LA REALIDAD INVERTIDA DE CAMBIEMOS

 

Por Rubén Dri

En la realidad invertida que el gobierno de Cambiemos plantea, los funcionarios pueden afirmar como hechos verificables que la inflación baja sin parar y que las offshore no son nichos de corrupción.

​Según Hegel, “En determinados momentos resultará que lo que en la ley del primer mundo era dulce, es en la de éste invertido en sí amargo y, lo que en aquella era negro es en éste blanco”.

Según Marcos Braun Peña “la inflación está bajando” lo que significa que 2,4 % de febrero es menos que los 1,8 de enero. Según el Indec no cesa de subir, lo cual significa que los 2,4 de febrero es más que los 1,8 de enero.

Presenciar un debate entre uno de los dirigentes o militantes de Cambiemos y otro, ya sea del FpV, de la izquierda o de otra línea política, es un ejercicio para enloquecer. Esos debates, que de debates no tienen nada, me traen a la memoria el imposible diálogo que narra Sartre en “A puerta cerrada”.

Los interlocutores intentan dialogar pero es imposible que se entiendan entre sí. Las afirmaciones son como golpes que no logran transmitir ningún significado.
“Hace dos semanas Macri vino al Congreso a contarnos una realidad que sólo ellos perciben. Mintió. Y ahora miente Peña”. ¿Es cierto esto? Tanto Macri como Peña, según dijo Axel Kicillof, ¿son mentirosos?

Verdad, realidad, mentira, son conceptos que a primera vista son claros, comprensibles para todos.

“La única verdad es la realidad” es un dicho de Perón que se repite a menudo para cerrar toda discusión, pero, en realidad no hace más que abrirla. Efectivamente, luego de esa afirmación los interlocutores se ven obligados a explicar qué se entiende por verdad, por realidad, por mentira y el disenso campea triunfante sobre el consenso.

La raíz de la multiplicidad de interpretaciones sobre la realidad radica en que nunca tenemos acceso a un hecho sino que siempre arribamos a él mediante una simbolización o significación. Una determinada cantidad de seres humanos en movimiento puede ser una peregrinación, una procesión, una manifestación, un festejo. Ninguna de esas realidades o de esos hechos, simplemente son, sino que se construyen.

La realidad siempre conlleva por los menos esos dos momentos, lo fáctico y la interpretación de los fáctico, lo fáctico y su simbolización.

Nunca captamos lo fáctico desnudo, sin significación. Ello es absolutamente imposible. Todos lo que captamos tiene una significación. Captamos hechos más significación, o sea, hechos significativos.

 Ello hace que podamos separar una significación y en su lugar poner otra de signo contrario.

Los siglos XVIIXVIII contemplan la destrucción del universo feudal y la consiguiente construcción de los Estados absolutistas cuyo connotado ejemplar es el Estado absolutista de Luis XIV.

Dicho Estado se construye en dos etapas, la primera de las cuales es la que expresa y desarrolla Hobbes. Un pacto le da nacimiento. Es una máquina encargada de hacer posible la vida de seres que, dejados a su buena voluntad, no hacen más que despedazarse mutuamente.

A ese Estado le falta el alma, es una máquina. Hegel posa su mirada en las transformaciones que se fueron produciendo en el continente europeo, especialmente en Francia y allí descubre que la creación del Estado absolutista, moderno, es obra de los componentes del sector social, los orgullosos vasallos, que abandonan su mudez y se ponen a hablar.

El “heroísmo del servicio” se transforma en el “heroísmo de la adulación” (la ironía es más que evidente). La conciencia noble aliena completamente su ser-para sí y lo entrega al poder del Estado. Da el “yo” al Estado y Luis XIV puede decir: “El Estado soy yo”. En recompensa, la nobleza recibe la riqueza.

En la compleja realidad del Estado es necesario tener en cuenta los dos momentos de la realidad que hemos señalado, el fáctico y el simbólico, el fáctico y el significativo, el del aparato y el de su significación, el objetual y el subjetual.

Aparentemente con la elección ganada por el macrismo, el Estado sigue siendo el mismo, conformado por el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. En realidad ése es el aparato que Hobbes denominó “Leviatán”. Pero en ese aparato, lo fáctico tenía vida, era sujeto, actuaba.

Era el Estado nacional y popular. La transformación que se produce con el macrismo no es la del aparato que pasa a ser sujeto, sino la del cambio radical de la subjetualidad del Estado que, de nacional, pasa a ser “cipayo”, y de “popular” pasa a ser “oligárquico”. El momento simbólico, la interpretación de la realidad se invierte, y los hechos pasar a significar lo contrario de lo que antes significaban.

La captación significativa de la realidad hace que los mismos hechos puedan significar realidades no sólo distintas, sino contrapuestas, y lo que era “amargo” pasa a ser “dulce”, o viceversa, como dice Hegel. ¿La inflación aumenta o disminuye? Según​ la lectura de Cambiemos, disminuye y no ha dejado de hacerlo desde el 2016 a la fecha y eso, contra todos los datos de las consultoras.

¿Hay libertad de expresión ahora? Usted puede ir contando la cantidad de periodistas despedidos, de programas clausurados. Ello no es obstáculo para que Hernán Lombardi pueda afirmar: “Vivimos en libertad. El kirchnerismo hacia una censura horrible”, cuando en realidad la mayoría de los medios de comunicación pertenecían a los enemigos del kirchnerismo.  
Una afirmación de Marcos Peña en el Congreso aclara lo que estamos diciendo de la inversión: “Esta idea estratégica de tratar de plantear que las offshore es corrupción… no. La corrupción son los bolsos de López, señores. La corrupción que hemos visto durante su gobierno; y la gente ya saldó esa discusión”.

¿Para qué se crean las offshore o cuevas fiscales si no es para evadir impuestos, lavar dinero, ocultar dinero del narcotráfico y operaciones parecidas? Todo eso que, para el sentido común es corrupción, se invierte, se purifica y de “amargo” pasa a ser “dulce”. En cambio, los bolsos de López, que si los comparamos con las cuevas fiscales de la  mayoría del elenco gobernante de Cambiemos, no pasan de ser robos de gallinas, constituyen una horrible corrupción.

Marcos Peña, en su informe al Congreso hizo una espléndida síntesis del mundo invertido que es “Cambiemos”. Efectivamente, destacó el “crecimiento”, el “aumento del empleo registrado” y “la baja de la inflación”, con lo cual puede afirmar que “el camino del desarrollo ya comenzó”, para rematar en la increíble afirmación: “cada vez dependeremos menos del financiamiento externo”, cuando han batido todos los récords de endeudamiento externo.

*​Rubén Dri – ​Filósofo y teólogo

 

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