EL SUEÑO DEL PIBE

 



Por Rubén Emilio García///-.
Se llamaba Caá Yarí el equipo de fútbol infantil que formara el Dr. Orlando en 1950, verdadero seleccionado de los barrios posadeños que arrasaron por demolición con cuanto competidor se les opusieron.
Invictos ganaron el torneo local y de igual manera el provincial para obtener el premio mayor de competir en Buenos Aires, la capital de la Argentina soñada no conocida por ninguno de ellos.

¡Y viajaron en tren! Su primer viaje tan luego en camarote, usufructuando el comedor de lujo de las vajillas de porcelanas, copas de cristal y cubiertos de plata. Fueron sensaciones nuevas y fuertes que debieron soportar los corazones de estos humildes chicos venidos del país periférico.

Entonces, tras el impacto y asombro de estar en Buenos Aires y luego de superar el temor y ofuscamiento que les produjo el golpe emocional de jugar en el monumental estadio de River, que la pobre cancha de Atlético quedaba comparativamente como una bacinilla, los muchachos de Misiones cumplieron ¡Y vaya que cumplieron! Porque siguiendo la racha invicta perdieron el título ahí nomás por diferencia de goles, ante el poderoso Arsenal del ya famoso terceto central formado con Maschio, Angelillo Y Sivorí. Aquellos “caras sucias” que junto a Tito Cucciaroni ganaran el sudamericano de Chile en 1957.

Y los muchachos misioneros, luego del digno ciclo deportivo cumplido regresaron al pago chico llenos de gloria, copas, medallas, ropas, calzados y útiles escolares entregados por la propia Eva Perón, que alcanzaba para surtir a toda la familia. En la estación del ferrocarril lo esperaba una multitud que los vivaban y felicitaban al compás de los tambores de las comparsas carnavalescas que quisieron sumarse al festejo. Y en un domingo de un partido Mitre versus Atlético en cancha de este último, autoridades deportivas y del gobierno les rindieron un cálido homenaje a estadio lleno, acompañado por los acordes de la banda municipal, la de los Catalano.

Hace pocos días regresó de España el equipo infantil de fútbol del humilde club misionero Guacurarí. Fueron invitados a participar en Barcelona, la tierra donde brilla Messi, a uno de los torneos de su categoría más importante del mundo. Salvando la distancia del viaje en tren del viejo Caá Yarí, estos muchachos viajaron por primera vez en avión, con las imaginables sorpresas y asombro de la nueva experiencia. Habrán mirado con ojos sorprendidos imágenes que jamás se borraran de sus mentes, pues también recorrieron el museo y el estadio donde domingo de por medio el mejor jugador del mundo, Lionel, demuestra su calidad inigualable. Y tal vez, inspirados por “la Pulga”, los “indiecitos”, tal el mote de los misioneros, demostraron su prosapia futbolera al conquistar en las tres categorías representadas: Copa de Oro, Copa de Plata y medallas al tercer equipo. ¿Qué tal?

A su regreso, por supuesto, fueron recibidos con inmensa alegría por sus familiares henchidos de satisfacción y orgullo. Y en Jardín América, a su único participante, lo llevaron en caravana de autos, bocinazos y bombas de estruendo.

Sin embargo, cabe acotar, que hubo una gran diferencia con aquel viaje del viejo Caayarí del cincuenta, pues estos fueron bancados totalmente por la Fundación Eva Perón. En cambio, los Indiecitos de Guacurarí de 2018, únicamente financiado por la voluntad de los progenitores. No obstante, en la dimensión del alma humana, los padres de estos chicos misioneros sentirán, por siempre, que les hicieron cumplir “el sueño del pibe”.

 

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