Por Tomás Lukin ***
La política económica que empezó a desplegar Bolsonaro en Brasil puede arrastrar a la Argentina.
La reducción del aumento del salario mínimo, el ajuste fiscal, las privatizaciones y las reformas laboral y previsional darán lugar a una nueva contracción del mercado interno brasileño, que afectará las exportaciones industriales argentinas.
El FMI asegura que el programa de austeridad implementado por Argentina restablecerá el crecimiento económico a partir del segundo trimestre. Como el consumo interno y la inversión privada seguirán en caída libre, el impulso esperado por el organismo llegaría por el frente comercial. El impacto recesivo de la devaluación permite contener las importaciones mientras que las condiciones climáticas impulsarán las ventas agropecuarias después de la sequía del año pasado, pero el porvenir de las exportaciones de manufacturas de origen industrial está sujeto al desempeño económico de Brasil, donde acaba de asumir la presidencia Jair Bolsonaro. PáginaI12 consultó a los economistxs Mercedes Marcó del Pont (FIDE), Pablo Dragún (CEU-UIA), Paula Español (Radar), Victoria Giarrizzo (Cerx) y Alejandro Fiorito (UNM) para identificar los riesgos que presenta para Argentina la política económica que pretende implementar el nuevo gobierno brasileño.
Lxs cinco analistas consultados advierten que el paquete de medidas anunciadas hasta el momento amenazan con devolver al país vecino al escenario recesivo. La reducción en el aumento del salario mínimo, la profundización del ajuste fiscal, la reforma previsional con la creación de las AFJP, las privatizaciones aceleradas y (más) flexibilización laboral darán lugar a una nueva contracción del mercado interno brasileño que se traducirá en una nueva caída de la demanda de exportaciones argentinas, con el consecuente impacto sobre el nivel de empleo industrial. El país vecino es el principal socio comercial de Argentina. Hacia ese mercado se destinó el 18,2 por ciento de las exportaciones totales durante los primeros diez meses del año pasado. Automotriz, neumático, química y plástico son algunos de los rubros más expuestos.
Frente
a un debilitado Mercosur, el anunciado proceso de apertura comercial
multiplicará, a su vez, el impacto negativo sobre las empresas
argentinas. No solo deberán intentar colocar sus productos en un
mercado que se achica sino que quedarán expuestos a la competencia de
las firmas del sudeste asiático. Pero el porvenir brasileño no es el
único riesgo para el desempeño exportador al que se encomendó la
gestión cambiemita para recuperar el crecimiento económico. Los
aumentos en las tasas de interés de la Reserva Federal, la volatilidad
en los mercados financieros internacionales y la disputa comercial entre
Estados Unidos y China suman presiones a la baja sobre la vulnerable
demanda externa.
El ajuste no empuja
“Nuestro
principal socio comercial todavía no logró superar la pérdida
experimentada durante la recesión de 2015 y 2016, cuando el producto
acumuló una caída cercana al 7,0 por ciento. La regla fiscal impulsada
en 2016 que limita el crecimiento del gasto al índice de la inflación
permite explicar la debilidad de la demanda agregada que ancla las
posibilidades de una recuperación más fuerte”, explicó a este diario Marcó del Pont. Brasil cerrará 2018 con una tímida mejora del PBI de 1,3 por ciento. “No
hay razones para pensar que esta inercia de bajo crecimiento cambie
durante la gestión de Bolsonaro. La estrategia económica mantiene el
sesgo ortodoxo impulsado por su predecesor”, consideró la ex banquera central al recordar que el ajuste fiscal comenzó durante el gobierno de Dilma Rousseff.
Entusiasmados tras la asunción de Bolsonaro, los bancos y consultoras que participan del relevamiento de expectativas de mercado del Banco Central de Brasil pronosticaron la semana pasada que la economía crecerá hasta 2,6 por ciento. También optimistas son las proyecciones de los organismos multilaterales.
