CARLOS HAIRABEDIAN: «CÓRDOBA ES CONSERVADORA Y RETRÓGADA»

Por Juan Cruz Taborda Varela

Ateo y anarquista, pasó por el menemismo, fue candidato a gobernador y llegó a la tapa de revistas nacionales: una golpiza de un consagrado periodista y una bomba de los represores lo proyectaron.

Defensor penal de guerrilleros y también de los peores delincuentes, dice que su único límite son los criminales de Lesa Humanidad. Carlos Hairabedian, el penalista más antiguo de Córdoba.

Un edificio que mira a las sierras, en Nueva Cordoba, es su refugio desde hace 20 años. Allí se resguarda Carlos Hairabedian, el abogado penalista activo de más extensa trayectoria en la provincia, el personaje mediático que no tuvo inconvenientes en rozar el ridículo, el militante que fue de la izquierda extrema al menemismo, de la defensa de la pareja de Santucho a Kammerath. El juez que, por su actuación, activó el gen golpista de la policía fascista de Córdoba: el Navarrazo. Inventor, en los medios de Córdoba, del periodismo judicial, hoy Hairabedian se reconoce anarquista y no duda: Córdoba, para el doctor, es una mierda.

A LA IZQUIERDA EN LA UNC

“Yo soy del pavimento”, dice Carlos Hairabedian cuando recorre las tres casas que habitó en su vida: la paterna / materna de barrio Pueyrredón por 30 años, la casa propia y explotada del Bulevar San Juan, las alturas de la Irigoyen, donde estamos ahora.

Hombre de cuna armenia, padre y madre fueron sobrevivientes del genocidio, llegados al país en 1923. “Ellos sobrevivían en Argentina. Mi madre era docente, preparada por los evangelistas alemanes. Murió a los 85 y vivió encerrada en su odio a los turcos. Había visto a su familia partir rumbo a la muerte. Vivió con ello, era muy cerrada, tuvieron una vida muy triste” dice el hijo que pese a haber hecho la escuela armenia hasta 6to grado, en paralelo a la primaria convencional, no recuerda nada de aquellas épocas.

Una paradoja. Porque el mayor baluarte de Hairabedian, queda en evidencia, es su memoria. Habilidad que pondrá en juego en sus estudios de Derecho y también en el periodismo deportivo, en donde no era Hairabedian, sino Carlos Garó, una deformación de su sobrenombre en armenio. En la UNC, además de estudiar, militaba en el FEN: Frente de Emancipación Nacional Universitaria: “Éramos muy fuertes en nuestras posiciones, pero minoritarios. Comenzó siendo de extrema izquierda y cuando yo ya me había ido, terminó siendo muy contestario, pero de derecha. Hay uno que militaba conmigo y vive acá en este edificio. Hoy es un conservador, de La Carlota, del viejo Partido Demócrata”.

Aquella militancia lo acercó a la CGT de Tosco, López y Garzón Maceda y a tener una clara simpatía por la Revolución Cubana. Un diario local, luego de una asamblea a favor de la gesta barbuda del Caribe, definió a Hairabedian, orador de aquella reunión, como un agitador castro trosco comunista. “Algo disparato, no se podía ser todo eso”, dice.

_ ¿Cómo ve hoy aquel tiempo suyo?

_ Reivindico la lucha de aquel entonces. Movilizábamos 10 mil tipos en las asambleas del Córdoba Sport. Yo era orador: muy agresivo, provocador. Me chiflaban.

_ ¿Por?

_ Porque reivindicamos al peronismo. Particularmente a Evita. Un día, como a las 3 de la mañana, en el Córdoba Sport, en una asamblea conducida por Ramón Mestre, Sappia y Ciaravino (Norberto, funcionario menemista y kirchnerista), me toca hablar y digo, en el ring: ‘Pido un minuto de silencio por la jefa espiritual de la Nación’. Me tiraron de todo, me insultaron, me escupían. Todos tenían traje, pero yo iba de campera.

La campera no era casual. No hay nada casual en la vida del doctor. La campera era símbolo: yo vengo de hogar pobre. Ustedes, todos de traje, no.

