LA EMIGRACIÓN VENEZOLANA

 

Por Pablo Siris Seade   ***

Muchos han sido los medios del mundo que por estos días se han hecho eco de la supuesta crisis humanitaria, o crisis migratoria que se vive en Venezuela y muchas son también las voces, que a priori podemos suponer bienintencionadas que se han hecho eco de preocupaciones en torno a esto. Sin embargo, hay tela para cortar en torno a este tema.

Veamos.

Algunos datos previos
Según la Organización Internacional para las Migraciones (IOM, por su sigla en inglés), el flujo internacional de migrantes se ha mantenido estable en los últimos años en términos porcentuales y sus fluctuaciones se deben fundamentalmente al incremento poblacional de la humanidad.

La migración ha sido un fenómeno natural a lo largo de la historia y tiene múltiples explicaciones. Algunas zonas del planeta han sido alternativamente emisoras y receptoras de migrantes en función de su situación política, económica y social, así como de conflictos bélicos, religiosos, étnicos o de fenómenos naturales y climáticos.

Esto ha sido así desde el principio de los tiempos y miles de millones de personas a lo largo de todo el planeta pueden dar fe de ello.

Una de cada 30 personas en el mundo, según la IOM es migrante (244 millones de personas de los 7.300 millones de seres humanos que habitan el planeta), un poquito más de hombres que de mujeres (52%) y el 72% de ellos en edad de trabajar (20-64 años).

El continente con mayor número de migrantes es Europa, seguido por Asia, América del Norte, África, América Latina y el Caribe y, finalmente, Oceanía.

Los países con mayor número de personas que residen fuera de su país de origen -siempre de acuerdo a la IOM- son India, México, Rusia, China, Bangladés, Pakistán, Ucrania, Filipinas, Siria, Reino Unido, Afganistán, Polonia, Kazajstan, Alemania, Indonesia, Rumania, Egipto, Turquía, Estados Unidos e Italia.

Aunque en algunos de estos casos la explicación pudieran ser diversas crisis, obviamente en otros casos no es así y la cifra se explica simplemente por las dimensiones poblacionales de esos países.

Los países de los que han salido el mayor número de refugiados son Siria, Afganistán, Sudán del Sur, Somalia, Sudán y la República Democrática del Congo.

En cambio, los países que han recibido el mayor número de refugiados son Turquía, Pakistán, Líbano, Irán, Uganda y Etiopía.

En América Latina los 20 países con mayor número de emigrantes son México, que suma más que todo el resto del continente, seguido por Colombia, Brasil, El Salvador, Ecuador, Cuba, Perú, Haití, República Dominicana, Guatemala, Jamaica, Argentina, Bolivia, Paraguay, Venezuela, Nicaragua, Honduras, Chile, Guyana y Costa Rica.

El caso de Guyana es particularmente significativo, porque casi el 60% de su población ha migrado de su país de origen, le sigue Jamaica (38%), El Salvador (24%), Paraguay (13%), República Dominicana (12%), le siguen todos los países antes mencionados y en el penúltimo lugar de este top 20 Venezuela con cerca del 3%.

¿Qué pasa con Venezuela?

Como veíamos antes, de acuerdo a las cifras de la IOM, Venezuela no es el país con más migrantes ni en números absolutos ni en porcentaje de su población.

No se pretende en esta nota, sin embargo, negar la realidad: el fenómeno migratorio venezolano es importante y novedoso. Tan importante es que el Gobierno de Nicolás Maduro lanzó un plan denominado “Vuelta a la Patria” para ayudar a los venezolanos y venezolanas que están fuera del país y desean retornar.

El primer resultado de esto fue un vuelo con 98 personas que retornó desde Perú el pasado lunes y mientras se escriben estas líneas están retornando más de 200 personas desde Brasil.

Quienes buscan retornar han sufrido mil y una penurias en sus países de “acogida”, donde se han encontrado en que una cosa es el discurso de sus gobernantes y otra cosa el trato que reciben quienes allí llegan.

Desde trata de personas, superexplotación, prostitución forzada, estafas, falsas promesas, de todo han vivido los venezolanos y venezolanas que han salido de su país.

Los heridos de la guerra económica, las “víctimas colaterales” del intento por destruir la Revolución Bolivariana son gente de carne y hueso, con aspiraciones, necesidades y sueños. A ellos, dentro o fuera del país, se dirige una nueva política de Estado destinada a brindarles respaldo y posibilidades ciertas de un retorno seguro y protegido por el Gobierno que los incorpora de inmediato al sistema de protección social.

