INDEPENDENCE DAY

Por Walter C. Medina ***

A estas alturas la objeción que se le ha formulado a Macri por su falta de patriotismo, y a las maniobras de corrupción que de momento no logran impactar en la opinión pública gracias al blindaje mediático del que goza.
El 9 de Julio de 2016, durante el acto central por la conmemoración de los 200 años de la Declaración de la Independencia Argentina, Mauricio Macri se dirigió al Rey emérito de España, Juan Carlos de Bobón, quien había sido especialmente invitado a participar de los festejos.

​​“Estoy acá, tratando de pensar y sentir lo que sentirían ellos en ese momento. Claramente deberían tener angustia de tomar la decisión, querido Rey, de separarse de España”, expresó de forma literal el presidente argentino, al referirse a los patriotas que tuvieron la decisión de independizarse de la corona española en 1816, después de transcurridos seis años de la Revolución de Mayo, que desplazó a los gobernantes del Río de la Plata impuestos desde España.

En este nuevo aniversario de la Independencia, Macri ofició el acto sólo para un puñado de allegados al oficialismo; de espaldas al pueblo y protegido por 4.500 policías. La entrega de la soberanía es una meta que el primer mandatario parece haber tomado en serio.

​​Mientras el acto oficial transcurría, el titular del Palacio de Hacienda, Nicolás Dujovne, se reunía en New York con directores de entidades bancarias y fondos de inversión, con el objetivo de ratificar el ajuste acordado con el Fondo Monetario Internacional.

La gestión oficial no cuida las formas, o al menos no pretende hacerlo si se trata de su perenne ansia de entrega de soberanía. En estos dos años y medios de gobierno, Macri y su equipo dieron claras muestras de cuál es su verdadera bandera.  El 4 de julio, durante la celebración del Día de la Independencia de Estados Unidos -que tuvo lugar en la Embajada norteamericana en Buenos Aires- varios miembros del gobierno nacional, del Poder Judicial, empresarios y periodistas del oficialismo, concurrieron al cóctel luciendo en sus solapas la escarapela del país al que rinden pleitesía como si fuese si verdadera patria.

Otro ejemplo que evidencia el sentimiento de entrega del gobierno nacional, ocurrió el pasado 26 de abril cuando Macri envió a sus ministros a la sede de la Embajada Británica para celebrar el cumpleaños número 92 de la Reina de Inglaterra, Isabel II. Y por si faltaba algún insulto a la memoria histórica -después de haber hecho marchar al Regimiento de Granaderos con la bandera española como muestra de gratitud por la visita de Mariano Rajoy- en esta ocasión le tocó el turno a la banda militar de la Fuerza Aérea Argentina ejecutar el himno británico “Dios Salve a la Reina”. A estas alturas la objeción que se le ha formulado a Macri por su falta de patriotismo, ya no es tan relevante como las que ahondan en la hipocresía de su discurso, en la sarta de falsedades que suelta con total impunidad, a las verdaderas intenciones que lo hicieron volcarse a la política, y a las maniobras de corrupción que de momento no logran impactar en la opinión pública gracias al blindaje mediático del que goza. Sin embargo, y regresando a su patriotismo a contra mano, podría señalarse que, conforme al esquema ideológico predominante, el nacionalismo es no es necesariamente patrimonio de este oficialismo de empresarios que gobierna el país.

​​Macri no es más que el representante de los intereses concentrados, las grandes empresas, los medios de comunicación hegemónicos y los grandes poderes mundiales. Incluso la fórmula que eligió el presidente argentino para jurar, no incluye la consabida frase “defender con lealtad y patriotismo…”, porque  optó por la de “defender con lealtad y honestidad…”.   Lo que demuestra que de cualquier manera, hubiese faltado a la verdad.

 

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