LA ONDA SIGUE VERDE

Por Sonia Santoro   ***

Los pañuelos que identifican el reclamo por la ley de aborto se mantuvieron y hasta se multiplican.

Chicas, varones jóvenes, mujeres mayores y también algunos hombres. El pañuelo de la Campaña por el aborto atado a carteras, bolsos y mochilas no sólo no perdió vigencia tras el rechazo al proyecto sino que su presencia es cada vez más notoria. Testimonios y reflexiones sobre el fenómeno.


Imagen: Sandra Cartasso

La marea verde llegó, inundó la ciudad, el país, la región, y ahora en retirada, dejó estampas muy visibles: los pañuelos verdes
. Cuelgan de mochilas y carteras, pero también se los ve en cuellos, muñecas y en alguna ventana o rincón de trabajo. Los pañuelos por el aborto legal seguro y gratuito lograron instalarse como símbolo para recordar lo que todavía falta por conquistar. Hijos de los pañuelos de las Abuelas y las Madres, ya son parte del imaginario colectivo. “Hace mucho que no se encontraba una causa tan interesante, con valores y con una fuerte imagen visual, fácil y no agresiva”, apunta la experta en sociología de la moda Susana Saulquin.

Como algas esparcidas en la arena de una playa imaginaria, después de la marea en retirada, los pañuelos nos interpelan a cada paso. A punto de subir en la Estación Medalla Milagrosa del subte E, Irina Ortiz, de 20 años y estudiante de veterinaria, lo lleva en su mochila. Empezó a usarlo, como la mayoría de las jóvenes, este año e incluso una semana concreta, la de la votación en la Cámara de Diputados del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). “Creo que todavía hay oportunidad de que sea ley”, dice ella, que lo empezó a llevar por iniciativa personal y lo llevará “hasta que se normalice todo y se haga algo al respecto”.

“A los que dicen que esto es una moda les falta información”, apunta Irina. Porque claro, mucho se ha dicho sobre su uso y desuso, como si fuera pecado que un pañuelo con simbología política se convirtiera en moda. Lo cierto es que cuando el pañuelo verde llegó a la tele, su uso se masificó. Tal vez fue el periodista Jorge Rial, uno de los primeros que lo mostró, atado a su muñeca, como un rocker. Y  así el pañuelo fue ampliando la posibilidad de zonas corporales donde lucirlo. En la tradición militante feminista siempre lo portaba en el cuello. Este año se lo vio en cinturas, muñecas, espaldas, balcones y bolsos. También llegó a las mesas, y fue impactante verlo en la de la antiquísima conductora Mirtha Legrand. Cuando la actriz Nancy Dupláa, una de las protagonistas de la novela 100 días para enamorarse, apareció en una escena de la tira con un pañuelo verde en la muñeca, las redes sociales gritaron. Incluso en el último aviso de Nike “Juntas imparables”, que apareció en agosto, muchas leyeron un guiño a la causa en la mujer que avanza desafiante montada en un caballo con un pañuelo verde cubriendo su boca.

La mediatización del pañuelo ciertamente alimentó el movimiento a favor del IVE y lo amplió. Muchas se enteraron de su uso por la tele o porque lo vieron y preguntaron qué era eso. Algo así le pasó a Paula Juarez Grenat, de 33 años, que también lleva el pañuelo en su mochila porque “sigo creyendo en la causa”. Lo usa desde la primera marcha masiva, a la que llegó después de trabajar, acompañada de una amiga. “Lo voy a llevar indefinidamente, hasta que sea ley –dice–. Nunca pensé en sacármelo”.

El mundo del pañuelo

La historia del pañuelo verde remite al Encuentro Nacional de Mujeres de 2003. Se eligió un pañuelo por el simbolismo que tiene en Argentina el de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y el verde porque era un color vacante de simbologías políticas. Ahora claramente esa vacancia no es tal. El verde se llenó de contenido. En Once, se lo vendía durante la fiebre por la aprobación del proyecto en el Congreso Nacional, como “verde aborto”, desbancando al original “verde Benetton”.

