¿QUÉ BATALLA PROPONE, A QUE BATALLA CONVOCA «LA BATALLA CULTURAL»



por Luciano Salerno ***

Esta web y estas notas, hechas y producidas en Argentina -y que son levantadas y referenciadas en grupos bolivarianos, progresistas y de «izquierda» de otros lugares del mundo- convocan acertadamente, en momentos tan críticos como los que vivimos, a darle curso a la llamada «batalla cultural». Pero debe ser una batalla cultural no lineal, no prescripta justamente al sentido común imperante del que el progresismo es parte sino abierta a desentrañar las limitaciones que se imponen al pueblo mismo en boca de quienes se erigen y convocan a ser sus representantes.

Se trata de una batalla general en pleno desarrollo, dinámica y en movimiento que, al compás de la crisis orgánica que nos inunda, revela nuestra propia crisis respecto de lo que sucede, de lo que pasa desapercibido ante nuestro ojos y de lo que se propone y convoca a hacer al pueblo mismo.

En esta nota, que en apariencia nada pone en juego al respecto sino una apreciación sobre algunos acontecimientos sucedidos en suelo venezolano, quedan al desnudo las premisas y las bases de las conclusiones a las que llega. Conclusiones que pretenden socializar y reforzar justamente una posición política unívoca frente a la  innegable acción beligerante del enemigo. Pero que al hacerlo demuestran el utilitarismo -y así el menosprecio- que hacen de las herramientas que son quizás las principales armas de las que disponemos para nuestra lucha. Utilitarismo como mención académica que valide temas, razones e ideas, y utilitarismo como propaganda terminológica que demuestra abrazar una ideología. Y ambas, orientadas a arrastrar y cooptar voluntades militantes específicas.

Lo crítico es que se puede más y se promueve menos.
Pero no es denuncia sino, como se dice, batalla. Porque es comprensible y esperable que en el conjunto de las disputas abiertas haya fracciones orgánicas a la resolución de esta crisis por dentro del régimen mismo.

Quedará pendiente para otro momento, lo que el conjunto de todas estas posiciones indirectamente demuestran o suponen: la noción de crisis en el régimen del capital y el carácter de esta crisis en particular. No se trata de una retrospectiva de pureza académica pues está ocurriendo. Por el contrario, es el progresismo quien convierte el conocimiento acumulado en y por la historia de las luchas de las clases y de los pueblos, en literatura académica que justifique su acción.

La nota titulada «El New York Times descubre que no hay armas de destrucción masiva en Venezuela» ( https://www.labatallacultural.org/analisis/6579/ ) en su primer párrafo señala:

«La praxis de la política entendida como lucha por el poder en el Estado indica que dicha lucha es una cuestión de tiempo. O, mejor dicho, de tiempismo y de saber aprovechar el momento.»

No cuestionamos aquí el sentido de oportunidad, que es claramente necesario y que para ello se trabaja cuando hablamos de construir escenarios favorables. Cuestionamos la limitación de la noción de lucha y la restricción del poder y de su disputa al ámbito de lo instituido. Y lo que de ahí deriva:

«En el caso de los que están en oposición, al lograr poner en evidencia su causa y sus consignas, lo fundamental es aprovechar el momento y arrebatar el poder mientras dure ese momento. Para el que tiene el poder político en el Estado, por el contrario, se trata de capear la tormenta y aguantar el asedio sin sucumbir.»

Un compañero siempre grafica que a la burguesía, con persistir, le alcanza pues su objetivo es reproducirse reproduciendo el orden vigente.

Su propio simplismo está atado a matrices, a modos de ver, de entender y de proponer que, al hacerlo, demuestran estar siendo guiadas por concepciones que no dejan ver lo principal y lo medular del conflicto en ciernes. Y repiten como loro lo que el pirata les dicta:

«La cuestión es aguantar. En septiembre de 2002, el gobierno de Gran Bretaña —el mejor títere de Washington en Europa— difundió un informe en el que afirmaba que Saddam Husein tenía armas de destrucción masiva.»

