UIA – FESTEJOS EN UN VELORIO



Por Carlos Andrés Ortiz

2 de setiembre, día de la Industria Argentina. Con dos días de anticipación, y en un entorno “controlado” para evitar previsibles manifestaciones “inconvenientes” de obreros despedidos y pueblo en general, el presidente Macri asistió a un deslucido acto organizado por la UIA en el Parque Industrial Pilar, acto que a la vez tuvo escasa participación en los medios, sobre todo en el múltiple entramado de “medios adictos y concentrados” que blindan el nada decoroso accionar del actual gobierno CEOcrático neoliberal.

Realmente, “festejar” el día de la industria, en un entorno de destrucción sistemática de la industria, realizada con premeditación y alevosía por los factores del poder transnacional adscriptos al neoliberalismo recargado, y claramente subordinados al bloque de poder atlantista globalizador, es una acción tan incoherente como armar un bochinchero festejo en el marco del velorio de un ser muy querido, más si el difunto ha sido asesinado a la vista de todos, por sicarios brutales y desalmados.

¿O es que acaso alguien medianamente informado, puede desconocer que con su habitual soberbia la vicepresidenta, en una de sus tantas desafortunadas opiniones públicas, expresó, conceptualmente: “basta, basta de industrias, marchamos a un modelo de economía primaria y de servicios”?

En el mismo sentido, ante medios “adictos” y sin cuestionamientos “fuera de programa”, dijo “el modelo para nosotros es India”, expresado sin mayores e imposibles precisiones. Con todo respeto al milenario pueblo indio, ese es un país con profundas fracturas sociales, donde culturalmente aun sigue vigente el oprobioso sistema de castas; con grandes sectores sociales sumergidos en la pobreza.

Y todo permite indicar que lo que atrae a la Lic. Michetti es el régimen de bajos salarios y de escasa legislación social y de defensa del trabajador asalariado.
Si fuera alguien más informada, y no una simple repetidora de “clichés” huecos o faltos de sustento, la vicepresidenta debería saber que India es hoy una potencia industrial y un más que respetable productor de tecnologías propias.

También debería razonar –si no es pedirle demasiado- que India es un país superpoblado, que pronto será el país con mayor población del mundo y posiblemente con la mayor densidad poblacional, siendo que Argentina está en las antípodas; o sea que somos un país despoblado, con bajo crecimiento poblacional, y además éramos hasta 2015 un país con diferencias socio económicas relativamente poco acentuadas.

En el contexto de desindustrialización forzosa, en reedición corregida y aumentada, que supera largamente en negatividad los planes desindustrializantes de “la fusiladora” (1955-1958), de los golpistas antidesarrollistas (1962-1963, del infame “proceso” (1976-1983), y de los noventistas (1989-2001); que la Unión Industrial Argentina (UIA) haya apoyado explícitamente el actual modelo económico industricida, y que lo siga apoyando pese a los programadamente desastrosos resultados que se padecen día a día, evidencia la cortedad de miras de sus dirigencias, las que más que empresarios industriales muestran ser partes activas de las “oligarquías diversificadas”, tan bien definidas por el economista argentino Eduardo Basualdo.

Explícitamente, la actual UIA apoya activamente las políticas de precarización laboral (léase despidos indiscriminados institucionalizados a muy bajo costo), de “abaratamiento de los salarios” (léase reducciones drásticas del poder adquisitivo de los asalariados); y a cambio “ni se mosquean” (no les preocupan) los cierres masivos de cientos de PYMEs, la apertura arancelaria brutal e indiscriminada, el achicamiento sensible del mercado interno, la sobrevaluación prearmada del peso argentino (como requisito para armar la timba financiera y las masivas fugas de capitales), la desprotección económica total en zonas fronterizas que nos empobrece día a día, y otras lacras similares.

La UIA, en abierta complicidad con el gobierno neoliberal, busca el modelo socio económico vigente a nivel mundial en el siglo XIX, con trabajadores en situación de semiesclavitud y la contracara de minorías privilegiadas ahítas de riquezas y privilegios, con un sistema político excluyente monárquico o dictatorial; el cual en Argentina se instauró basado en el fraude y el poder omnímodo de las clases altas; institucionalizado por el mitrismo y sus continuadores del “régimen” oligárquico pro británico que manejó Argentina por el medio siglo largo desde 1862.

Aun en la Gran Bretaña victoriana y sus sucesores, las condiciones laborales eran deplorables, la miseria y la hacinación eran moneda corriente para los grandes sectores sociales excluidos de las mieles de la aristocracia.

Ese gran pensador y luchador que fue Friedrich List, crítico acerbo y muy bien fundamentado del liberalismo doctrinal vigente en el siglo XIX, expresó conceptualmente con sencilla contundencia “un país sin industria es como un hombre sin un brazo, está muy limitado para su desarrollo”.
List fue el impulsor de las industrializaciones y consecuentes desarrollos socio – económicos de su patria natal (la por entonces fragmentada Alemania), y su patria adoptiva, los EEUU; países en los que Otto von Bismarck y Alexander Hamilton respectivamente, pusieron en práctica sus ideas, llevando a sus patrias a la senda del desarrollo, saliendo de la trampa del “libre comercio” irrestricto y la subordinación a la industria británica, que proponían los centros de poder del viejo imperio y las respectivas oligarquías retrógradas germana y estadounidense.

Ese pacto implícito de las cúpulas de la UIA, que con tal de tener a los obreros en un marco legal y socio económico dos siglos atrasado aceptan el encorsetamiento severo de la industria argentina; se asemeja el pacto evidentemente vigente de sectores proceseros y de patrioteros de bandera, que con tal de imponer los indultos y de reeditar ciertos privilegios de supuestas castas, como lo impusieron en el “proceso”, con tal de eso ni se preocupan por la destrucción generalizada de la economía, el tejido social y la pérdida explícita de soberanía, en un marco de carencia de todo principio geopolítico propio y de una subordinación total a los dictados de la Banca transnacional y de las potencias atlantistas.

Unos se dicen industriales y apoyan la desindustrialización; otros se dicen patriotas y apoyan la destrucción total y la muy posible balcanización total y definitiva de nuestro país.

Pero en un caso el extremo egoísmo oligárquico, y en el otro la acentuada miopía conceptual y cerrazón mental, parecen impedir que tomen conciencia de lo negativo de sus posturas.

​Carlos Andrés Ortiz

Analista de Temas Económicos y Geopolíticos.

 

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