Por Rubén Emilio García ***
El pasado año 2017, se cumplió 2.030 años que fundara La Academia, su ilusión hecha realidad. Puso el nombre en honor a Academus, héroe legendario de la mitología griega, quien diera aviso a los hermanos gemelos Dioscuros para salvar a Elena, la bella y deseada muchacha de Troya, del rapto del enamoradizo Teseo.
Cabalísticamente, dirán aquellos que se dedican a la numerología, el 7 es el número del gran filósofo que nació en el 427 (AC) al comienzo de la guerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas; y dando crédito a ese número su muerte se produjo en el -347.
El logro más grande de su vida fue fundar en el -387 la primera universidad de occidente, convertido en centro formador de filósofos, científicos y estadistas. En su mente cobijaba la idea de que los que “saben” son los más adecuados para detentar el poder. Sin embargo, en nuestra Argentina, la realidad cotidiana lo desmiente como un mazazo en su pretendido mundo ideal; puesto que su quimérico idealismo nunca fue del todo puesto en vigencia en nuestro país. No obstante, tal principio fue cuestionado por su discípulo Aristóteles cuando afirmaba que la única verdad es la realidad, término que puso de moda Juan Domingo Perón y fuera repetido como cantinela por sus seguidores para dar fe o salir de algún enredo.
Dejando a un lado estas posiciones contrapuestas, fueron de gran importancia sus cartas que en forma de diálogo escribió en su vida, porque sostenía que la mejor manera de expresar su filosofía por escrito es acercando lo más posible la escritura al habla, como se platicaba en el ágora.
Interesante dentro de sus escritos fue la visión y análisis de la situación política y social de la época. En “La República”, su magno libro decía: “Siendo yo joven, pasé por la misma experiencia que otros muchos. Pensé dedicarme a la política tan pronto como llegara a ser dueño de mis actos, y he aquí las vicisitudes de los asuntos públicos de mi patria a que hube de asistir, que siendo objeto de general censura el régimen político a la sazón imperante, se produjo la revolución de los Treinta Tiranos. Se daba la circunstancia de que algunos de ellos eran allegados y conocidos míos, y en consecuencia requiriesen de mi colaboración, no fue así. Y pensé que iban gobernar la ciudad sacándola de un régimen de vida injusto y llevándola a un orden mejor. Y vi que en poco tiempo hicieron parecer bueno, como una edad de oro, el régimen anterior…”
Pensar que este relato fue escrito en Grecia hace dos mil y pico de años. Sin embargo, pareciera que describe el presente actual de nuestra Argentina ¿O es casualidad?
