LA MESA DE NINO, UNA FOTO NECESARIA

 

Por Roberto Villaruel   ***

El 17 de noviembre de 1972, el general Juan Domingo Perón retornaba a la Argentina luego de 18 años de exilio y proscripción.

La expectativa política era enorme y las teorías sobre el porvenir, interminables. Como fruto de la resistencia popular y para descomprimir la violencia y la indisciplina social y política creciente desde 1955, la dictadura y sus aliados civiles habían convocado a elecciones y permitido el regreso de Perón, aunque no su candidatura.

Ni bien se acomodó en su residencia de la calle Gaspar Campos en Vicente López, Perón puso manos a la obra en la trabajosa tarea de unir las piezas de todos los sectores de su movimiento, amalgamados durante todos los años del exilio en torno a la necesidad de su regreso y a la lucha contra la dictadura pero con profundas diferencias en la lectura de la realidad, la acción política y el futuro.

Apenas cuatro días después de su retorno, el líder convocó a la casi totalidad de los partidos políticos, incluida la Unión Cívica Radical, el partido popular más importante junto con el peronismo y su eterno rival, y a dirigentes sindicales de ese momento, a una cena para discutir la posibilidad de un gran Frente Popular contra la dictadura y sus representaciones partidarias.
La cena se realizó en un popular restaurante familiar de Olivos, sobre avenida Libertador, llamado “Nino”.

En esa noche del 21 de noviembre de 1972, la foto de la mesa de Nino fue un impactante hecho político, inédito hasta ese momento. Los personajes más relevantes de la política argentina desde 1955 sentadas en un rectángulo presidido por Perón y a su lado las figuras más representativas del peronismo en sus diferentes versiones, Lopez Rega incluido. Una imagen de unidad que solo volvería a repetirse en los estertores de la dictadura siguiente, en 1982, con la conformación de la llamada Multipartidaria.

Finalmente, el frente imaginado por Perón no fue posible. La UCR, junto con otras agrupaciones, declinó el convite y decidió competir por las suyas en la elecciones de 1973. El peronismo y sus aliados lanzarían entonces, unos meses más tarde y también en Nino, el FREJULI, con la fórmula Cámpora-Solano Lima a la cabeza.

Sin embargo, el mensaje lanzado desde la mesa de aquel restaurant había sido claro y contundente: solo la más amplia unidad de los sectores representativos de las fuerzas nacionales y populares podría derrotar a la coalición de los sectores concentrados de la economía, el incipiente liberalismo financiero de la Escuela de Chicago que comenzaba a teñir todo el horizonte académico y discursivo de Occidente y los militares argentinos comandados por el Departamento de Estado, en su guerra contra el comunismo “externo e interno”.

Salvadas las distancias, la analogía parece ser posible. Y necesaria: la posibilidad de futuro para el pueblo argentino necesita de una “Mesa de Nino”.

Es necesario enviar un mensaje contundente a los millones de argentinos que día a día sufren el deterioro de su vida y sus expectativas, a los miles de militantes territoriales de cada espacio a lo largo y ancho del país que ponen el cuerpo para mantener viva la esperanza de un futuro mejor de la mano de la política e incluso a los sectores que sueñan con la continuidad y profundización del rumbo elegido y perpetrado por la Alianza Cambiemos.

Más allá de cómo se diriman luego las candidaturas, ni cuales sean, necesitamos ya un gran hecho político: la foto de todos los nuestros, sentados a una misma mesa, en un mismo lugar diciendo lo mismo, soñando y prometiendo lo mismo, comprometidos con un programa mínimo que le ponga un freno a la tragedia neoliberal que se desató, una vez más, sobre nuestra Patria.

La imagen de aquella foto de 1972, en versión 2019, debería viralizarse hasta disipar cualquier duda sobre el rumbo que queremos. Un mensaje y una hoja de ruta para poder salir a la calle con la fuerza de la verdad, la certeza y la esperanza, a conquistar el futuro de una Argentina para todos y todas y no para unos pocos.

La importancia de la propuesta de Perón puede ser cabalmente comprendida si se recuerda que aun con la fuerza abrumadora de la historia, la memoria y las luchas populares, la fórmula del Frejuli no alcanzó a superar la barrera del 50 por ciento requerida para evitar el ballotage, que los partidos dispersos que representaban la continuidad de la dictadura sumaron un 19 por ciento, solo dos puntos menos que la UCR, cuya renuncia a participar en la segunda vuelta permitió el ascenso de Cámpora al poder.

Las fuerzas, los espacios, los partidos, las organizaciones sociales, sindicales y políticas que sostienen la idea de un país desarrollado, inclusivo, democrático, justo, con salarios dignos, mercado interno poderoso, con industrias nacionales fuertes, con desarrollo científico y tecnológico al servicio del desarrollo y el crecimiento, con sectores vulnerables protegidos, con salud vivienda y educación de calidad para todos; un país soberano, libre de la dominación de las corporaciones nacionales y multinacionales y de los grupos de especulación financiera en las decisiones políticas y el manejo del Estado y de los recursos estratégicos del país, necesitan hoy imperiosamente acciones y gestos como los de aquel 21 de noviembre de 1972.

Roberto Villaruel forma parte de la Asociación de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC).

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