Por Eduardo Lucita ***
La deuda es el factor central del condicionamiento que subordina el país a los poderes centrales. El macrismo, deliberadamente, la hizo crecer en forma exponencial.
Casi en paralelo con la firma del acuerdo, el número 27 con el FMI,
la Editorial Metrópolis daba a conocer al mercado argentino la edición
de Sistema Deuda, el nuevo libro de Eric Toussaint (1),
uno más en su prolífica producción literaria e investigativa. En este
volumen resume conceptualmente estudios anteriores respecto del
endeudamiento de los países pero los coloca en una perspectiva más
amplia, global. Si en producciones previas analizaba los casos de
Argentina, Brasil, Ruanda, México, Irak… ahora nos introduce en los de
Grecia, Egipto, Túnez y nuevamente México. En cada caso analizado se
pueden encontrar pistas generales comunes a todos y también rasgos
específicos propios de la formación socio-económica de cada país y su
mayor o menor subordinación al mercado mundial.
Nuevo punto de vista
Aquí nos propone, siguiendo las pistas del endeudamiento en los diversos países durante dos siglos, un nuevo punto de vista de la problemática en cuestión. Este punto de vista es que las deudas públicas tomadas de conjunto constituyen un sistema, una suerte de ingeniería económica del capitalismo como tal. En última instancia una herramienta de dominación en torno a la cual se articula el capitalismo como tal.
Toussaint
nos explica que “el estudio de la crisis de la deuda de los últimos dos
siglos indica claramente que no son los países endeudados periféricos
los que provocan las crisis de las deudas soberanas. Las
crisis estallan en los países capitalistas más poderosos y provocan
como consecuencia suspensiones de pagos y efectos nefastos en los países
periféricos endeudados”. Sin retroceder tanto en el tiempo,
partiendo de la crisis mundial de los años ’70 del siglo pasado, con la
caída generalizada de la tasa de ganancia, los petrodólares primero y la
emergencia de una plétora de capital financiero después que no lograba
invertirse productivamente, se inicia un proceso de financiarización que
llega hasta nuestros días y que obliga una y otra vez a los países
periféricos a endeudarse para absorber esos excedentes financieros.
Según el Instituto Internacional de Finanzas, la deuda global total a
septiembre del 2018 alcanzaba a 244 billones de dólares, un 318 por
ciento del PBI mundial. Asimismo informa que este año habrá vencimientos
récord por 2,1 billones en los países emergentes, lo que presupone
dificultades de financiamiento.
Tesis
Una de las principales tesis del libro de Toussaint es la que establece una interrelación entre las tendencias del libre comercio y las deudas. Interrelación que hace que ambas tendencias actúen como mecanismos de dominación de los países centrales sobre los periféricos. Pues bien esta tesis permite explicar sin demasiadas teorizaciones por qué a solo dos años y medio de asumir el poder político y la administración de los asuntos del Estado el gobierno del presidente Mauricio Macri tuvo que recurrir de urgencia al FMI. El ahora presidente basó su campaña electoral en la crítica “al populismo” al que identificara con el intervencionismo estatal, con las regulaciones y controles que de conjunto “trababan” el libre juego de las leyes del mercado.
Coherente con esas definiciones y tributario de las concepciones neoclásicas propias del neoliberalismo mercado-céntrico eliminó
todos los controles a los flujos financieros, todas las regulaciones a
los movimientos del capital, extendió a diez años el plazo para que los
exportadores liquidaran las divisas, abrió las importaciones, eliminó
los máximos para las compras de divisas, quitó los controles de precios y
devaluó. En paralelo facilitó el ingreso de capitales
especulativos, garantizando grandes tasas de ganancias y salida de
capitales cuando quisieran. Todo lo financió con endeudamiento, iniciando así un nuevo ciclo, que por su velocidad y magnitud es inédito.
Condicionamientos
La deuda es hoy el factor central del condicionamiento económico que subordina el país a los poderes mundiales. Todo se articula en torno a las metas impuestas por el FMI que exige: libre
flotación del tipo de cambio en un sistema de bandas; poner fin al
financiamiento monetario del presupuesto; controlar la inflación
mediante estrictas metas de expansión monetaria; resultado fiscal
primario cero para este año y positivo para los posteriores; mayor
apertura comercial, reformas previsional, laboral y tributaria. Nada que promueva inversiones creadoras de empleo, menos aún de un plan productivo o medidas distribucionistas.
El
último Informe de la Secretaría de Hacienda da cuenta que al 30 de
septiembre pasado la deuda pública nacional -sin la de las provincias ni
del Banco Central- ascendía a los 308.000 millones de dólares, un 95,5
por ciento del PBI, el 78 por ciento tomada en moneda extranjera. En
tanto que la carga de intereses supera los 3 puntos del producto, lo que representa un 18 por ciento del total de los ingresos fiscales.
El libro que aquí comentamos es de lectura imprescindible para comprender cómo los problemas de la deuda de nuestro país se integran a un mecanismo global que tiene antecedentes históricos de larga data pero que se ha acentuado a partir de la crisis mundial de los años ’70 del siglo pasado.
El Sistema Deuda no solo condiciona las políticas
de nuestros países sino que nos subordina a las necesidades del capital
financiero internacional y a los grandes países del mundo. Constituye una trampa de la que solo es posible salir con una fuerte decisión y voluntad política.
Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda)
(1) Doctor
en ciencias políticas de las Universidades de Lieja y París VIII.
Referente e impulsor del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer
Mundo (Cadtm).
https://www.anred.org/?p=109800