LAS COOPERATIVAS YERBATERAS FRENTE A LAS DICTADURAS

Por Lisandro Rodríguez


Las relaciones que establecieron las cooperativas con las dictaduras siempre fueron tensas, puesto que los gobiernos militares se manifestaban en contra de las distintas formas de organizaciones sociales.


Además, las políticas económicas solían ser adversas con el cooperativismo, siendo las restricciones de financiamiento un claro ejemplo. Desde mediados de la década del ´50, el movimiento cooperativo argentino inicia un largo retroceso, con una reducción en el número de entidades y dificultades para las que sobrevivieron. La inestabilidad institucional y la ruptura del orden democrático, fueron los condicionantes para la reducción en el número de cooperativas y de asociados.

Las cooperativas yerbateras no fueron ajenas a estas relaciones y los vínculos que establecieron a través de las distintas entidades como la Federación de Cooperativas o la propia Comisión Reguladora de la Yerba Mate (CRYM) determinaron estos enlaces. Los regímenes de mayor impacto en la economía yerbatera y en las asociaciones de productores son la que se registraron a partir de 1955.Las políticas económicas de la denominada “Revolución Libertadora” (1955- 1958), dieron inicio a la desregulación estatal en la economía productiva, conjuntamente con procesos de concentración de capital. En la región yerbatera el escenario propició la consolidación de una burguesía agroindustrial que concentró cada vez más verticalmente algunos de los circuitos productivos tradicionales de la economía agraria.

Sin lugar a dudas que la prohibición de cosecha de 1966 -en el año que inició el gobierno de facto el general Juan Carlos Onganía- fue una de las peores decisiones económicas y políticas para el sector yerbatero. La crisis en las entidades cooperativas se hicieron sentir y fueron eco de las movilizaciones y protestas. Las organizaciones sociales y movimientos que enfrentaban las políticas del gobierno sufrieron reveces y fueron perseguidos. En muchos casos dirigentes e integrantes representaban un blanco para el gobierno de facto, cuyo punto de máximo horror lo llevó a cabo la última dictadura en Argentina, con torturas y desapariciones forzadas que aún duelen en la memoria colectiva.  

En términos económicos el periodo que se inauguró con el golpe militar de 1976 se caracterizó por la liberación de cosecha, como así también por la expansión regulada del cultivo, es decir de la superficie implantada. En 1973 el Estado Nacional sancionó la ley 20371, que otorgó el carácter autárquico a la CRYM, cuya vigencia se extendió hasta la desregulación total en 1991.En un primero momento no se percibió una reacción contra la dictadura por parte de algunos sectores del cooperativismo, sino que depositaron las “esperanzas” en el nuevo gobierno:

Es comprensible que en este momento tengamos fe en las nuevas instancias que se abren en el orden nacional al igual que en el orden regional, y que exista de nuestra parte una expectativa reconfortante por los principios, declaraciones y resoluciones enunciadas en los primeros días del nuevo gobierno instaurado a fines de marzo (…). Nos asimos con firme esperanzas a la reconstrucción prospectiva que emana del Acta del 24 de marzo de 1976 que fija propósitos y objetivos básicos para el proceso de reorganización nacional.[1]

Conforme el panorama atroz de la dictadura se fue desarrollando, los movimientos sociales, principalmente el Movimiento Agrario de Misiones (MAM) se manifestaron en clara oposición al gobierno. Acompañaron esta postura, un número importante de productores del agro misionero. El nuevo modelo de acumulación provocó una crisis en el sector yerbatero y, por ende en las formas tradicionales de asociación, particularmente en las cooperativas que, desde 1926 agrupan a los pequeños y medianos productores misioneros.

A partir de entonces, el sector industrial acentuó un proceso de fuerte concentración que comenzó desarrollarse por la crisis que sufrió la actividad yerbatera con la prohibición de cosecha en 1966, condicionadas además por las fluctuaciones económicas que afectaban al producto y enfatizadas por la política económica financiera nacional. La situación se complementó por la influencia creciente de las cadenas encargadas de la comercialización, haciendo que ambas consoliden su papel en tanto eslabones que dirigen el sector, al tiempo que absorben las mayores ganancias. Estas medidas, contribuyen a debilitar el papel del Estado en la actividad y a disminuir la eficiencia del sector público, con impacto directo en las cooperativas.

Entonces, las dictaduras promovieron una política adversa para al movimiento cooperativo en Argentina. Las entidades yerbateras se vieron afectadas por dichas medidas. Al crítico panorama económico (reducido estimulo cooperativo, reducción del crédito) se sumaron con los últimos regímenes los atropellos a los derechos humanos, con la persecución y desaparición forzada de dirigentes agrarios e integrantes de distintos movimientos.

 Dr. Lisandro Rodríguez,
especial para MTH.

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[1]      
  FEDECOOP, Memoria… op. Cit., 1976

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