El FMI dice que el producto se recuperará 2,4 por
ciento y el Banco Mundial espera una mejora del 2,2 por ciento. Para
Fiorito, investigador de la Universidad Nacional de Moreno, “todas las medidas anunciadas son contractivas de la demanda: reducción
del gasto, liquidación de empresas públicas, reforma del sistema
previsional y restringir el crédito de los bancos públicos. Brasil volvió a los años noventa argentinos. No hay indicios de una reactivación que permita salir del estancamiento que comenzó hace siete años”. En ese sentido, el economista advierte que “tampoco
puede esperarse una recuperación exportadora. Incluso si su economía
crece alrededor del 2 por ciento que sería un gran éxito, no habrá una
locomotora brasileña que arrastre a la Argentina”.
Un
elemento adicional a la hora de considerar la debilidad de la economía
brasileña es la escalada en el desempleo que entre 2015 y 2018 pasó de
6,5 a 11,7 por ciento, lo que equivale a más de 12 millones de
desocupados. “Para la economía argentina en su conjunto lo que
importa no es tanto la competitividad cambiaria con el país vecino sino
su crecimiento”, enfatiza Marcó del Pont al señalar que “a más de
un año de la implementación de la reforma que flexibilizó al extremo
las condiciones laborales, todos los indicadores del mercado de trabajo
son decepcionantes. El empleo cayó y las ocupaciones que se crean son
básicamente informales o por cuenta propia”.
Riesgo industrial
“A
lo largo de los primeros diez meses de 2018, Brasil fue el destino del
18,2 por ciento de las exportaciones totales. Si sólo se consideran los
bienes industriales, la relación es aún más significativa: en el
mismo período, Brasil fue destino del 37,2 por ciento de las
exportaciones de manufacturas de origen industrial y en algunos sectores
fabriles representó más del 50 por ciento de las ventas externas, como
la cadena automotriz, plásticos y sus manufacturas, productos de
molinería”, explicó Dragún, quien dirige el Centro de Estudios de la UIA. “La
incipiente mejora que comenzó a mostrar Brasil ayudó a que algunos
sectores industriales mejoren un poco. Pero entre 2014 y 2016 la
industria brasileña perdió 20 puntos. Incluso una recuperación como la
que anticipan los mercados es insuficiente para traccionar a la
Argentina”, comentó el economista al ser consultado por este diario. “Frente
al programa económico que plantea Bolsonaro, Argentina tiene todo para
perder. No solo por un Mercosur debilitado, incluso si no se flexibiliza
el acuerdo, si Brasil adopta una mayor apertura comercial las empresas
argentinas serán castigadas por una competencia feroz de otros países,
en particular asiáticos”, indicó Español, de Radar Consultora. Por
su parte, Giarrizo, del Centro de Economía Regional y Experimental
(Cerx), considera que frente a un Mercosur debilitado “las
exportaciones de las empresas pymes que venden productos a ese mercado
pueden verse complicadas ya que habrá menos margen para negociaciones
bilaterales”.
Un elemento adicional que plantea Español es
que en contextos recesivos no solo cae, por ejemplo, el patentamiento de
vehículos sino que la estrategia del país vecino es inducir una
reducción en la participación de los autos importados sobre el total.
Español considera que una posible ruptura en el bloque regional
afectaría los ya escasos flujos de inversiones extranjeras hacia la
Argentina: “Cuando los inversores deban elegir en qué país
instalarse para abastecer de autopartes a la región se volverán a Brasil
en detrimento de Argentina”.
“Al mundo desarrollado y
especialmente al mercado, Bolsonaro les encanta. Eso podría aumentar
los flujos de inversiones a Brasil y a nosotros beneficiarnos por dos
vias: algún efecto rebote de esas inversiones aunque lo veo poco
significativo y un tipo de cambio real bilateral más favorable a la
Argentina porque el real podría apreciarse”, apunta Giarrizzo al advertir que “son conjeturas en base a los pronósticos optimistas que hacen los organismos multilaterales”.
Ante la consulta sobre los potenciales efectos positivos de las
políticas anunciadas por Bolsonaro y sus colaboradores, Dragún señaló
que el programa de privatizaciones puede mejorar las expectativas
reimpulsando la llegada de flujos financieros hacia la región aunque,
como demostró la crisis financiera de 2018, la economía argentina es
vulnerable a los movimientos de esos capitales.
@tomaslukin
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