TODO PRESO ES POLÍTICO: AGUSTÍN SANTILLÁN, WICHI Y LUCHADOR

Por Darío Aranda

Agustín Santillán, joven wichí, está detenido desde hace 128 días en Formosa. Maestro bilingüe y activista, su pecado fue denunciar los padeceres de su pueblo.

El 14 de abril de 2017 fue golpeado por policías y subido a una patrulla con destino incierto. No volvió a ver el sol en libertad. Le crearon más de veinte causas con las acusaciones más insólitas: intimidación pública, instigación a cometer delitos, asociación ilícita, robo en banda, amenazas, lesiones, agresión y usurpación. En el expediente no figura la real causa de su detención: denunciar a Gildo Insfrán, gobernador de Formosa desde hace 22 años.

ABC formoseño

Ingeniero Juárez está ubicado en el extremo oeste de Formosa, casi en el límite con Salta. Una de las localidades más pobres del norte y región ancestral del pueblo wichí. En las últimas décadas se aceleró el proceso de despojo territorial (por el avance agroganadero y petrolero), y las comunidades indígenas pasaron a engrosar los márgenes pobres de la ciudad.

En la última década hubo un cambio drástico en las comunidades indígenas urbanas del oeste de Formosa: se hizo frecuente la presencia de alcohol y paco, sobre todo en los jóvenes. Y comenzaron a ser reclutados como grupos de choque de los partidos políticos.

En noviembre de 2013, Agustín Santillán llegó a Buenos Aires con la premisa de contar lo que sucedía en Formosa. Sólo fue escuchado por medios comunitarios, populares, alternativos. “Venimos para que todos sepan qué pasa en nuestra comunidad. Reclamamos al gobierno provincial por viviendas, salud, educación, trabajo y agua. El Gobierno nunca da respuesta a las notas que hacemos. Nos promete, volvemos a casa y nunca cumple. El ministro (de Gobierno), Jorge González, nos dijo que no había plata”, explicó Santillán, con una mezcla de timidez y firmeza.

El reclamo apuntaba al departamento Matacos, al oeste de Formosa, límite con Salta: 27 comunidades rurales y 17 barrios, 1200 familias, todos wichí. Puntualizó que la gran mayoría de las viviendas eras muy precarias, muchos tomaban agua de ríos y charcos. Las consecuencias directas son las enfermedades, diarrea, fiebre y hasta la muerte. “Para que usted entienda, tomamos agua sucia. Vamos al hospital, no hay medicamentos, nos internan, nos mejoramos, volvemos a la casa, tomamos esa agua y otra vez enfermamos. No hay salida”, lamentó.

Mencionó la epidemia de chagas y dengue, familias que en invierno no tienen frazadas y se tapan con cartones. Exhibió fotos de escuelas-rancho, con mayoría de alumnos descalzos; y jóvenes explotados: las chicas en casas de familia, los chicos en cosechas con trabajo esclavo. “Los hermanos wichí mueren porque no hay médicos, y también porque hay hambre. En Formosa hay hambre y si reclamamos nos mandan a la policía y gendarmería. Es triste, pero es lo que vivimos todos los días”.

Relató con detalles los mecanismo de control y sometimiento en Formosa: “El Gobierno tiene un servicio de inteligencia con punteros. Tienen sueldos de estatales, pero no trabajan. Están en sus casas, los vemos. Pero cuando nos movilizamos o cortamos una calle, ahí están ellos. Sacando fotos, filmando, llamando por teléfono y contando quiénes cortamos la ruta. Otra cosa que hacen es cortar internet y los celulares”. Explicó que el dueño de la antena de internet en Ingeniero Juárez es un empresario del gobierno de Insfrán. Si hay problemas en Juárez, hay bloqueos de ruta o la policía reprime, se cae el sistema de celular y se corta internet para que nadie fuera de Juárez pueda enterarse. Cuando vuelve la calma, la antena de internet y celulares vuelven a funcionar.

“La tarjeta de la Asignación Universal por Hijo no la posee el beneficiario. Está en poder del comerciante. Hay mucha necesidad y la gente pide a fiado. Ahí el comerciante exige la tarjeta y la clave. Y ya maneja él la tarjeta. La gente no conoce la tarjeta. Y el comerciante siempre es amigo del puntero”
, denunció.

Un vez lograron que una radio local acompañe los reclamos indígenas. Entrevistó a los wichí y cubrió los cortes de ruta. Duró dos meses. La incendiaron una noche. “Al diario el Comercial (el más grande de Formosa) siempre le llamo, quedan en llamarme, pero nunca lo hacen”, señaló Santillán. Afirmó que tanto policías como gendarmes maltratan, persiguen y golpean a los indígenas. El insultó más común: “Indio de mierda”.

