NO HAY MALA PRAXIS. ES UN PROYECTO POLÍTICO ECONÓMICO QUE LLEVA A LA CATÁSTROFE

por Alejandro Mosquera   ***

Ya nadie (o casi nadie) discute la catástrofe económica y social que provocó la política de Cambiemos.

El país sufre una vez las consecuencias de una política basada en los dogmas del ajuste, la reducción del gasto, la recesión planificada y la apertura indiscriminada de importaciones como freno de la inflación, la inflación como licuación de salarios reales, que junto con la devaluación permitida o auspiciada significan una transferencia de recursos extraordinarios de los sectores del trabajo y la producción a los especuladores.No hay mala praxis. Es un proyecto político-económico que lleva a la catástrofe.

Recordar esto es para no caer en ingenuidades o en los argumentos que confunden o que buscan hacernos creer que, con cambios de gestores, ministros y algunas medidas para destrabar la imposibilidad política y social de un ajuste tan desigual significan cambiar el rumbo.

El gobierno ve diluirse su poder político por tres razones: la primera es que el plan y el acuerdo con el FMI es desarmar los instrumentos que tiene el Estado para intervenir en la política económica, el ejemplo mas evidente es que en Olivos se esta diseñando las medidas económicas que se anunciarán en la semana pero que deben ser autorizadas por el Fondo y hacia allí viaja el ministro Dujovne que muchos ven con un pie afuera del gobierno.

La segunda razón hay que buscarla en que el bloque de poder que dio sustento al triunfo y gestión de  Mauricio Macri se dividió. Las contradicciones son mayúsculas por intereses, y por el reparto de esas transferencias de recursos que hablamos en párrafos más arriba.

Y la tercera razón es en el crecimiento de la oposición y resistencia de nuestro pueblo que desbarataron los sueños de algunos dirigentes o gobernadores del PJ colaboracionista que entrevieron la posibilidad de incorporarse al ejecutivo en momentos de auge de Cambiemos.

¿Vacío de poder?
Estas razones se encuentran en lo que aparecen como “errores”. El presidente habla 1 minuto 40 en medio de una crisis que ellos provocaron. Solo dice que tiene un acuerdo con el FMI que no tiene, y que él va a conseguir profundizar el ajuste para poder pagar la mega deuda externa que ellos generaron. ¿a quien le habló? Responden al mercado. ¿Que es el mercado?, ¿cuantos jugadores reales y grandes hay que se están llenando los bolsillos con las devaluaciones sucesivas? No son tantos, Argentina no es Wall Street ni Londres.

En medio de las movilizaciones más importantes de los universitarios, recibe a los rectores de las Universidades Nacionales sometidas al ajuste, a presupuestos devaluados y que paralizan la actividad, quizás la reunión mas importante pensando en el futuro del país, y solo está 20 minutos para sacarse una foto y decir que esto es lo que hay, es decir que hay que ajustarse.

Ahora todos los piden que vuelvan las retenciones, los del oficialismo, sus gobernadores, los medios de comunicación aliados, la cuasi oposición, los colaboracionistas, la oposición política. Y un mes después de haberles prometido a sus socios del consorcio sojero y agropecuario que no lo haría se dispone a encontrar una variante para aplicarlas. Eso sí mientras despide estatales, alarga las paritarias de los docentes, reprime a los que protestan.

El poder real le pide cambios de gabinete, le gritan en la cara que lo eche a Marcos Peña, repetido casi hasta el hartazgo en todas las notas de Clarín. Y le aclaran por lo bajo que es para salvarlo a él y al proyecto. Macri desconfía sabe que las críticas a Peña Braun son en realidad a él y son parte de esa dilución del poder que hemos hablado desde hace meses en esta columna. Si saco a Marcos todas las criticas me van a pegar a mi, razona el presidente, y en realidad piensa que vendrán por él.

Le recomiendan que la solución es Rodríguez Larreta en la Jefatura de Gabinete, y el jefe de la ciudad no sabe como escapar, sabe que subir al timonel de un barco que se esta hundiendo terminará con su carrera política a futuro. Prefiere que aún en el peor de los casos les quede la retaguardia de la Ciudad.

María Eugenia Vidal intenta diferenciarse de Macri y las consecuencias de las políticas lideradas por ejecutivo nacional. Pero íntimamente sabe que ya no puede, el desprestigio creciente de Macri la arrastra, y si se diferencia demasiado puede provocar la caída del presidente, y eso la arrastraría también.

El poder real, el FMI, los acreedores exigen que se recupere poder político. Le llaman consenso. Ante la cerrazón del gobierno se conversa o rumorea el plan b. Un gobierno de unidad nacional (con Macri o sin Macri) donde solo quede afuera el Kirchnerismo y la izquierda. Sueñan, planean que con el mega ajuste de Macri en algún momento la economía va a empezar a rebotar y esta solución “política” va a garantizar la estabilidad y el rumbo central del proyecto actual. Dicen que con tal que no vuelva el populismo de izquierda el poder real los va a bancar.

Sin embargo, los candidatos en potencia, sobre todos aquellos con edad para tener tiempo, dudan, porque si fracasan, y la economía sigue en baja, y tienen que profundizar aún más el ajuste, ello los puede llevar por una pendiente de descrédito social muy importante. El mensaje que le dan al poder real es que esa variante si saliera mal es darle todo el poder a CFK.

Esto sucede en las alturas, en las elites. En el pueblo la grieta se desdibuja mazazo tras mazazo del tremendo ajustazo. Crece la resistencia y la movilización popular. Hace falta organizar el futuro. Proponer un camino alternativo. Mientras el plan de emergencia del poder apunta a garantizar la agenda del capital financiero y la continuidad de la fuga de capitales, debe construirse un plan de emergencia de los intereses del pueblo para defender la producción nacional, el trabajo y frenar los despidos, aliviar a los inquilinos, retrotraer los tarifazos, garantizar el presupuesto educativo, garantizar la alimentación para todas y todos.

Con inteligencia, paciencia, creando puentes y organización popular, con el Frente mas amplio que podamos, pero sin perder el rumbo de transformación, sin aceptar las provocaciones, y a la vez que ninguna medida pase sin lucha, prepararnos para derrotar democráticamente a los neoliberales y construir un nuevo gobierno popular que impulse una nueva oleada de nuestro pueblo en pos de viejos derechos destrozados en estos 3 años y nuevos derechos. Una nueva democracia que nacerá sin permiso.

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