TRAS LOS PASOS DEL FERROCARRIL PARAGUAYO

Por Antonia Delvalle Castillo

Un recorrido de estación a estación, de Asunción a Sapucái, sirvió para rememorar la rica historia del antiguo ferrocarril paraguayo, el octavo en el continente americano. El paseo se realizó ayer y tuvo una importante cantidad de participantes.

Hubo añoranzas de aquellos tiempos en que el convoy no sólo trasportaba personas sino esperanzas. La propulsora de la iniciativa fue Gloria Yampey Jorg, una paraguaya profesora de lengua castellana en Estados Unidos. Lanzó la idea para hacer la travesía en las redes sociales, específicamente en los grupos “Patriotas del Ferrocarril Carlos Antonio López” y “Amantes del Ferrocarril”.

Una vez aceptada la idea, la mujer llegó a Paraguay, el historiador y periodista Luis Verón se ofreció como guía. Integrada por particulares en automóviles así como estudiantes universitarios y profesores de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Nacional de Asunción, en un bus, a las 7:30 partió la locomotora imaginaria.

Arrancó desde la Estación Central del Ferrocarril, ubicado en México y Eligio Ayala, de Asunción, hasta la parada final en Sapucái, a las 18:00. Estación por Estación Luis Verón fue dando un pantallazo histórico y narrando sobre personajes que vivieron en las cercanías de cada una de ellas.

En Asunción también se visitó la parada Botánico, en Trinidad; y luego la caravana llegó hasta la estación de Luque, que está siendo restaurada por la municipalidad. También el grupo llegó a la antigua parada de Yukyry, Areguá, que se encontraba cerrada. Sólo botellas de cerveza, remeras, toallas y otras prendas extendidas por una cuerda, de presuntos caseros “recepcionaron” a los turistas.

Seguidamente los expedicionarios llegaron hasta la estación principal de Areguá, donde también se visualizaba el descuido del patrimonio histórico y cultural. El denominador común, tanto aquí como en Yukyry, fue la cantidad de botellas y basura, potenciales criaderos de alimañas y del mosquito que trasmite el dengue, zika y chikungunya, pese a éste departamento es el que mayor notificaciones reporta de casos sospechosos de dichas enfermedades.

Otra parada fue en la estación Patiño, Itauguá, que también se encuentra prácticamente derrumbado, y otro sector ocupado por presuntos cuidadores. El grupo se trasladó luego a la estación de Ypacaraí, que se encuentra conservada, pero cerrada al público; los vagones están prácticamente destruidos, e inclusive uno hasta presenta aspecto de que fue quemado.

La estación que cobra vida todos los domingos es la de Pirayú, donde la estación fue convertida en museo, tiene un mirador, y hasta exposición de artesanía, a cargo de laboriosas mujeres de la zona. La siguiente visita fue la parada ferroviaria de Paraguarí, donde la serranía regala un paisaje sin igual, y ésta se encuentra también en estado de descuido, pero en mucho mejor condición que las de Areguá.

El recorrido culminó en Sapucái, distrito del departamento de Paraguarí, ubicado a unos 92 kilómetros de Asunción. En el sitio se encuentra ciertamente conservado y se pudo observar al fin una locomotora, que funcionaba a vapor.

Así mismo está a disposición del público un museo al que se abona G. 10.000 para ingresar, G. 5.000 en el caso de los estudiantes mientras los extranjeros deben pagar 10 dólares. Allí se puede apreciar y dimensionar lo que fueron los talleres que forman parte del complejo ferroviario de la ciudad, con piezas originales que datan de 1894, traídos desde Inglaterra.

Un mural montado en el sitio, con una breve reseña histórica, detalla que los talleres son inmensos galpones de hierro y vidrio, con sus partes prefabricadas y que luego se montaron in situ. Describe que se trata de un método constructivo que los ingleses aplicaron aquí como en gran parte del mundo, característico de la arquitectura ferroviaria de la segunda Revolución Industrial del siglo 19.

Frente a la estación Sapucái se construyeron, además de los talleres, oficinas, depósitos y almacenes de aprovisionamiento de materiales. En la parte posterior, detrás de la estación, se estableció la villa inglesa, con 30 casas edificadas para alojar a ingenieros y trabajadores ingleses, quienes fueron los primeros pobladores en contar con agua corriente y energía eléctrica.

Volver al tren

Gloria Yampey Jorg comentó que desde pequeña le gustaron los trenes, que aún funcionaban cuando entonces hace más de cinco décadas atrás. Desafortunadamente, dijo, que por diversos motivos nunca pudo disfrutar de un paseo en Paraguay.

Resaltó que viajó en trenes en los pueblos de países de Europa, México y Estados Unidos, y le parece que es una lástima que en Paraguay no haya un tren ni se vislumbre un interés real en ponerlo de nuevo en funcionamiento. Por esa razón promovió el paseo histórico y cultural.

“Creo que promoviendo lo que es la historia ferroviaria paraguaya, lo que ha implicado para cada pueblo, también se puede lograr que vuelva este sistema de transporte”
, resaltó. Tras el recorrido lamentó el estado lamentable en que se encuentran casi todas las estaciones visitadas.

Transportaba esperanza

Uno de los integrantes de la caravana, Gustavo Amarilla, de 71 años, mencionó que cuando joven sus familiares le recordaron que fue usuario desde los 2 años de edad. A su criterio era un servicio muy romántico, que daba la posibilidad de observar y conocer paisajes así como la campiña paraguaya durante el recorrido.

Cree que la eliminación del ferrocarril dejó como 50 pueblos fantasmas, porque su funcionamiento generaba movimiento no solo de personas, sino de la economía local con la venta de diferentes productos y servicios, en cada estación.

Explicó el alto valor que tenía la llegada del tren, porque permitía que lleguen cartas, otras encomiendas, alimentos y hasta remesas de dinero para familias.

“El retorno va a ser un gran homenaje real a la utilidad que prestó el ferrocarril, en la guerra y en la paz. Perder el ferrocarril es como la pérdida de un brazo para una persona, un retroceso. Un gobierno patriota debe restaurar el ferrocarril, porque también ayuda al campesino a sacar su producción, de manera menos costosa, resaltó Amarilla.

Recordó una anécdota de cuando era pequeño: hasta regalos para niños paraguayos llegaron en alrededor de tres vagones de tren desde la Argentina, enviado por Eva Perón, la exprimera dama Argentina, en la década del 40.

Abuelo
También participó del recorrido un descendiente de uno de los ingenieros que construyó el Ferrocarril. Se trata de Américo Arce, quien dijo que su abuela Teresa Hume fue hija de unos de ellos. Lamentó que en vez de mejorar y modernizar el sistema ferroviario, las sucesivas autoridades lo fueron dejando en ruinas.

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