Era maestro bilingüe de la escuela especial 17 de Ingeniero Juárez. Luego de sumarse a un corte de ruta, lo echaron sin siquiera avisarle. Fue al cajero y no tenía dinero (cobraba 3000 pesos al mes). En la escuela nadie le dio una explicación. Hasta que un puntero del gildismo se acercó y le reprochó: “No te van a pagar porque vos andás con las comunidades que reclaman”.

En 2014 fue entrevistado por Canal 13, en horario central, denunciando las escuelas-rancho y la violación de derechos. El ataque posterior fue sistemático. La policía de Ingeniero Juárez comenzó a amenazarlo con cárcel y muerte. El intendente Cristino Vidal Mendoza se expidió públicamente en Facebook: “¿Para ser prócer hay que matar indios? Sí. Y sobre todo si se llama Agustín”.

El 24 de marzo de 2015, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, la policía de Formosa reprimió a las comunidades wichí de Ingeniero Juárez (Santillán estaba al frente del reclamo). Exigían agua, salud y educación, al costado de la ruta 81 (ni la estaban cortando, pero igual fueron reprimidos).

Ingeniero Juárez. Foto RQ

Con el cambio de gobierno nacional y la reelección de Gildo Insfrán (gobernador desde 1995), Santillán siguió con los reclamos. En 2016, formó parte de una manifestación por nombramientos irregulares de maestros indígenas (la Provincia había designado a familiares de funcionarios y punteros políticos). Ante la falta de respuesta, ocuparon de manera pacífica la delegación zonal. Santillán estuvo preso 15 días.

Afirmó que en Formosa se persigue a todos los dirigentes sociales que no están con el Gobierno. “Nos dicen ‘cabecillas’, pero sólo queremos que cumplan nuestros derechos. Nos persiguen y tenemos miedo que nos pase algo”, advirtió. Invitó a conocer la realidad provincial: “Periodistas de Buenos Aires y políticos dicen que en Formosa estamos bien. Cuando escuchamos eso, nos reímos y también no da tristeza. Sólo pueden decir eso quiénes no visitaron las comunidades. Por favor, si no me creen, vengan y lo verán ustedes”.

En marzo y abril pasado, Juárez padeció inundaciones. Las comunidades indígenas denunciaron la falta de ayuda estatal y los reclamos fueron en ascenso. En ese contexto, y con el ingrediente del alcohol, hubo grupos de jóvenes que robaron viviendas y saquearon un comercio.

En las redes de WhatsApp comenzaron a circular audios (muchos de punteros del gildismo) pidiendo la detención de Santillán, aunque él no participó de los incidentes. El 14 de abril, la policía detuvo a Santillán, lo golpeó y trasladó a Las Lomitas (a 160 kilómetros de su casa). “Agustín no estuvo en los disturbios. No son jóvenes que trabajan con él. Está todo armado. Lo apresaron porque no se calla ante los políticos”, lamentó su esposa, Gabriela Torres. Y alertó: “Lo persiguen por luchar. Lo quieren muerto”.

Daniel Cabrera, su abogado, fue directo: “Agustín cometió el pecado de mostrar y denunciar la realidad de Formosa, por eso está privado de su libertad. Y está todo armado como para que esté preso mucho tiempo. Quieren aleccionar a los que luchan”. El juez Marcelo López Picabea emitió orden de detención de 30 hombres y mujeres wichí, muchos de ellos cercanos a Santillán y otros sospechados de los incidentes de inicios de abril. También están presos los wichí Víctor Hugo Delgado y Roberto Frías.

La Organización Resistencia Qom, que acompaña la lucha de los pueblos originarios de Formosa, resumió: “Es una cacería de wichí”.

Instantáneas

Bar en la capital provincial. Todas las mesas ocupadas. Dos policías ingresan y vienen directo. Piden documento. Se lo damos. Miran. Se van. A los 20 minutos, otros policías. Misma escena. Conclusión: saben que venimos de la comunidad qom Potae Napocna Navogoh (La Primavera).

Hotel en Las Lomitas, centro provincial. Varios periodistas. Viaje organizado por la Red Agroforestal para visibilizar la situación provincial. Todo el día de recorrida, visitas a comunidades campesinas e indígenas. Al volver al hotel, una patrulla. Dos policías con el encargado del hotel. Piden el libro de ingresos. Quieren saber quiénes son los periodistas y de dónde vienen. Todo sin orden judicial. “Si no le muestro quién están, puedo tener problemas”, se excusa el trabajador.

La camioneta atraviesa toda la provincia, desde oeste (Ingeniero Juárez) hacia la capital provincial. En distintos momentos aparece una 4X4 plateada, sin patente. Recién nos deja de seguir cuando llegamos a la ciudad. El fin es tan cotidiano como obvio: amedrentar.

Casa de gobierno provincial. La fotógrafa se apresta a tomar imágenes. Insólito: policías se acercan, preguntar para qué es, de qué medio, piden documentos. ¿La libertad de prensa?

