La situación económica no da respiro especialmente en los sectores vulnerables. Esta crisis motivó que en el barrio Villa Stemberg de Oberá, unas 23 familias con 36 niñas y niños, decidieron asentarse en un terreno descampado, un baldío plagado de alimañas y basuras.
Entre todos limpiaron y comenzaron a construir sus viviendas precarias. La mayoría son familias que ya no podían seguir pagando un alquiler y carecían de un espacio donde vivir, y hoy afrontan una causa penal por intrusión de parte de la Municipalidad de Oberá.
Uno de los casos acuciantes es el de Zulema Duglokinski, 53 años y toda una vida de trabajo. Las condiciones socio económicas que está atravesando el país y la provincia la empujaron a ocupar un franja de terrenos de Villa Stemberg. «Ese monte abandonado durante años, un lugar ocioso y desperdiciado, ahora alberga a 23 familias, que sin dudas, si se tomaron el trabajo de limpiar todo y aguantar las alimañas, las presiones, las amenazas, es porque tienen una enorme necesidad y carecen de otra opción», refiere el diputado del PAyS.
Zulema junto a su esposo, Armindo Martínez se asentó en el terreno porque les aumentaron el precio del alquiler, la luz y el agua, y ella se quedó sin trabajo. El tiene 72 años está jubilado y enfermo.
«No me quedaba otra que buscar un techito. No hay trabajo, y además con la edad que tengo es difícil que me tomen, así trabajo de empleada doméstica. Necesitamos un espacio para vivir, la situación está tan mal que teníamos que elegir entre pagar el alquiler o comer. Mi marido se rompió el lomo toda su vida, y ahora está enfermo, la jubilación no le alcanza porque los medicamentos están carísimos, y en el Pami no hay nada», explica.
La pareja debía tres meses de alquiler, y no quería seguir acumulando deudas. Por eso se unió a sus vecinos tan desamparados como ellos y ocuparon esa parcela de tierra en Villa Stemberg, y a pesar de las amenazas de desalojo, decidieron seguir adelante porque no les queda otra alternativa. «La situación está fea, y más cuando hay un enfermo en la familia. Al ser pobre hay que medirse en la olla para que alcance para los medicamentos. Un sueldo de jubilado es una miseria. A mi marido lo tienen que operar de una hernia, y no tenemos plata para comprar la malla que necesita. No tenemos», reitera la mujer. Zulema y Armindo armaron una piecita de 2 por 3 con ayuda de los vecinos. «Es un techito para zafar del alquiler, después viene la lucha por el tema del agua y la luz; pero el Municipio no nos da solución de nada, como si fuéramos ciudadanos de segunda. Así que por ahora estamos con linternas y con velas, luchando en la pobreza, mientras a los gobernantes no les importa», lamenta.
Unidos por la necesidad de viviendas
Estos vecinos se unieron ante la crítica situación económica que atraviesan, y a los pocos días comenzaron a recibir amenazas para que abandonen el terreno, que según alegan, está considerado un espacio verde. «Decimos juntarnos y entre todos limpiamos el espacio. Nos costó muchísimo, matamos una gran cantidad de animales, víboras peligrosas, y ahora recibimos amenazas desde el Municipio, nos hicieron saber que no podremos contar con el servicio de luz y de agua potable. Esto nos preocupa porque hay muchos chicos y por ejemplo necesitamos hacer un baño», señaló Eugenia.
La vecina recuerda que hace unos meses, comprobó que en un sector del terreno, entró una retroexcavadora a realizar la limpieza, a los pocos días se dio cuenta que estaban construyendo una casa de madera para una mujer que trabaja en la Municipalidad de Obera.
En el mismo sentido, Gloria remarca que se asentaron ella su madre, su hermana y su suegra, es decir tres familias juntas en el mismo terreno. Entre todos cuidan para que no se meta gente que suele querer, al tiempo de estar viviendo, hacer negocio con la parcela que ocupa. «Para nosotros es estar acá o en la calle, no tenemos otro lugar donde vivir. Aguantamos muchas afrentas desde la Municipalidad, varias veces vino personal municipal, nos mintió, nos quiso sacar amenazando con la policía; pero entre todos los vecinos nos plantamos y no aflojamos. Por suerte conseguimos un comercio que nos vende los materiales con la posibilidad de pagar en cuotas y así estamos construyendo», indicó. Todas las familias coinciden en que no pretenden que la Municipalidad les regale nada. Proponen pagar en cuotas mínimas los terrenos, teniendo en cuenta -insisten- que es un lugar abandonado.
Entre las 23 familias hay alrededor de 36 niños y niñas; muchos de ellos no se quedan a dormir en el lugar, porque por las bajas temperaturas, los padres prefieran no arriesgar a que se enfermen, y los llevan a dormir en la casa de familiares. A varias de las viviendas les falta el techo o el piso y no tienen apoyo de ningún organismo. «Nos vamos arreglando como podemos, el fin de semana un vecino hizo una chocolatada para los chicos, otra mamá hizo bollos; nos ayudamos entre todos. No tenemos acceso al agua o a la luz, y la Municipalidad considera que no vamos a tener ese privilegio; pero cuando el doctor Fernández pidió el voto, habló en la plaza, estuvo con nosotros, lo vimos cara a cara, y ahora como ya ganó y es intendente se olvida de los pobres», lamenta Gloria, que vive con su esposo y tres hijos, de 5, 3 y un año y dos meses. Y a ella como a otras familias, les resulta muy difícil sobrevivir sin energía eléctrica y agua potable.
Las madres del barrio reclaman al intendente Fernández, a los gobernantes que se pongan en el lugar de ellas, porque están en una situación complicada, algunos padres carecen de trabajo y solo changuean.