PARA BIEN: LAS VUELTAS DEL DISCURSO

Por Oscar Steimberg

En este nota Oscar Steimberg plantea que ante el estallido de la miseria y el desempleo reaparecen las posibilidades de producción de un discurso político desplegado que dé cuenta de la urgencia del retorno al trabajo de formulación del proyecto y de los modos de llevarlo a cabo.

Opinión: a un mes ya del acto contra el 2×1 fallado por la Corte Suprema, se hace cada vez más visible su condición de momento de flexión, indicador de un volver a compartir preocupaciones y temas propios de otro momento de cambio del discurso político.

La sorprendente masividad de aquel acto había respondido a una convocatoria que no refería a ninguno de los gravísimos temas de la cotidianeidad y la supervivencia que se convocan (y seguirán convocándose) en las confrontaciones actuales entre gobierno y oposición. Los cientos de miles reunidos para la marcha y el acto volvían a agregar un tipo de tema más. No iban solamente detrás del logro de resultados que cercanamente pudiesen influir en el día a día; ni siquiera, que tuvieran efecto en la apertura o cierre de posibilidades de atención a esas generalidades de la vida y la muerte. El tema que volvía tenía que ver con opciones de justicia y gobierno que se apartan de toda inmediatez y de todo lo que suele entenderse como necesidades básicas. Y esto puede estar dando cuenta, otra vez, de un cambio en las maneras de muchos de ver la política en su conjunto.

Pudo pensarse, en un momento aún cercano, que una de las razones de los cambios de orientación de una parte del electorado en la última elección presidencial tuvo que ver con una cierta fatiga ante los reconocimientos de la complejidad exigidos por la política en general y reconocidos en los discursos políticos-gubernativos en los que esa complejidad se reconocía, valorándose por entonces la discusión de proyectos y fundamentaciones, la novedad del discurso y la polémica; esas instancias que se apartan necesariamente de la apelación constante a razones universales y sencillas en la fundamentación de cada decisión. En algún momento también puede pensarse que esas aperturas a la complejidad no pueden durar siempre. Que, como todos los temas que implican un procesamiento sociohistórico con un alto nivel de abstracción, requieren trabajos de lectura especiales y renovados.

Entre el conjunto de lo que se perdió en la última derrota estuvieron las que fueron prácticas constantes de creación y recuperación, en el discurso público, de un nuevo pensamiento político que se quería revolucionario, el del peronismo de la era kirchnerista. Por supuesto, caracterizado también por las contradicciones y carencias que marcaron un retroceso electoral indicativo también del agravamiento de contradicciones internas expresadas en ese fracaso: el del momento ganador de un retorno a la simplicidad de la promesa de una gestión exclusivamente atenta a la satisfacción de las necesidades básicas, a partir de una suerte de sinceramiento social que posibilitaría el retorno a una economía de mercado sin cambios sociales ni discursos que los definan o los fundamenten. Ni conceptos que definan los modos, los límites y los objetivos del ejercicio del poder.

Pero el discurso compartido de los que reconocen la necesidad del discurso político que dé cuenta, otra vez, de la urgencia del retorno al trabajo de formulación del proyecto y de los modos de llevarlo a cabo ante el estallido de la miseria y el desempleo parece estar recuperando sus posibilidades de producción y despliegue. Incluidas las de su articulación con los pedidos de vigencia de principios básicos de la organización social y de la justicia para todos, aun cuando se trate de leyes o principios cuya palabra no se presente atendiendo a las urgencias de la cotidianeidad.

En actos como el del 10 de mayo –o el del Ni una menos (ahí la urgencia es inmediata, pero el silencio general del poder es el mismo)- se muestra la palabra y la escucha de los que ahora están tratando de recuperar, otra vez, el saber oírse y decirse de los movimientos populares y nacionales de la Argentina cuando vuelven a plantearse la posibilidad de la confrontación y de la participación en la refundación del proyecto general.

Casi no sería necesario ser antimacrista para pensar que el macrismo, en estas cosas, pierde. La vuelta a la política parte también de la percepción de la antipolítica como expresión, corta y repetitiva, de las simplezas conservadoras de la sencillez.

Las proposiciones del “discurso kirchnerista” alcanzaron, como todavía se recuerda con cierto asombro, alturas como las de La patria es el otro. Como toda búsqueda discursiva, la que construye la palabra política puede finalmente exponer las búsquedas, las fundaciones, las formulaciones y las reformulaciones del pensar el territorio y la historia. Esa frase es una frase de borde, entre otros motivos porque en su momento fue una frase nueva. Comparte el momento no cerrado de su invención con el oyente al que se pide compartir su dicción. Y hay otras propuestas, como esas de la plaza, que pueden acompañarla desde el momento en que empiezan a construir su formulación en el emplazamiento del cartel, en la mostración del ropaje simbólico o en la coincidencia en la marcha con una consigna oída por primera vez. Formas, todas, de una democracia poética que existe a partir de la producción y la circulación de ese discurso político.

*Semiólogo y poeta – Profesor emérito de la Universidad Nacional de Buenos Aires

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