Para ser gráficos siguiendo la afirmación que se propone, en principio podríamos preguntarnos si no será al revés. Después, indaguemos un poco al menos sobre lo que es un gobierno e incluso qué es el estado mismo en el régimen capitalista. A modo de ejemplo, exploremos qué es y quiénes son la FED (Reserva Federal, banco central de EEUU), por ejemplo.  ¿Quién es infantería y aparato de guerra de quién, entonces?

El año pasado, el propio Henry Kissinger dio una pista al hablar sobre «El orden en un mundo en cambio» comentando la impresión distintiva que le causó la dama de hierro británica allá por los años ’70: …»la señora Thatcher expresó su desdén por la creencia popular de aquel momento, según la cual la pelea se trataba de ganar el centro. Para ella, el liderazgo era la tarea de mover el centro político hacia principios definidos, en lugar de lo inverso.» ( https://www.infobae.com/america/eeuu/2017/08/09/el-caos-y-el-orden-en-un-mundo-en-cambio/ )

Para no especular con meras interpretaciones, el mismo texto de “La Batalla” lo señala más abajo aunque, obviamente, su ceguera no lo advierte: «Años más tarde, la BBC de Londres reconoció que era todo mentira, que no había armas de destrucción masiva en Irak y que, al fin al cabo, Saddam Husein no era el demonio que habían hecho de él.» Te llevan para allá, te traen para acá. Y la primera  denuncia se convierte después en una denuncia sobre la denuncia. Ellos le llaman “diversión”.

Aún así, el punto es otro dado el momento crítico que estamos atravesando. Y como justamente lo crítico no es en la lucha algo peyorativo y pobre que se padece sino que es un momento decisivo, la suspicacia progresista con la que se aborda la actualidad es aún más miserable que la objetividad de los intereses del enemigo.

No solo los burgueses generalizan hacia toda la sociedad sus intereses particulares. Los pequeños,  opuestos a ellos, también. Es lógico, las clases son y están, todas, bajo el régimen social del capital, presas de la matriz ideológicas dominante, reproduciendo el mismo modo de actuar.

¿Por qué el frente interno es principal en un momento de las luchas?*

En primer lugar, porque directamente lo «es» y no elegimos que lo sea. La «Batalla Cultural» misma y notas como ésta (tomados solo como ejemplo pues obviamente que no son los únicos instrumentos, modos, mecanismos y espacios) demuestran de hecho la apertura de un frente de lucha en el seno del pueblo orientado a fragmentar su cantidad, a desviar su atención y, en el mejor de los casos, a atraer para sí a algunos grupos y fracciones.

Se torna principal porque desvía la dirección y el sentido que tiene que tomar el movimiento sobre la coyuntura pero fundamentalmente porque lo desarma (des-arma) frente al proceso largo y completo y lo relega así a cumplir el papel de mera infantería de cualquier otra conducción o estrategia.

El criticismo coyuntural -popular o liberal-, el oportunismo político -clasista o nacionalista– y el economicismo -obrerista o desarrollista– juegan ese mismo juego y con su arcoiris de colores y combinaciones van al mismo pozo. ¿Será casual la emergencia de la llamada oposición parlamentaria-electoral? Si fueran y cayeran solos, no sería en verdad ningún problema. El problema es que para convertirse en tal, enfilan tras de sí al movimiento social. ¿Será casual que la dirigencia al frente del movimiento está sujeta a ellos?

La misma nota llega más abajo a conclusiones que ratifican esa línea de correspondencia entre su planteo económico y su planteo político. Robo en la economía, mentira en la política… otra forma de simplificación engañosa: «todo el relato de esos medios es una mentira -dice- y la mentira, como sabemos, tiene patas cortas: el que sepa aguantar en el tiempo triunfa…» Esperemos entonces, pues la verdad siempre llega. Y lo sabremos además  por la prensa que no mentirá entonces.