A LAS PIÑAS CON VICTOR

Apenas iniciaba sus estudios de Derecho, Hairabedian comenzó a trabajar en LV3 como periodista deportivo. Al año siguiente y hasta el ‘65, fue jefe del informativo de Radio Municipal. “Ahí incorporé a los dos Marchini, que venían de Huinca Renancó a estudiar”. En el ’64, Canal 10 lo convocó junto a Víctor Wayar y Víctor Brizuela para hacer un programa de deportes en la tele. Pero sólo se contabilizaron dos emisiones, “porque me agredió el clan Brizuela en el Pasaje Muñoz, donde estaban los SRT”.

_ ¿Qué pasó?

_Me agredieron por unos comentarios que yo había hecho. La verdad que inadecuados de mi parte, sobre la mujer de Brizuela. No al aire, pero sí en un lugar público. Y el tipo quedó con eso y tuvieron esa reacción cobarde. Trajeron un hermano de Brizuela que era suboficial de la Aeronáutica. Y me golpearon. Al día siguiente rendía Civil 5to. con Vaca Narvaja, el que fue ministro de Frondizi, un verdadero caballero.

Ese Vaca Narvaja no es otro que Miguel Hugo, militante radical, candidato a gobernador, asesinado por el terror y abuelo del actual juez. “Él había visto el programa la noche anterior y ahora me veía con el ojo encapotado. Y me dijo que no me iba a tomar. Pero después me puso un 8. Le conté que me iba a Buenos Aires en tren para hablar con la revista Así, de Héctor Ricardo García, el creador de Crónica, que tiraba 750 mil ejemplares con 3 números semanales”.

Y Hairabedian se fue, lo entrevistaron y le sacaron foto con cara magullada. Esa imagen fue tapa: A golpes tratan de silenciar a un periodista. Aún guarda el ejemplar.

Después llegaría el título de Abogado y su participación en el primer caso de Pena de Muerte durante el gobierno de Onganía contra los asesinos de Diana María Srur. “Les dieron prisión perpetua, pero nadie la cumplía. Las cárceles tenían más población que hoy. Había mucha más delincuencia, pero sin repercusión mediática”. Lo mediático: ese capítulo que lo acompañará siempre.

CRÍMENES y CÁRCELES

En 1966, Hairabedian inicia lo que lo marcaría para siempre: hablar de crímenes y delitos en los medios. Los casos penales será su primer programa, en LV2. “Eso me trajo una gran fama”, reconoce. Al tiempo comenzó a escribir en Los Principios, el diario de la Iglesia que empezaba a abrir su mirada: “Yo no era católico, soy verdaderamente ateo, pero para entonces ya no había problemas. Y ahí hago una página completa sobre casos penales”. Más tarde llegará Sentencia, por Canal 10 y un camino que se mantiene hasta hoy.

Pero en el medio estará la cárcel. Y no será para un defendido. El Cordobazo se inició a 20 metros de su casa, ahí donde asesinaron a Máximo Mena. Pero él vio todo desde su ventana, sin ninguna participación. Igual lo detuvieron: “Yo estaba en la misma lista que Ongaro y Lucio Garzón Maceda, éramos considerados todos tipos peligrosos. Ya era abogado con mucha fama”.

La liberación llegará pronto de la mano del genocida Albano Harguindeguy. El argumento fue simple para el represor: si trabaja en Los Principios, no puede ser peligroso.

Pero el Cordobazo no será sólo la primera cárcel de Hairabedián, sino que además marcará el inicio de una época: las guerrillas urbanas que luchaban contra años de dictaduras y proscripciones. El ERP apareció en escena asaltando una armería de la calle Rivadavia. Los 4 militantes cordobeses, todos jóvenes de familias tradicionales, cayeron presos. Y Hairabedián, por pedido de los familiares, se convirtió en el defensor. “Después, Santucho, por una vía que nunca descifré, me confió la defensa de su mujer, Ana María Villareal de Santucho, que estaba detenida en el Buen Pastor, de la que se fugó. Ella terminó asesinada en Trelew”.

_ ¿Su defensa era sólo legal?

_ No. Yo comprendía por qué hacían lo que hacían. Además yo me hice muy amigo de Marcos Osatinsky, iba mucho a visitarlo a la cárcel.

_ Dicen que era el cuadro más formado de la guerrilla.

