Por Jorge Alegrechy ***
Con mucho acierto decía el gran economista Aldo Ferrer “No hay ningún país desarrollado que se asiente esencialmente en la transformación y venta de sus productos primarios. Países muy ricos en petróleo, cobre, minerales o recursos tropicales no salen del subdesarrollo si no logran conformar una estructura diversificada compleja”.
Con el resultado de las medidas que está tomando el gobierno de Macri vemos que vamos a contramano de lo que, con buen criterio, expresaba Aldo Ferrer.
El subdesarrollo eterno es el destino que tenemos los argentinos si no se produce un cambio en 180º en el rumbo que lleva el gobierno.
Los poderes económicos quieren la ortodoxia económica y el neoliberalismo político. Ayer, para derrotar a los gobiernos populares y aplicar sus requerimientos, necesitaban a las fuerzas armadas, moldeadas a partir de la Escuela de las Américas (1). Hoy lo han logrado a partir de la alianza de medios hegemónicos y el poder judicial.
Los países desarrollados que hoy son librecambistas, lo hicieron cuando llegaron a ser hegemónicos como Inglaterra en el siglo XIX y EE.UU. en los siglos XX y XXI. Fueron tenazmente proteccionistas y aún hoy protegen sus producciones menos competitivas.
Nuestros actuales gobernantes no han aprendido la lección de la historia o no quieren aprenderla.
El fracaso económico del “mejor equipo de los últimos 50 años” es el resultado de liberar en forma total el ingreso y egreso de capitales que permitió la dilapidación de dólares, tan escasos como necesarios en nuestro país. La fuga de capitales, remesas de utilidades de empresas transnacionales, el endeudamiento mayúsculo, el déficit comercial y presupuestario son algunos de los factores que nos llevaron al crítico presente.
Y volvimos a pedir ayuda al FMI; ya conocemos los efectos devastadores de sus recetas.
La palabra ajuste es la común en todo los programas de gobierno, tanto sociales, educativos y en ciencia y tecnología.
Ya tenemos un acorralado por el ajuste fiscal:
el Invap, un centro de desarrollo científico tecnológico de la provincia de Río Negro, respetado en todo el mundo y que el gobierno nacional lo descuida. Desde diciembre de 2015 la actitud del gobierno nacional
No se firmaron nuevos contratos, ni siquiera los que se encontraban en un avanzado estado de desarrollo. Tampoco se avanzó con los ya firmados recién iniciados; se discontinuaron todos los planes de desarrollo estratégico que durante el gobierno anterior se diseñaron con el Instituto rionegrino.
En el ámbito satelital, el proyecto geoestacionario Arsat 3 quedo relegado; en materia nuclear, se completaron los trabajos de los reactores RA 10 y el Carem (de mediana potencia),
pero no se abonaron tareas ya certificadas ni se encararon nuevos proyectos pues la Comisión de Energía Atómica, el “cliente” del Invap en estos proyectos, a raíz de un violento recorte en el presupuesto, sólo le alcanza para el pago de salarios.
En el rubro de Defensa, se dejaron inactivos los proyectos iniciados antes de noviembre de 2015 en materia de desarrollo y producción de radares. Se discontinuaran los proyectos de aviones no tripulados y otro para el control satelital de naves de la Armada Nacional.
Con la decisión del gobierno nacional de discontinuar las contrataciones, con la cesación de pagos y la anulación de contratos ya firmados con el Invap,
se para el desarrollo científico de conocimientos y la capacidad de producción de material de alta tecnología, que formaban parte del plan satelital y del plan de energía nuclear, en los cuales el país avanzaba hacia un afianzamiento de su soberanía e iba erigiendo un liderazgo regional reconocido a nivel internacional.
Esta decisión es lamentable. Pone en riesgo el trabajo altamente calificado de físicos e ingenieros de nuestro país. El Invap forma profesionales de avanzada y nos posiciona en un lugar de privilegio en el ámbito mundial de la ciencia y tecnología. No invertir en su desarrollo opaca el futuro de nuestro país.
Para la ceocracia cipaya que nos gobierna juntamente con el FMI, el desarrollo de un instituto como el Invap, no cuadra con un país al que quieren subdesarrollado y dependiente de los países centrales.