Bajo el variopinto de colores, hay una misma conducta orientada a obturar la iniciativa popular de poder que como tal y para ser tal, tiene que luchar por cambiar la posición subordinada en la que está dentro de la alianza social que la contiene y la retiene. Eso es lo que se obtura. Esa posibilidad es la que se pretende restringir. La atención a esa tarea es la que se pretende distraer. La potencialidad de ese movimiento es lo que se pretende fragmentar y la orientación de ese movimiento a dar -de ir hacia acá o hacia allá- es lo que se pretende encauzar.

¿Por qué es que dijimos en varios párrafos que se trata de una conducta común orientada y no deliberada? Porque deliberada es la estrategia conciente del enemigo que orienta las prácticas, el tiempo, las cabezas, los recursos, de las fracciones y de los grupos políticos, hacia un escenario (su escenario) de enfrentamiento. La conducta de estas fracciones y grupos -como la que hemos tomado de ejemplo- está justamente orientada por la estrategia del enemigo pues comparte la lectura del enfrentamiento y el escenario del enfrentamiento que éste le propone. Escenario así acotado, como lo ratifican al comienzo de la nota, por ocupar el estado.**

Esa es la manera de conducir y mantener subordinadas a las clases, a las fracciones y a las varias alianzas que tejen entre sí algunos grupos o partes de ellas, para competir entre y contra sí mismos creyendo que gana quien ocupa el centro.

Creyéndose autónomo el perro se quiere morder la cola. Girando sobre sí mismo, llama la atención, quema energías y gasta tiempos: tanto del suyo como de los demás. No es consciente ni de sí porque no es consciente de todo.

La burguesía inventó el show, la pequeña lo ejecuta y convocan al pueblo que asiste como público al mismo circo.

(*) Apertura del frente interno: Es lógico y esperable que suceda. Demuestra y objetiva muchas cosas a la vez. Entre ellas, el alcance necesariamente social como ámbito de la dominación, del poder, la necesidad de expresarlo mediante una fuerza de carácter histórico-social que lo imponga, lo sostenga y lo legitime como régimen, la composición policlasista de esa fuerza, la necesidad de intervenir directamente en el movimiento social para amalgamar las fracciones de clase en alianzas, la necesidad de educar, formar y disponer de dirigentes y representantes de esas fracciones y sectores que, representando los intereses particulares inmediatos de esas fracciones y sectores, los dirijan y canalicen hacia una u otra de las alianzas que constituyen el modo social y «normal» de ser del régimen mismo.
El reconocimiento de que es así, de que ese es el mecanismo de dominación que se impone -y que se impone porque fragmenta el todo el espacio social en ámbitos específicos, limitando de ese modo la noción del poder social como poder acotado a algunas cosas y restringiendo el ejercicio del poder a la administración de la cuota parte de poder que cabe dentro de cada espacio ya delimitado-, objetiva los procesos de todas las luchas.

Decimos de todas las luchas porque el régimen lucha todos los días velando por ese ordenamiento. Y decimos objetiva, porque explica esa dinámica que es intrínseca al poder, es el modo de ser del poder, es el movimiento «interno» que lo constituye como poder. Así destierra el posibilismo y muestra la posibilidad real porque el conflicto y la tensión está en su naturaleza misma. Y deja expuesta la dimensión real del poder como totalidad (devenida y expresada en régimen organizado y articulado para imponerse y no al revés) y la naturaleza concreta del poder que es social.

** El mismo estado. Como si fuera una cosa dada natural y universalmente como institución de la humanidad. Será por eso que ya no hablan de clases, ni de pueblo (que no es justamente el conjunto de la población que mora dentro de un país) sino de ciudadanía. Ciudadanía nacional e incluso ahora, de ciudadanía global.

 

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