CAMBIAMOS


Por Osvaldo Fernández Santos   ***

La producción de subjetividad y la proyección de un futuro está en disputa. La existencia de un entramado histórico de solidaridad, organización, memoria y lucha, permiten avizorar una esperanza aún en medio de la desintegración a la cual el macrismo arrastra al país.  

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“Todo aquel tiempo fue como un largo sueño. La ciudad estaba llena de dormidos despiertos que no escapaban realmente a su suerte sino esas pocas veces en que, por la noche, su herida, en apariencia cerrada, se abría bruscamente. Y despertados por ella con un sobresalto, tanteaban con una especie de distracción sus labios irritados, volviendo a encontrar en un relámpago su sufrimiento, súbitamente rejuvenecido, y, con él, el rostro acongojado de su amor. Por la mañana volvían a la plaga, esto es, a la rutina.”
La Peste, Albert Camus.

“El capitalismo viene al mundo, chorreando lodo y sangre.”
El Capital, Karl Marx.

“El futuro llegó hace rato, todo un palo, ya lo ves.”
Todo un palo, Los Redonditos de Ricota.

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El cambio llegó como el futuro, todo un palo del pasado. El cambio develado era la peste. La peste chorreando sangre.

La experiencia inédita de las clases dominantes gobernando con partido propio, de derecha pura y dura, legitimada por el voto popular, fue el único cambio.
El resto historia conocida,  incluida la apuesta clásica a la desaparición del estado de derecho, de los derechos sociales, laborales y humanos, con el singular aporte de la eliminación del significante “derechos” en la lengua parca y limitada del presidente & cía. La devastación ha sido tal, que otra vez se mensura por medio del riesgo país de las elites financieras internacionales, y del dolor país del pueblo.

La reiteración goebbeliana de la mentira y la construcción del odio para el advenimiento de la post verdad macrista y la aplicación del plan negociados bajo el paradigma del neoliberalismo, funcionó como una aplanadora imparable. La infraestructura dantesca de los medios masivos de comunicación, de amplios sectores del poder judicial, y de los servicios de inteligencia nacional e imperial, parecía una maquinaria de eficacia irrefrenable en la colonización de las subjetividades. El chiste del mejor invento del capitalismo, “el pobre de derecha”, se convertía en una realidad irrespirable. Sin embargo “pasaron cosas”, pasó el ejercicio palpable del gobierno de Cambiemos y sus consecuencias. La creación de sentido por fuera de la materialidad o a pesar de la materialidad de los acontecimientos, perdió potencia.  

El ataque a la inteligencia de las consignas huecas y las palabras vacías: “diálogo, el equipo, juntos, la alegría, la lluvia de inversiones, el mejor equipo, el segundo semestre, los emprendedores, la meritocracia, la transparencia, la pesada herencia, los submarinos pequeños y los mares inmensos, hasta las tormentas y las cosas que pasan,…”; se fueron desvaneciendo, ante el avance arrollador de los despidos, el hambre, los cierres de fábricas y comercios, la pobreza, las desapariciones y asesinatos estatales con balas o con desidia, la inflación, el FMI, la deuda externa, las devaluaciones, el ajuste, los presos políticos, la devastación de hospitales y escuelas, las privaciones ilegales de la libertad, el regreso de enfermedades del siglo XIX, el aumento de la mortalidad infantil…

La confusión entre la realidad y la ficción, entre el concepto y el chiste, la sensación de vivir en Macondo, la duda si la tapa de portada pertenece al diario Clarín o la Revista Barcelona; está virando hacia un estado de rechazo visceral de la realidad modelada/inventada por la parafernalia oficial y privada de medios de comunicación.

El poder de las operetas para la creación de imaginarios sociales y la imposición de escenarios políticos sintónicos a los poderes fácticos, cayó irremediablemente desde la bala de plata originaria del mignisuicidio inducido de Nisman, hasta la desesperada anticipación de las fotocopias sin gloria de los cuadernos, y los apremios con premios para “los arrepentidos”.

La angustia, la parálisis y en algunos sectores la negación social inicial ante lo siniestro de lo político familiar tornándose horroroso, se fue transformando en bronca e indignación en los trabajadores, los marginados, los despedidos, los comerciantes, los industriales pymes, los jubilados, en los diversos sujetos éticos; y la creencia de los votantes de buena fe capturados por la propaganda ilimitada de Cambiemos, en franca desilusión con modalidades de abulia o enojos desenfrenados.

La producción de subjetividad está en disputa, así como la proyección de un futuro, que nos arranque de la degradación cotidiana del presente sin fin del ajuste como meta para garantizar la fuga de capitales y la redistribución regresiva del ingreso.
La existencia de un entramado histórico de solidaridad, organización, memoria, conciencia y lucha, permiten avizorar una esperanza, aún en medio de la desintegración, a la cual con prisa y sin pausa, el macrismo arrastra al país.

*** Psicólogo. Psicoanalista.

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