¡Y MIENTRAS POR DETRÁS PASAN LOS ELEFANTES!



Por Carlos Andrés ​Ortiz

Expertos en el manejo de la opinión pública, los neoliberales hoy en el poder y cercanos a tener la suma del Poder Público (sin que nadie se los haya otorgado),demuestran mucha habilidad para instalar temas de alto impacto, o para utilizar los que están “en la picota”, mientras que con escasa difusión y con bajísimo impacto mediático se implementan medidas muy “grossas”, prácticamente sin discusión y sin oposición.

Así está sucediendo ahora, con las masivas privatizaciones de activos energéticos estratégicos, que con notable premura está implementando el personero de Shell investido de Ministro de Energía. Acorde al dogmatismo ultra privatista del neoliberalismo en su versión más cavernaria, se apresuran a enajenar importantes usinas termoeléctricas de propiedad del Estado, siendo harto

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discutible que se las quiera enajenar por “deficitarias”, más con los descomunales aumentos tarifarios ya aprobados y los nuevos en plena perpetración.

Es el simple desguace estatal, en su cruda versión, acorde a las órdenes que desde siempre “aconseja” el FMI, como parte de sus medidas recesivas y de achicamiento a ultranza del Estado.
De paso, buenos negocios para corporaciones privadas, las cuales en varios casos –incluyendo el energético- son de propiedad de

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amigos o parientes del poder.

Pero van más lejos aun, pues en el listado de las “privatizables con urgencia”, está Dioxitek, que es la productora del combustible de nuestras centrales nucleares. Claramente es una actividad de alto valor estratégico, que fabrica un insumo básico para el funcionamiento de nuestras tres centrales nucleares (que iban a ser seis, antes de ser paralizada Atucha III, apenas asumido Macri, en una operatoria sin justificativos pero con altísimos costos directos y lucro cesante para nuestro país).

Esas medidas, al menos altamente cuestionables, se anunciaron en medio de otros temas muy conflictivos y de elevada sensibilidad social, pues mientras el reciente discurso presidencial preanuncia durísimas medidas tendientes a reducir drásticamente las jubilaciones, los salarios, y a destrozar leyes elementales que

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protegen a los trabajadores asalariados, como la jornada de ocho horas (o de horarios reducidos en casos de trabajos insalubres), de protección a las embarazadas y madres en períodos de lactancia, los adicionales por horas extras, los convenios colectivos por tipos de actividad; etc; además sigue muy candente el caso Maldonado, que generó nuevas masivas marchas de repudio ante la muerte

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precedida de desaparición con intervención de Gendarmería.

Claramente, las anunciadas modificaciones a las leyes laborales –retrocesos de un siglo o más-, y las protestas masivas por Maldonado, permitieron que las masivas ventas –en rápida implementación- de patrimonio estatal estratégicamente sensible, pasaran casi desapercibidas y por ende casi sin críticas ni oposición.

Otra metodología de presentar (o esconder) medidas  gubernamentales al menos muy criticables, es la que algunos periodistas llamaron “el si pasa, pasa”; la cual consiste en implementar al mismo tiempo con el perfil más bajo posible –pese

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a que requieran la publicación en el Boletín Oficial- varias medidas sumamente discutibles o incluso rayanas en lo inaceptable. Si no generan fuertes oposiciones,

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“pasan” y se consolidan; y si producen fuertes resistencias, se arguyen “errores de implementación” dándose marcha atrás, al menos temporariamente. Entre otros casos, eso ocurrió con la autocondonación de deudas al Grupo Macri, de la cuantiosa deuda por el escandaloso caso del Correo Argentino.

También es usual que cuando estallan escándalos impresentables, luego rápida y curiosamente sobreseídos por el Poder Judicial (como el sonado caso de las coimas de Odebrecht que salpicaron al amigo del presidente Gustavo Arribas),

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en esos casos se bate el parche mediáticamente con algunas de las causas existentes y/o prearmadas vinculadas con funcionarios o allegados reales o presuntos del gobierno anterior, con las que se las tapa mediáticamente a las que involucran al actual gobierno y sus allegados.

De esa forma, los “Don Pepe” y “Doña Rosa” desinformados crónicos de la clase media, y enfervorizados patrioteros de bandera, amén de sectores “progres” que terminan jugándola de claques de la oligarquía neoliberal, tienen temas en los que entretenerse, mientras se diluyen otros temas de montos y gravedades mucho

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mayores, que involucran al actual gobierno y sus allegados directos, como el impresentable caso de los Panamá Papers (que muchos de los desinformados citados antes ni saben que es).

En medio de todo ese aquelarre, sigue el desguace de la Nación Argentina, cada día más endeudada, más empobrecida y más desindustrializada y más anti tecnológica (al desguazarse o desfinanciarse los entes y programas de desarrollo de tecnologías propias).

Cabe precisar que “patrioteros de bandera” son aquellos curiosos

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colonizados mentales en grado superlativo, para quienes el “patriotismo” se agota en la exaltación del himno y la bandera, mirando para otro lado ante las entregas de soberanía de la actual sumisa política exterior y el debilitamiento socio económico que a diario se profundiza, así como ante las transgresiones al Estado

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de Derecho que significan los “correctivos” a jueces no  “alineados”, presos políticos sin condena y con escarnio público, represiones y actos de intimidación, y otros procedimientos que cada vez más se asemejan crecientemente al impresentable y execrable “proceso” de 1976, el cual significó la implementación del neoliberalismo en Argentina.


Carlos Andrés Ortiz

Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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