Desconociendo la historia del origen del pañuelo, la ilustradora Mariana Baizan dibujó una ilustración en la que dos mujeres, sentadas de espaldas y muy juntas miran al horizonte. Una es una mujer de pelo canoso y lleva el pañuelo blanco atado a la cabeza, la otra es una joven y lleva el pañuelo verde sobre los hombros. La leyenda dice “ahora y siempre”. “El dibujo es de principios de 2017, lo hice para el 24 de marzo. Lo subí a las redes y nadie le dio bolilla”, cuenta. Un año después, el año de la marea verde, sorpresa: la ilustración encontró el plafón social necesario para lograr la viralización. El pañuelo verde ya era parte del imaginario. “En diciembre del año pasado nunca hubiésemos dimensionado lo que pasó seis meses después y sorprende ver gente que en su vida había visto un pañuelo, como lo militó a full”, agrega Baizan, desde Mendoza. “Los pañuelos se siguen viendo porque la lucha no ha terminado, la lucha sigue. Y se puede hacer un paralelismo con Madres y Abuelas que también siguen buscando justicia; ambas generaciones seguimos con nuestras luchas respectivas. Se van a seguir viendo hasta que sea ley”, cuenta.

Adolescentes y jóvenes con  y sin participación política se sintieron interpeladas por el pañuelo y se sumaron a las militantes de siempre. Mónica Pérez, de 60, es una de ellas. “Antes solo lo llevaba cuando iba a las marchas”, cuenta. Este año fue y es parte de su indumentaria cotidiana. “Lo sigo usando porque una de mis metas es tratar de que el aborto sea ley”, explica. Ella lo ata siempre a la cartera pero “cuando hay foto me lo pongo en el cuello o lo abro y lo muestro”.  Ex militante ferroviaria, en sus múltiples luchas, no recuerda otro símbolo que se haya instalado como éste.  Susana Saulquin, directora de la carrera en especialización de Sociología del Diseño, FADU-UBA, tampoco recuerda algo parecido. Tal vez, dice, en la década de los 60, la lucha por la educación laica y libre, que también fue en colores y “los verdes eran los libres”.

La estética y la ética
Para Saulquin, una de las características de la vigencia de este fenómeno es que en el pañuelo verde coinciden la ética y la estética. “Es algo inédito incluir al otro en sus manifestaciones. Normalmente la sociedad fue individualista. Esto incluye al otro. Es un comportamiento de fuerte tendencia ética. Hasta fines de siglo XX era fuerte lo estético, en este siglo XXI es muy fuerte lo ético y en la despenalización del aborto hay conductas éticas. Se junta lo estético con lo ético, por eso es fuerte y va a seguir por mucho tiempo”, dice.

–¿Cómo sería eso?

–Es muy fuerte porque adhiere a una causa justa que da pertenencia, identidad y legitimación desde una mirada de la tendencia macro social. Es muy interesante porque se está encolumnando con tendencias macrosociales como es el empoderamiento de la mujer. Cuando la gente se pone el pañuelo verde está sintiéndose perteneciendo a un grupo y eso es muy fuerte. Hay un nuevo imaginario social que se expresa en una ideología que tiene como función la integración del grupo. Como toda ideología permite la legitimación y la integración. Son acontecimientos casi fundadores. Fortalecen la identidad con una idea, y esto le da una imagen idealizada de sí mismo al grupo. Una imagen justa, necesaria, ética y con un simbolismo muy fuerte. Por eso se suman cada vez nuevos grupos que quieren mantenerse incluidos
.

–¿Y cómo influye el hecho de que el objeto sea un pañuelo?


–El simbolismo que tiene un pañuelo en nuestro país… tiene el simbolismo de la causa justa, de la reivindicación.


–¿Y el color verde?


–La simbología del verde siempre fue el cambio, la esperanza. Además va de acuerdo con la sostenibilidad, el paisaje, con toda una nueva forma de pensar lo urbano. Lo verde es lo ético, tiene una cantidad de significación pero sobre todo tiene que ver con la sostenibilidad y con los comportamientos correctos.

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