_ Además un tipo único. Son como 70 los que le tiraron, aún no se establece quién lo mató. El principal es el ex esposo de la Navarro (Liliana, integrante de la Justicia Federal), Pedro Nolasco Bustos, ya condenado a prisión perpetua. Ya para entonces yo era enemigo de los milicos. Además yo era amigo de gente que no sabía que era integrante de la estructura de Montoneros, como Luis Prol: ese fue mi amigo. Y era de la conducción.

Hairabedian reconoce que con los movimientos insurgentes armados tenía un grado de identificación. Algo que se hizo concreto cuando Montoneros le pide a Ricardo Obregón Cano, recién asumido, que el abogado de apellido armenio integre el Tribunal Superior de Justicia. “No puede ser coronel, pero puede ser capitán” dijo el jefe máximo de la provincia y lo nombró Juez de instrucción.

_ Con el aval de Montoneros, Prol mediante, fui designado Juez.

_ Con esto, la independencia del poder judicial, antes y ahora, es una ficción.

_ Fue un periodo tan convulsionado, que tuve total independencia.

_ Está bien, pero el poder político decidía y decide quiénes.

_ Sí, decían que buscaban los mejores. Además yo era el abogado más resonante de la delincuencia común, no solo de militantes.

_ ¿Y eso no le generaba una connotación negativa en ciertos sectores de la sociedad?

_ Claro, me repudiaban. Los sectores sociales prominentes de Córdoba me despreciaban. Yo había defendido a los peores.

_ ¿Por ejemplo?

_ A un tipo que mató a una nenita en barrio San Martín. El “monstruo de Los Paraísos”. La violó y la nena fue a la iglesia de Bv. Los Granaderos, toda ensangrentada y cayó muerta ahí, en medio de la misa. Con ese símbolo nomás, yo era el peor.

_ ¿Por qué lo defendía?

_ Yo estaba consustanciado con la idea de que el tipo más negativo desde el punto de vista social, es siempre objeto de la venganza social y a su vez se le niegan los derechos. No es bregar por la impunidad, sino que tuviese justo juicio. El sistema se basa en el justo juicio y no en la venganza de clase. No hablo de si era el culpable o no. Deodoro Roca fue víctima por haber tomado la defensa en el caso de Martita Stutz. Por lo mismo asumí la defensa de la familia Saldaño: para que se lo juzgue por lo que hizo, y no por quién es y por su origen.

FUEGO ENEMIGO: EL NAVARRAZO

En enero de 1974, un grupo de Policías acribilla a cooperativistas de Armstrong. Un hombre, subido a un árbol, es el único testigo. Corre, al día siguiente, a hablar con el director de La Voz del Interior. “Y éste, que era alcohólico pero un valiente, puso todo a mi disposición. Interrogué al jefe del procedimiento, que decía que había sido un enfrentamiento. Al final, detuve a los 5 policías por el delito de homicidio”.

El acto de justicia realizado por Hairabedian fue, para la derecha golpista, el punto final: “Navarro planeaba una insubordinación por el desagrado que le causaba la investigación que Hairabedian llevaba contra los policías que habían acribillado a los cooperativistas de Armstrong”. Lo dijo en la Voz del Interior el que había sido segundo de Navarro.

_ Como Juez yo había quedado librado a mi suerte. El gobierno no tenía poder y los que me habían postulado no tenían hegemonía ni yo respondía a ellos. Nunca nadie vino a proponerme o sugerirme algo que no correspondiera. Lo tuve al periodista vinculado al ERP, Roberto Reyna, defendido por Jorge De la Rúa, y lo puse en libertad. Al Ejército y a la Policía les causó una indignación absoluta. De la Rua ya había sido presidente de Belgrano y de la Gremial de Abogados. Era esa mixtura curiosa de ciertos sectores de Córdoba.

Un mes después de aquel enero, llegará el golpe policial de Navarro. La infiltración marxista en el gobierno de Córdoba está encabezada, para la derecha peronista, por Obregón y Hairabedan. Y a los dos les ponen bombas en sus casas, que se destruyen. Hairabedian logra su segunda tapa en revista nacional: Gente pone en primera plana lo que antes fue un hogar. El Navarrazo, dice Hairabedian, se hizo “con la anuencia de ese tipo siniestro que era Perón”.

_ ¿Así le dice a Perón?

_ Sigo en eso a José Pablo Feinmman, que analiza cómo actuó y de quién se rodeó.

