ARGENTINA: NO SON PALOMAS, SON HALCONES Y BUITRES

Por Sergio Ortiz   ***

Casi todos los argentinos coinciden en que el problema de la deuda externa es el más grave. Las divergencias comienzan en quién nos endeudó y quién nos va a ayudar. Hay que releer al estratega Sun Tzu y conocer al enemigo.

Es tan influyente la cuestión de la deuda externa que incluso antes de haberse logrado una solución consensuada entre el país y los acreedores ya hay algunas medidas del gobierno haciendo buena letra con los acreedores.
Por ejemplo achatar la pirámide previsional, suspendiendo por seis meses la fórmula de movilidad. Según varios economistas ese ajuste proveerá a la caja del Estado 5.000 millones de pesos mensuales, ahorrados al dar módicos aumentos por decreto a la mayoría de jubilados que perciben la mínima.

Esa medida en las jubilaciones no está pensada tanto como un ahorro fiscal sino como un gesto a los acreedores. En particular hacia el FMI, uno de los halcones ahora presentado como paloma, que siempre insistió en recortes y reformas previsionales.
El Jefe de Gabinete dijo en reportaje radial que en julio se descongelarán las tarifas de servicios públicos. El ministro de Transporte, el massista Mario Meoni, manifestó que el transporte aumentará 10 por ciento, en el mismo sentido de mostrar a los acreedores que el gobierno pone límites a su «populismo» en materia de tarifas.

Desde la Casa Rosada niegan que haya tal ajuste con los jubilados.
Y cuando vieron que las declaraciones de Santiago Cafiero caían mal, Alberto Fernández aclaró que «hoy» no ha resuelto ningún aumento de tarifas. Hoy no, ¿mañana sí? No aclare que oscurece…
La palabra del Jefe de Gabinete tenía un doble destinatario. El primero, la misión del Fondo todavía en Buenos Aires. El segundo, las multinacionales energéticas que presionan con que sus combustibles tienen un retraso de más del 15 por ciento y amagan con 3.000 despidos de trabajadores sino les actualizan las tarifas.

Eventuales aumentos de combustibles y tarifas impactarían en la inflación, que en enero midió 2,3 por ciento según el Indec y en febrero repetiría esa marca o quizás menos. Claro que hay rubros, importantísimos para la población, que aumentaron mucho más. El presidente alardeó que con él los alimentos subieron el 5 por ciento y con Mauricio Macri habrían aumentado el 21. Lo segundo es cierto, del ingeniero se podía esperar lo peor, pero lo primero se presta a confusiones. Muchos alimentos subieron en sintonía con ese 21 por ciento macrista o más aún.

Matías Kulfas aún no dilucidó qué es lo que impulsa la inflación. Estuvo con Martín Guzmán y otros ministros en la reunión del Consejo Económico Social junto a popes de los monopolios, entre ellos Daniel Funes de Rioja, de la Copal, rubro alimentos (ingenios y molinos). Llaman al zorro a cuidar a las gallinas…

¿Son palomas?

Al cabo de una semana de estadía, la auditora regional del Fondo, Julie Kozack, y el jefe de la misión para la Argentina, Luis Cubeddu, emitieron un comunicado y volvieron a Washington.

Ese documento público reconoció los esfuerzos de las autoridades «que se encuentran en un proceso para garantizar una resolución sostenible y ordenada de su situación de deuda», además de haber logrado rebajar un poco la inflación.
Más allá de esos piropos lo que más entusiasmó el presidente y al ministro de Economía fue este párrafo: «FMI ahora evalúa que la deuda de Argentina no es sostenible. El superávit primario que se necesitaría para reducir la deuda pública y las necesidades de financiamiento bruto a niveles consistentes con un riesgo de refinanciamiento manejable y un crecimiento del producto potencial satisfactorio no es económicamente ni políticamente factible».

Fue clave esta recomendación del Fondo: «se requiere de una operación de deuda definitiva, que genere una contribución apreciable de los acreedores privados, para ayudar a restaurar la sostenibilidad de la deuda con una alta probabilidad».
O sea que la misión fondomonetarista les pidió a los bonistas privados el esfuerzo principal para la refinanciación de la deuda argentina, quitando parte del capital e intereses y reprogramando esos pagos. ¿Pidieron un 30 por ciento de rebaja?
El presidente aplaudió a rabiar el comunicado y se atribuyó la paternidad. «El Fondo Monetario nos dio la razón, lo que nosotros decíamos era verdad», manifestó junto a Roberto Lavagna al participar de la inauguración de una planta de medicamentos en Escobar de una multinacional argentina, grupo Sigma, con negocios en 40 países.

El FMI en forma muy oportunista hizo como que se apartaba del drama argentino, dejándolo para dos protagonistas, el gobierno argentino y los fondos de inversión privados. En la visión fernandista eso fue un gran gesto, de un confiable aliado de los argentinos.
Esa visión es muy discutible.