La misma protección social que el Estado venezolano le brinda a los 5:600.000 colombianos y colombianas que viven en el país, o a los 500.000 de origen peruano, o a los 400.000 que nacieron en Ecuador.

Para muestra, algunos botones:

  • Una de cada cinco viviendas de las más de dos millones que ha construido la Gran Misión Vivienda Venezuela (438.110 para ser precisos) han sido entregadas a familias colombianas.
  • Siete de cada cien nacimientos en el país son de padres colombianos.
  • Un millón de cajas de los CLAP son entregadas cada mes a familias compuestas por originarios de Colombia.
  • El 17% de todas las consultas médicas realizadas en el sistema de salud pública son realizadas por ciudadanas y ciudadanos colombianos.

Es fácil saberlo, porque Venezuela además ha cedulado a estos millones de personas, otorgando residencia indefinida y la nacionalidad por naturalización a quienes así lo han solicitado.

Y, sin embargo, Venezuela no ha declarado emergencia humanitaria ni recibe un solo dólar por parte de Estados Unidos u organizaciones internacionales humanitarias.

Todo lo contrario, desde hace ya cinco años Venezuela está sometida a un terrible bloqueo financiero internacional que no le permite obtener crédito ni comprar productos imprescindibles para la vida de sus habitantes (aun teniendo los recursos para poder hacerlo).

Incluso se han congelado fondos públicos en diversos bancos de forma que el dinero de todo el pueblo venezolano ha sido secuestrado en distintas instituciones financieras de Europa y Estados Unidos.

El papel de los medios de comunicación

Mientras algunos gobiernos del continente plantean políticas discriminatorias de migración (expulsan -por ejemplo- a dominicanos y haitianos pobres, pero les dan residencia automática a venezolanos profesionales de capas medias), los medios de comunicación juegan el papel del coro en el antiguo teatro griego, que justificaba y ensalzaba las acciones de los agonistas, como se conocía a los actores.

Silencian deliberadamente las crisis humanitarias en Siria, Yemen, Birmania, Iraq, o minimizan la inmensa migración desde Centro América (especialmente México) a Estados Unidos, o simplemente desprecian las migraciones ecuatoriana, peruana, paraguaya, mientras amplifican absurdamente y de forma sincronizada la migración venezolana.

A conciencia esconden segmentos de la historia, como que por cada venezolano que hay en Colombia, más de nueve colombianos viven en Venezuela.

Quizás el dato más revelador que entrega la propia IOM sea el trabajo que realizó en distintos pasos de la frontera colombo-venezolana con personal de la Cancillería del primero de los países.

En este monitoreo, se revela que durante el mismo cruzaron la frontera con dirección a Colombia 224.804 personas, mientras que 252.565 lo hicieron con dirección a Venezuela. Fueron más quienes se dirigieron desde Colombia a Venezuela que viceversa.

En el mismo estudio realizado por el gobierno colombiano y la Organización Internacional para las Migraciones se revela que el 69% de las personas que ingresaron a Colombia tenían por objeto retornar el mismo día a territorio venezolano, mientras que solamente el 5% preveía permanecer en el país y un 3% se dirigía a terceros países.

El 52% de quienes cruzaron la frontera era para hacer compras en territorio colombiano (fundamentalmente alimentos y medicamentos), mientras que un 14% trabajaba en ese país (sobre todo en los sectores servicios y comercio).

Pero el dato más revelador, que los medios ocultan concienzudamente es que dos de cada tres de quienes viajan a Colombia desde Venezuela son colombianos que deciden retornar a su país de origen o personas que tienen doble nacionalidad.

Ocultar estos datos, que son de conocimiento público y han sido presentados en distintas instancias, equivale a mentir sin tapujos.

El fenómeno venezolano es importante, sin duda, pero no es mayor (de hecho, como ya vimos es mucho menor) al del resto de las naciones de nuestro continente y es mínimo en relación a los 244 millones de migrantes que circulan a lo largo y ancho del planeta.

Mire en su entorno cercano, seguramente en su propia historia, y verá por todos lados gente que ha llevado sus sueños a la espalda y ha atravesado el mundo, muriendo cada día por estar lejos de lo que más ama, pero construyendo con tesón y sacrificio el nuevo rostro del futuro de la humanidad.

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