Seguirá como juez hasta el ’76. En el medio habrá persecuciones y amenazas. Con el golpe llegará, finalmente, una detención que durará 3 años: El Cabildo, La Perla, la Escuela de aviación militar y el simulacro de fusilamiento, Campo de la Rivera, la cárcel de San Martín con Jaime Pompas y el llanto de De la Sota. Mientras unos rezaban y otros jugaban ajedrez, él contaba películas. En el ’79 lo largan con libertad vigilada por un año y accede a su propio prontuario: todos botoneos de colegas abogados y jueces, de policías. “Decían que yo era montonero, pero yo no lo era”.

Ya en libertad comenzó a trabajar en el estudio de Oscar Roger, célebre peronista y penalista. Y después, dice sin que le pregunten, cuenta qué le pasó: “Me gana lo de Menem”.

CARLITOS PRESIDENTE, CARLITOS GOBERNADOR

_ ¿Cómo es eso de que lo gana Menem?

_Me lo presenta la señora de Alarcia. Y me conquista. Estaba rodeado por gente que era verdaderamente de izquierda. Carlos Torres, Gustavo Nievas (que tuvo mal final). Muchos sobrevivientes de la dictadura. Menem era un tipo convocante. Cuando lo conozco, daba una conferencia con Líber Seregni, el fundador del Frente Amplio uruguayo, acá en la Facultad de Ingeniería. ¡Fue una conferencia antiimperialista! ¡Era un revolucionario! Había estado 4 años en la cárcel. Había sido un gobernador atípico. Toda la estructura estaba en contra de él. Veía el fervor que provocaba en la gente común. Anti oligárquico. No era de izquierda, era nacionalista. Un tipo que tenía una gran calidez humana. No era demagogo. Después le descubro la fase especulativa, pero le dio una gran mano a muchos enemigos de él.

Hairabedian fue un ferviente militante de Federalismo y Liberación, el ala menemista en Córdoba. Desde ahí, Carlos Torres, que luego sería Fiscal Federal, escribía los discursos en nombre de Menem a favor del ayatolá Jomeini. “Y Menem me dijo que había que frenarlo a De la Sota”. Así llegará Hairabedian candidato a gobernador en 1987. Se presentó por pedido del riojano, con el fin de restarles votos a De la Sota, que perdió, por primera vez, frente a Angeloz. “Mi lista no tenía nada de revolucionario”.

_ ¿Por qué lo querían frenar a de la Sota?

_ Porque De la Sota lo había despreciado. Menem le había propuesto ser su candidato a vice en las internas que se venían en el ’88. Pero De la Sota decía que Menem era un payaso, que era islámico.

Apenas narrada aquella historia de la candidatura, Hairabedian dice, sin que le pregunte: “Es una cosa de la que estoy completamente arrepentido en mi vida, completamente arrepentido de eso. Me pareció bochornoso de mi parte. Pero para Menen fue como que yo hubiera cumplido una misión en Irak”.

Ya con Menem presidente, vendrán sus cargos como Secretario de Transporte primero –bajo la órbita de Dromi-, y en el Ministerio del Interior, debajo de José Luis Manzano. Y el ser testigo de una época marcada a fuego. “Alarcia le decía a Menem: no te olvides de llevarlo a Bercovich como embajador. Así le hablaba a Menem. A mi se me ocurre que puede haber habido algo entre ellos antes, me parece. Había mucha confianza. Ella le decía a Menem lo que Menem quería decir de su hermano Eduardo. ‘Ese hijo de puta, que se hace el catedrático’, le decía. Menem dejaba que le dijera de todo”.

Para Hairabedian, Menem nunca gobernó en plenitud. “Era una especie de monarca oriental. De día era el jefe de gobierno y de noche salía con sus amigos, Sofovich y todos esos”.

_ Es cierto entonces lo de la noche.

_ Siempre. Yo no, jamás. Pero me tenía confianza. Yo estaba con Dromi, el tipo más inteligente del gobierno, que Menem odiaba.

Alarcia intentará que su amigo Hairabedian sea el juez electoral de Córdoba. Él se negará. “No quiero ir en cana por vos, vos me vas a empezar a pedir cosas, vas a hacer negocios. Por favor, Leonor, no quiero saber nada, le dije. Ella me decía que íbamos a tener poder. No, le dije, el poder lo vas a tener vos usándome a mi”.

_ Usted presentó un recurso para la re re de Menem.

_ Sí, presenté un recurso.