Primero, pasa por alto la historia nefasta el Fondo al que se incorporó el país en 1956, después de la Fusiladora. ¿Ya se olvidaron las duras lecciones de la crisis de 2001? Segundo, el Fondo es parte activa del drama actual: fue el prestamista de 57.000 millones de dólares a Macri, de los cuales éste alcanzó a dilapidar 44.000 millones.

Esa complicidad fue disimulada por Kozack y Cubeddu, quienes aseguraron que el informe anterior, de julio de 2019, indicaba que estaba todo bien en Argentina. Después «la deuda pública de Argentina se deterioró significativamente». ¿Qué pasó? Según esta lavada de manos fondomonetarista ese deterioro habría sido responsabilidad de Macri o bien del triunfo de los Fernández en las PASO de agosto de ese año. De ellos no. Ellos son unos santos inocentes…

Para el gobierno argentino la posición del Fondo sería magnífica. Da por hecho que le postergará tres o cuatro años el pago del capital adeudado, lo que por ahora no es un hecho concreto sino una posibilidad. Si ocurre, bienvenida sea. Sin embargo en tal caso no será gratis. Fernández tendrá que garpar 1.600 millones de dólares de intereses que vencen en mayo. Y por eso seguirá decretando módicos aumentos salariales y jubilatorios, como se verá en la paritaria docente; habrá aumentos de tarifas y otras yerbas agradables al paladar de Kristalina Georgieva. La directora gerente ya declaró que es imposible para la entidad una reducción del capital que la Argentina adeuda.

¿El Fondo es un amigo del país?
¿Qué diría el gran Sun Tzu?

Halcones varios.

El FMI, dudoso amigo, pide un acuerdo con los fondos de inversión privados. Que el gobierno continúe «un proceso colaborativo con los acreedores privados para maximizar su participación en la eventual operación de deuda».
¿Cuál es la experiencia argentina con esos inversores y fondos? En 2005 algunos aceptaron la quita y renegociaron con Lavagna-Kirchner, ganando buena plata más el cupón atado al PBI. Otros muchos pleitearon en la jurisdicción de Nueva York, con ayuda del juez Thomas Griesa y otras instancias judiciales norteamericanas hasta cobrar 9.300 millones de dólares en 2015. Se los conoció como «fondos buitres». Bah, buitres, halcones, etc. cualquier cosa menos palomas.
La experiencia reciente también es negativa. Axel Kicillof pidió postergar hasta mayo el pago del pequeño bono provincial BP21. No lo quisieron Liberty y otros bonistas. ¿Por qué ahora sería más benévolo el club de los fondos 5 estrellas integrado por Liberty, Blackrock, Templeton, Ashmore y Pimco?

Éstos no aceptarán dilaciones en el pago ni una quita de capitales e intereses, salvo que sean plazos breves y les adelantan pagos de contado. De contrario, van a pleitear, sobre todo porque la ley de renegociación de la deuda externa, votada alegremente el 29 de enero en Diputados por peronistas, macristas, radicales y lilitos, ratificó la jurisdicción extranjera para el diferendo. El antecedente de Griesa alienta a los halcones a no aflojar ni un tranco de pollo.

El Fondo es un acreedor importante, al que se le deben 44.000 millones más los intereses que empiezan a vencer este año. Pero el grueso de la deuda pública total, de 339.000 millones, es con fondos privados y con organismos nacionales que prestaron al Central, como el Fondo de Garantía de Sustentabilidad.

En 2020 vencen 63.000 millones de dólares entre capital e intereses, y su mayor porción es con fondos privados. Antes los usureros estuvieron personificados en Paul Singer, de Elliot Management. El vencedor de esa pulseada aprovechó el anterior default, compró títulos argentinos por el 10 por ciento de su valor y los cobró por el total, con ganancias extraordinarias, intereses, comisiones y honorarios.

Suponiendo que las bandadas de halcones anden con poco apetito y algo románticos de sobrevolar lindos paisajes argentinos. Y que acepten rebajar sus pretensiones 30 por ciento. De cualquier modo, para juntar para ellos muchos millones de dólares habrá que imponer sacrificios a tantísimos compatriotas.
¿Se puede confiar en el FMI, Donald Trump, Benjamin Netanyahu, el JP Morgan, el Tesoro yanqui, las multinacionales y los fondos 5 estrellas, para llegar a un buen final?

Al profesor de Derecho Penal le recomendamos «El Arte de la Guerra»: «Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo y en 100 batallas nunca estarás en peligro». Podría leer a Sun Tzu junto con Evo Morales, un gran líder que pecó de ingenuo, asilado y ahora proscripto por dictadura boliviana.

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