Barrio NamQom, en la puerta de ingreso a la capital de Formosa. Clase de apoyo escolar. Alumno de 8 años. La maestra intenta abordar la importancia de la naturaleza en la vida, como proveedora de lo cotidiano. “¿De dónde sale esta mesa?”, pregunta, mientras toca superficie de madera. El chico toma un instante y concluye seguro: “De Gildo”.

Es simple y triste. Todo lo que él tiene, y lo que le falta, tiene directa vinculación con Insfrán. En sus ocho años sólo hubo un gobernador. Y más, su padre, de veinte y pocos años, vivió toda su vida en el régimen de Insfrán. De “Gildo”, como se lo menciona en Formosa, depende todo: si te otorgan el plan social, si te atienden en el hospital, si tendrás vacante en la escuela, si el trabajo estatal será para vos o para un puntero. La respuesta del niño “la mesa viene de Gildo” es el resumen más contundente, y triste de la realidad feudal. Y, como enseñó el educador Paulo Freire, la mayor derrota es cuando el opresor ya está en la mente del oprimido. Y en Formosa eso es muy común.

Silencios

“Contradicción secundaria”, se excusó un militante nacional y popular cuando, en pleno kirchnerismo, se debatía sobre la Formosa feudal y la situación indígena.  “Tragar sapos”, sintetizó un famoso periodista y locutor. Incluso viajó a Formosa, relativizó el sufrir Qom, y realizó comentarios justificadores sobre el accionar de Insfrán.

Carta de Agustín Santillán desde la cárcel. Foto La retaguardia.

Hoy en día, el mismo periodista grita a los cuatro vientos el padecer mapuche en manos de Benetton y la Gendarmería Nacional. Fiel reflejo de todo un sector que hoy quiere ver lo que ayer negaba.  En la otra vereda, estrellas del Grupo Clarín daban espacio a Félix Díaz e incluso a Agustín Santillán estuvo en horario central de domingo en esa pantalla (allí también enunció el padecer provincial). Santillán está preso. Pero el Grupo Clarín ya no hace tapa con los indígenas de Formosa.

Cartas

Agustín Santillán escribió cuatro cartas desde la cárcel: “Hola amigos y compañeros. Quiero pedir ayuda para seguir difundiendo lo que el gobierno de Formosa me hizo. Me meten preso sólo por difundir y reclamar la verdad. Me meten preso porque quieren ocultar la pobreza, la falta de trabajo. Acá hay mucho racismo. Tengo miedo. No es seguro estar acá. Soy inocente y víctima de la sucia política de Gildo Insfrán”.

El 28 de abril escribió una segunda carta: “Sigo resistiendo desde acá. No estoy solo, yo sé que ustedes me dan fuerza y ánimo. Soy inocente, me arman causas, siempre el gobierno usa a los policías para hacer esos trabajos. El que está conmigo ya lo persiguen y le arman causas. Sólo pido un deseo: en mi cumpleaños, el 1 de mayo, ser libre. Fuerza hermanos”.

Al cumplir un mes en prisión, difundió otra carta: “En estos días he pasado por muchas cosas. Casi me meten una puñalada (…) Lo que he pasado para mi estos treinta días es un dolor. Primero me armaron causas y todo lo que pasa en Juárez me culpan porque siempre reclamo las cosas que hacen mal los políticos. Nunca estoy a favor de la violencia. No voy a bajar los brazos. Voy a seguir luchando contra la injusticia que pasa en el Pueblo Wichí. La lucha no se vende”.

Bandera wichí. Foto RQ


Dictadura

“Repudiamos la creciente criminalización que sufren las comunidades indígenas. Agustín Santillán se encuentra detenido por demandar sus derechos”, denuncia el escrito, firmado por Asociación de Abogados de Derecho Indígena (AADI), el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (Endepa), Red Agroforestal Chaco Argentina (Redaf), el Grupo de Acceso Jurídico de Acceso a la Tierra (Gajat), el Consejo Consultivo y Participativo de los Pueblos Indígenas, la Confederación Mapuche de Neuquén, la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita en Tucumán (Upndt), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH), entre otros.

El 4 de agosto, organismos de derechos humanos nucleados en el Encuentro Memoria, Verdad, y Justicia, visitaron en el penal de Formosa a Agustín Santillán. Nilda Eloy, de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, estaba conmovida: “Conocí seis centros clandestinos de detención. Lo que sufrió Agustín me llevó 40 años atrás, a la dictadura militar”.

Eloy, junto con Nora Cortiñas y Pablo Pimentel (APDH La Matanza) no dudaron: Santillán es un preso político, Formosa es un gobierno feudal y los pueblos indígenas sufren la violación sistemática de los derechos Humanos. Pimentel resumió: “A Agustín no lo pueden compran. Por eso lo encarcelan y golpean. Lo quieren aleccionar y corre riesgo su vida. Es propio de la dictadura lo que sucede en Formosa”.

 

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