_ ¿Lo reivindica a Menem? Porque luego lo defendió en la causa Río Tercero.

_ Como presidente, para nada. Yo lo defendí en la causa penal de Río Tercero porque no creo que hubiese tenido un diseño para la explosión. No creo.

_ ¿Cree que no fue intencional?

_ No sé, pero que Menem lo planificó, no. El contrabando es otra cosa. El pidió que yo lo defendiera, pero nuca hablé con él, mandó un secretario.

_ No lo reivindica como presidente, ¿sí como persona?

_ Sí. Como persona

_ ¿Menem es una buena persona?

_ Era una persona atípica, distinto a todos los políticos, sin odios. Pero ya en el ‘99 veo que era un caos. Nada de lo de Federalismo y liberación se había hecho, no lo cumplió. Ya era un hombre de derecha, un vendido al liberalismo.

_ Eso empieza el ‘91 con Cavallo.

_ Pero se va acentuando. La cuestión humana era una cosa, la cuestión política y su gobierno, era otra. A Menem persona lo reivindico, del otro tomé una distancia total. Y me alejé de la política, porque vi el alto grado de perversión, de la mentira, de la corrupción, de la falsedad.

REINCIDENTE

Pero a la política se vuelve, casi siempre. Y él volvió de la mano de quien era su amigo, Luis Juez. Integró un gobierno que, dice ahora, “fue un desastre. Yo formé parte de la gestión de Juez como intendente y me fui. Un desastre. Mal administrador, mal gobernante, bueno humanamente”.

_ Eran amigos.

_ Sí, en la Cámara de Diputados, cuando él era del cavallismo. Es un tipo honesto. Hoy no tengo relación, no soy amigo, pero no soy enemigo. No es corrupto, pero no tiene lealtades, es muy personalista.

Lo de los últimos años es más conocido. Su paso por la TV con Méndez y las defensas que en principio, contradicen sus principios.

_ ¿Nunca le dio resquemor quedar del lado de los malos? Menem, Kammerath, los fumigadores de barrio Ituzaingó.

_ Me inspiro en el abogado Jackes Vergés, abogado de la ultra izquierda y de criminales nazis. Dijo que el penalista no juzga, no condena y no absuelve. Controla. No tiene juicio de tipo moral, sólo de carácter jurídico y debe bregar por la legalidad. No debe ver en el que tiene en frente a un enemigo ideológico, aunque esté en las antípodas de lo que cree, siente, piensa y ha militado, sino que tiene un ser humano. La defensa penal no es justificación. Es defensa de la legalidad.

_ ¿Alguna vez se negó?
_ Vino un juez que va a ser juzgado por crímenes de Lesa Humanidad. Y dije que tengo un compromiso moral con los que vivieron, padecieron y sufrieron la cárcel, la persecución, el exilio, el destierro y la muerte durante la dictadura. El delito de Lesa Humanidad es un límite innegociable, no importa el grado de responsabilidad. Un acto terrorista no es un acto de Lesa Humanidad.

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RECUADRO

ANARCO EN LA CIUDAD DE LA MIERDA

_ Dijo hace poco que Córdoba es una mierda. ¿Por?

_ Es una mierda porque hay una confluencia política, sindical, clerical y empresarial desde el ‘83, y desde antes, en que los que se han ido sucediendo en el gobierno no tienen diferencias. Y han contribuido a un status quo que le impide a Córdoba ser la provincia que auguró la Reforma, el Cordobazo y todos los movimientos de rebelión y resistencia. Córdoba es conservadora y retrógrada. Hay un gobierno de hecho de un sector social, que está más allá de la voluntad popular, y eso es una mierda. Córdoba ha tenido un proceso de degradación.

_ ¿Y cómo se define usted?

_ Asignándole un escaso rol al Estado, digo que soy un anarquista. No creo en el rol opresivo del Estado, cada vez más grande, que anula al individuo. Es un Estado represor: en la calle, en la cárcel, incide en los medios. Eso hay que combatir.

_ ¿A quien votó en las últimas elecciones?

_ En blanco. Massa era más represión; Macri, la expresión del poder económico concentrado. Ninguna afinidad con Stolbizer. Y Scioli, una expresión genuina de la aventura política, jamás tuvo afinidad con el pueblo. La gente no votó: optó.

Fotos: Facundo Sarría

 

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