoy el fundamento del anti-estatismo:

«En las organizaciones colaboradoras del Atlas Network, los “principios”, “valores” o “misión” incluyen, prácticamente sin variaciones, la defensa de la libre iniciativa, del libre mercado, del emprendimiento, de la responsabilidad individual, de la propiedad privada, de las libertades individuales, de la meritocracia y de la limitación de acción de los gobiernos. Algunas de esas organizaciones visan a la capacitación de individuos para ser multiplicadores de sus principios y, en algunos casos, a la formación de liderazgos empresariales. No siempre perspectivas ultra liberales son explicitadas, aunque con mucha frecuencia, en la mayoría de las organizaciones (sic).

En los sitios de esas organizaciones son citados, frecuentemente, los dos mayores exponentes de la llamada “Escuela Austríaca de Economía”, Ludwig von Mises (1881-1973) — principalmente su libro Ação humana: um tratado sobre economia, de 1940 (edición en inglés de 1949) — y Friedrich Hayek (1899-1992), cuya obra más nombrada es O caminho da servidão, de 1944. Muy referenciados también son Ayn Rand y Murray N. Rothbard. Nacida en la Rusia zarista en 1905, la romancista y filósofa Ayn Rand es autora, entre otras obras, del romance filosófico Atlas Shrugged, de 1957, publicado en Brasil con el título A revolta de Atlas, en que la autora hace una defensa enfática del individualismo y de la libre competencia, y un rechazo vehemente al modelo de Estado de bien-estar social.» (Obs.: la traducción es nuestra)

[22] Fuente: promoción de donación de ejemplares del libro por el Instituto Mises Brasil. Disponible en: https://www.mises.org.br/Article.aspx?id=816. Acceso en jul. 2019.

[23] Fuente: publicación del Instituto Mises Brasil, titulado A Previdência Social foi uma criação genial – para os políticos. Disponible en: https://mises.org.br/Article.aspx?id=2731 Acceso en jul. 2019.

[24]
Conforme artículo disponible en el sitio del Instituto Mises Brasil, de nombre Uma proposta para uma reforma definitiva da Previdência, se propone abolir la Seguridad Social. Disponible en: https://mises.org.br/Article.aspx?id=2589&ac=188580 Acceso en jul. 2019.

[25] Foucault (2016, p. 231) enseña que el par vigilar-castigar se instaura como relación de poder indispensable para la fijación de los individuos en el aparato de producción y de la constitución de las fuerzas productivas, medio de coerción necesario para que el cuerpo, el tiempo, la vida, los hombres, se integren bajo la forma de trabajo al juego de las fuerzas productivas.

[26] Politzer (1976, p. 37).

[27] Tras el crash de Nueva Iorque, en 1929, Bernard London propuso la «obsolescencia programada» como un método para salir de la depresión, aumentando el consumo y la producción de las empresas, según el cual cada producto tendría una vida útil inferior a su durabilidad normal, perdiendo su vigencia o actualidad a su final premeditado, volviéndose obsoleto. El objetivo era maximizar los beneficios para las empresas y crear más puestos de trabajo. No obstante, al revés, el método induce el consumismo desmedido, problemas ambientales y crecimiento insostenible.

[28] En las palabras de Dowbor (2018, p. 115):

«Mirar el Siglo XXI por las gafas del siglo pasado no ayuda. Cuando pensamos en el mundo de la economía, aún pensamos en intereses económicos y mecanismos de mercado. La política, el poder formal, los impuestos y el sector público en general representarían otra dimensión. No es nueva la ruptura de estas fronteras, pues tenemos amplia tradición de penetración de los intereses de grupos económicos privados en la esfera pública. Lo que es nuevo es la escala, la profundidad y el grado de organización del proceso. Belluzzo y Galípoli resumen en una buena frase la transformación: “Hoy es la lógica de la finanza globalizada que delimita el territorio ocupado por las opciones de la política democrática”.» (La traducción es nuestra)

[29] El profesor estadunidense, John Ruggie, nombrado en la primera década del Siglo XXI, por Koffi Anan, como Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para las empresas y los Derechos Humanos, desarrolló estudios sobre el tema que sirvieron de base para los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que se convirtieron en una base global de acción.



*** Marcelo José Ferlin D´Ambroso Profesor y jurista brasileño especializado en derecho laboral. Juez de apelación laboral en Porto Alegre, Rio Grande del Sur, vicepresidente de Ipeatra (Brasil), doctorando en ciencias jurídicas en UMSA (Buenos Aires) y en estudios avanzados en derechos humanos en UC3M (España)

 

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