¿LA DEMOCRACIA TERMINÓ?

Por Mariano Quiroga

Inquieta la Argentina. Inquieta la pasividad y el acostumbramiento a ciertos procederes. La libertad de expresión avasallada, la libertad de información desaparecida, las libertades individuales en retroceso, las capacidades económicas populares desfiguradas y la persecución parajudicial que se agudiza con presos políticos por docenas y el humor social en decadencia.

(Imagen de Geralt/Pixabay)

En realidad es tan apabullante el listado de injusticias que no nos alcanzan los brazos para abrazar a las víctimas de esta demolición sistematizada. Los descomedores seriales usufructuaron la democracia, se han apoderado de las instituciones y desde ellas descargan su venganza hacia los colectivos empoderados, hacia aquellos que saborearon el aroma de los derechos conquistados.

La democratura que vivimos nos desacomoda, nos corre los ejes de discusión. A las dictaduras se las enfrentaba y se las vencía con democracia. ¿Cómo enfrentamos la democracia? ¿Cómo combatimos con herramientas vaciadas de significado, vaciadas de sentido?

El desafío es mayor.
Ya no es un problema de quién gobierna, sino de cómo es posible ejercer ese poder con este nivel de impunidad y ampuloso desdén cínico. Han logrado convertirnos en consumidores y como tales ingerimos acríticamente lo que nos pongan por delante. ¿Seguiremos comiendo de las opciones que vende el mismo sistema? ¿No habrá que cambiar la receta, probar nuevos ingredientes?

Esta acometida judicial que pone tras las rejas a la diputada del Parlasur Milagro Sala, al vicepresidente del Ecuador, Jorge Glas o condena sin pruebas a Lula Da Silva, no hay manera de contrarrestarla con las reglas del estado de derecho, porque ahora solo queda un estado de derecha. Tampoco hay salidas repitiendo modelos de lucha del pasado, porque la mafiocracia es experta en todos los escenarios conocidos.

Hay que crear nuevos escenarios de disputa, hay que desconcertar a estos ejércitos desmoralizadores y hay que hacerlo con extensas mayorías, así que no hay tiempo que perder en la confabulación colectiva para encontrar nuevos rumbos, nuevas formas, nuevas propuestas de lucha y construcción que permitan parar esta caída libre hacia la extinción.

 

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