Sin armas para la fiebre hemorrágica

La Fundación Soberanía Sanitaria alerta sobre la acuciante situación del Instituto Maiztegui, que ya no produce la vacuna.

La Fundación Soberanía Sanitaria alertó que hay cinco millones de personas en riesgo a causa de la falta de vacunas contra la fiebre hemorrágica argentina (FHA) por el desfinanciamiento estatal al Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas Julio Maiztegui (Inevh), el único que la produce. Según detalla un informe de la ONG, por el ajuste, el establecimiento que tiene una capacidad instalada para producir 400 mil dosis anuales, sólo fabricó 80 mil en 2018, y este año, dejó de producir. El médico sanitarista y presidente de la Fundación, Nicolás Kreplak, señaló a Página/12 que «es una vacuna que no se produce en ningún otro lugar del mundo». Advirtió que «quedan en stock 200 mil dosis», y evaluó que «si no se revierte esta situación, en el mediano plazo se va a transformar en un problema gavísimo».

El Maiztegui forma parte de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) Carlos G. Malbrán que depende de la Secretaría de Gobierno de Salud. De acuerdo al informe, desde el Instituto denuncian que por los sucesivos ajustes «desde 2017 no cuentan con la capacidad instalada adecuada para continuar con esa producción, debido a la necesidad de reparación y renovación de equipos claves para este proceso».

Además, señalan que «la demora en el trámite de los expedientes por los cuales se pretendía la adquisición de bienes y servicios hizo que el porcentaje de ejecución del ya magro presupuesto, alcance tan solo el 68% en dicho ejercicio».

En un contexto donde todas las metas del Inevh para 2019 se redujeron –un 80% menos de capacitaciones, un 6% menos de diagnósticos, un 34% menos en producción de biológicos para uso humano entre las que se encuentran las vacunas– se registró un 40% menos de producción de inmunoterápicos para el tratamiento de la fiebre hemorrágica.

Sin embargo, lo que terminó de encender todas las alarmas es que la planta se encuentra fuera de servicio. «Hubo cuarenta años de trabajo para desarrollar la vacuna que tiene una eficacia del 95 por ciento y que se produce sólo en el país, desde 2003, y que se incorporó al Calendario en 2007», contó Kreplak. El sanitarista remarcó que la situación es preocupante porque «si bien hay menos casos desde que existe la vacuna, los que hay son más mortales. Mientras en la década del 90 la mortalidad rondaba el 5 o 6 %, ahora se elevó al 30, y si dejamos de vacunar puede ser una catástrofe en la zonas endémicas».

La vacuna Candid 1 está indicada para todas las personas mayores de 15 años que habitan en las zonas endémicas rurales de la provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y La Pampa, donde está presente esta enfermedad viral aguda grave.

Conocida como «mal de los rastrojos», la enfermedad es causada por el virus Junín, que suele estar presente en algunas especies de roedores silvestres que transmiten el virus a través de la saliva, orina y materia fecal que contaminan el ambiente. La inhalación de partículas del virus o el contacto son los causantes de la infección en humanos.

La enfermedad tiene un comportamiento estacional, con mayor incidencia de marzo a octubre. Tiene un tiempo de incubación de 1 a 2 semanas,y puede causar enfermedad grave, con mortalidad elevada.

El informe detalla que la vacuna fue desarrollada en 1984, en el marco de un acuerdo binacional con los Estados Unidos, donde se produjeron los primeros lotes. Luego de las pruebas y demostrada la eficacia y seguridad de la vacuna, en 1992, el The Salk Institute (Pennsylvania-USA) comenzó la transferencia de tecnología al Instituto Maiztegui para la producción local. Once años después, el organismo ubicado en la ciudad de Pergamino fue habilitado como planta elaboradora. Y dos años más tarde, en 2003, se produjeron las primeras partidas nacionales.

Kreplak advirtió que «se redujo la prevalencia con la vacuna, que se aplica una sola vez en la vida. Y aunque no desaparece el virus con la vacunación, porque está alojado en los roedores, sí desaparece la posibilidad de un brote epidémico. Con esta política, probablemente el año que viene se agoten las vacunas y estemos frente a un riesgo de brote».

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