COOPERATIVISMO YERBATERO Y PERONISMO: ¿UNA RELACIÓN ARMÓNICA?

Por Dr. Lisandro Rodríguez   ***

El contexto político, económico y social que se extendió entre 1946 y 1955 fue determinante para el desarrollo cooperativo argentino en general y el yerbatero en particular, así como en la relación de los productores con el Estado.

Este hecho se acentuó a partir de 1950, particularmente durante el Segundo Plan Quinquenal, que otorgó un papel significativo a las cooperativas agrarias al calificar a estas instituciones como unidades básicas de la economía social y al sostener que el “Estado auspicia la organización de un sistema nacional unitario de cooperativas de productores del país que defiendan sus intereses económicos y sociales; así como la participación en la fijación de los precios básicos y precios diferenciales que se fijarán a favor de las cooperativas agropecuarias».[1]

El impulso otorgado a cooperativismo agrario se visualizó a partir de distintas políticas estatales, como por ejemplo el crédito que fue un factor determinante durante este periodo y un elemento fundamental para conocer y comprender la relación -a veces tensa y otras armónicas, pero siempre compleja- entre el movimiento cooperativo y el Estado. En la región yerbatera el cooperativismo registró entre 1946 y 1955 un crecimiento notable (al igual que en el escenario nacional), en el número de entidades y en los productores asociados como lo demuestran los datos estadísticos. Además, el desarrollo cooperativo contribuyó al progreso económico del territorio, posibilitando la integración de los productores y el contacto intercooperativo a través de la Federación de Cooperativas de Misiones.

La función principal de las cooperativas en Misiones fue canalizar la producción de yerba mate de los asociados y comercializar sin la necesidad de recurrir a intermediarios. Sin embargo, las fuentes y documentos históricos denotan que la acción de las instituciones no se limitó a dichas funciones. El acceso a la tierra y la colonización ocuparon una agenda importante y constituyeron uno de los nexos entre las cooperativas yerbateras y el Estado peronista, al tiempo que la reducción en los costos de intermediación otorgó un papel destacado a estas asociaciones.

En el escenario nacional, la producción y la comercialización agraria fueron canalizadas por el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI). En lo que respecta a la actividad yerbatera, el Mercado Concentrador de la Yerba Mate (MCYM) mantuvo contacto directo con el IAPI, aunque la yerba mate se destinaba -en gran medida- al mercado interno. Las propuestas del Primer Plan Quinquenal (1947- 1951) respecto del movimiento cooperativo no parecieron satisfacer ni ajustarse a las necesidades de estas asociaciones. Además, en la región yerbatera argentina, la producción -durante este quinquenio- siguió sujeta a los cupos fijados por la CRYM y el MCYM. Las decisiones estatales, a través del MCYM se dirigieron a “perfeccionar” la producción primaria, con el objetivo de mejorar el producto final que llega al consumidor. La premisa consistía en expandir el consumo para liberar de esta manera – y en forma gradual- los cupos de cosechas. En 1944, la entonces Dirección de Yerba Mate -mediante un estudio que llevó a cabo- afirmó que, si no se renuevan las plantaciones, la producción para el año 1959 no llegaría a cubrir la demanda nacional.

A partir del Segundo Plan Quinquenal (1953- 1957) y, con la vuelta al campo, la relación entre el Estado y el movimiento cooperativo fueron más armónica; particularmente porque el gobierno consideró a las cooperativas como una institución fundamental para bajar los costos de intermediación.La expansión del cooperativismo en los inicios de la década de 1950 se debió entonces, a la promoción estatal de dichas entidades. Con tal fin se proyectó la creación de una Corporación Nacional de Cooperativas, la que tendrá subsidiarias en los centros productivos.[2]

Las orientaciones del nuevo Plan se plasmaron en las cooperativas yerbateras. Un ejemplo lo constituyó la Cooperativa Agrícola de Oberá. Según registros del Ministerio de Comunicaciones, en 1952 ingresó un documento oficial de esta cooperativa dirigido al ministro Oscar Méndez Bruhn. La propuesta consistía en el “acceso a la tierra” (una de las banderas del peronismo) a través de la colonización cooperativa que lo llevaría a cabo la entidad de Oberá. El escrito revela una solicitud hecha por el organismo oficial a la entidad misionera: De acuerdo a vuestras instrucciones hemos ubicado la futura colonia cooperativa, hemos telegrafiado nuestro agradecimiento al Excmo. Señor Presidente de la Nación el amplio apoyo dado a este proyecto […] Agradecemos de todo corazón su apoyo incondicional y desinteresado a favor de hombres del agro y futuro de la patria […] Dentro de breves días es su despacho para someter a estudio además documentación exigida para formación de la colonia. Saludo con toda consideración Ovidio Gunther (Presidente de la Cooperativa).[3]

En la cuarta reunión del “Plan Agrario” celebrada el 6 de febrero de 1952 en Buenos Aires, la actividad yerbatera ocupó un lugar destacado y -en concordancia con los planteamientos de la Dirección de Yerba Mate- se sostuvo que la situación de crisis será superada atendiendo a la producción primaria consideraba que: “El principal problema que tenemos en el momento es la producción. El consumo de yerba mate ha aumentado y ha disminuido la producción. Si bien hay que considerar que parte del aumento del consumo se debe a la falta de té y de café, el problema es serio, y hay que considerar de inmediato la necesidad de replante”.[4]

La autorización para realizar nuevas plantaciones fue aprobada por el Poder Ejecutivo Nacional ante las gestiones que se realizaron en 1953 y que se plasmaron dos años después con el inicio de nuevas plantaciones -durante la vigencia del Segundo Plan Quinquenal-  una vez superada la crisis económica de 1952 y luego de aplicarse el Plan de Emergencia Oficial. Las medidas y proyectos quedaron trunco a partir del golpe de 1955.

A modo de síntesis, en el periodo comprendido entre 1946- 1955 el cooperativismo yerbatero fue un interlocutor primordial entre el Estado y los productores en nuestra región; aunque las acciones colectivas no se redujeron a la producción y comercialización. Las medidas estatales en torno a la producción yerbatera respondieron a las necesidades del contexto y al inicio de un Estado que se transformó en dirigista desde mediados de los años 1940, y que con diferentes matices se extendió hasta 1955. La CRYM actuó como organismo interventor –aunque tuvo su sede hasta mediados de la década de 1950 en Buenos Aires y no en el área productora–, y junto al Mercado Consignatario intentaron sostener un precio capaz de cubrir los costos del productor más allá de las fluctuaciones del mercado, aunque en forma paralela existían operaciones directas de comercialización entre productor

Dr. Lisandro Rodríguez
, especial para MTH.

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[1]            
Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informaciones, Segundo Plan Quinquenal (1953-1957), Buenos Aires, 1953.

[2]            
Presidencia de la Nación. Ministerio de Asuntos Técnicos. 2 Plan Quinquenal. Territorio de Misiones, 1952 pp. 5

[3]            
AGN, Presidencia de la Nación, Ministerio de Comunicaciones, Buenos Aires, 1952

[4]            
AGN: Cuarta Reunión “Plan Agrario”, Buenos Aires, 1952 pp. 8

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