Asamblea Constituyente, una apuesta para la paz y la revolución

Se viven días agitados en Venezuela. La oposición ha apostado por un guión de golpe suave, compuesto por violencia y muertes en las calles. El chavismo, a pesar de la crisis de los últimos años, se ha movilizado en masa para defender la revolución. El llamado del Presidente Maduro a una Asamblea Constituyente en el 1° de Mayo ha sido una sorpresa para todo el mundo. Para entender en que consiste este proceso, los riesgos y oportunidades que trae, hemos hablado con Misión Verdad, una de las fuentes más fiables sobre Venezuela.

 

En qué contexto tiene lugar el llamado del gobierno bolivariano a una Asamblea Constituyente?

En un plano medio, se da luego de varias semanas de jornada de protestas opositoras, bajo el formato de golpe de estado de color (que no revolución de color en tanto acto “ciudadano”), luego de una controversia entre los poderes del estado. Esta fue una decisión del poder judicial, que se vio obligado a asumir algunas tareas y funciones del poder legislativo como consecuencia de la parálisis política. Entonces, las facciones anti-políticas de la llamada “oposición” lo aprovecharon como detonante para el comienzo de las jornadas que hasta el día de hoy, 11 de mayo, seguimos viviendo.

En un primer plano, el 1 de mayo, el día de los trabajadores, el presidente Nicolás Maduro decide convocar al Poder Constituyente Originario. Lo hace bajo plena facultad constitucional como poder ejecutivo (artículo 348), imponiendo y ampliando un nuevo escenario profundamente político. Lo hace en el marco de un clima de confrontación abierta, en el que se pretende desplazar la resolución política del conflicto. Mediante mecanismos irregulares de guerra híbrida, la oposición busca pasar a nuevos estadios de violencia que culminen o en el cambio de régimen o la guerra civil.

 

Como ha reaccionado la oposición en este momento?

En primer lugar de manera desorientada. La nueva disposición cambia las dimensiones del panorama, obliga a delimitar por el peso de las circunstancias el campo político, obliga a todo el mundo a tomar posición, y, de paso, deja en evidencia a los factores más en la ultra, puesto que ellos mismos exigían una constituyente varios años atrás.

Ahora se niegan incluso a las discusiones que ha convocado el gobierno. Quedan en evidencia dos cosas: Primero, que cualquier elemento formal de lo político no son más que instrumentos vanos y utilitarios para alcanzar “objetivos superiores”. Y segundo, que nunca ha sido ni fue de su interés solución alguna, sino la subordinación a los poderes del corretaje financiero global, el imperio.

Esto nos lleva, pensando en la primera pregunta, al plano general. Desde que el presidente Nicolás Maduro ganó las elecciones, ha sido constante su llamado al diálogo político para conjurar la confrontación y establecer vías para solucionar los problemas existentes, negociar lo que se pueda negociar. Ceder en lo que se necesite ceder, etc.

En esa dirección, la decisión de invocar al Poder Constituyente Originario (que es un proceso continuo, como siempre dijo el Comandante Chávez) es consecuencia directa de la voluntad de parálisis, confrontación y simulacro político de los poderes duros que controlan a la dirigencia opositora.

Luego de cuatro años de búsqueda de diálogo, que involucran hasta al mismo Vaticano, estos operadores se han cancelado a sí mismos como interlocutores políticos válidos. Obligando al Presidente a sostener el diálogo, ahora con los interlocutores más legítimos, válidos y necesarios para resolver la situación del país. Esto es una interpretación jurídica-constitucional absolutamente válida, y necesaria en este contexto. La mano sigue tendida a la oposición a incorporarse a esta vía para la renovación.

 

En caso de continuidad de su plan violento, cree que puede funcionar la estrategia del gobierno?

Es difícil pronosticar si funcionará o no, tratándose de un enfrentamiento entre elementos de poder local (el gobierno bolivariano y la base chavista) contra estructuras globales, líquidas, con su propia agenda, en la cual sus actores en el país no son más que vulgares intermediarios que incluso la política la están llevando a una lógica import/export.

Ahí, en parte, radica la audacia de la jugada, y sus peligros también. Pensando en clave gramsciana, “el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la razón”, estamos entrando en un escenario inédito, desconocido, y con mucha potencia. Por el otro, tenemos ese abanico de posibilidades de altísimo peligro en precedentes en otros lugares del globo como Siria, Ucrania y Libia. Puesto que son los mismos métodos que se han venido empleando ya desde finales de 2012

 

En ese contexto, el nuevo proceso constituyente podría significar darle una mayor profundidad a las conquistas sociales de la Revolución?

Sí, y desde cualquier punto de vista. Tanto jurídico formal como en los actos sobre el cuerpo político de la nación. La Asamblea Nacional Constituyente de 1999 y la Constitución que ahí se aprobó se encontraba limitada por las bases estructurales de la constitución de 1961, que no contemplaba ninguno de los instrumentos constitucionales y leyes orgánicas que en casi 20 años se han desprendido de la Constitución de la Quinta República.

Sobre esa base, es mucho lo que se podrá vislumbrar y hacer para consolidar una cantidad de elementos que ya merecen tener rango constitucional, tal como las misiones o la necesidad de que el presupuesto nacional sea fundamentalmente orientado hacia lo social (hoy se le dedica el 71%). Toda vez que también obligaría a sentar las bases sobre una interpretación de la política económica de acuerdo a esa visión que tendrá en los actores dialogantes a sus principales protagonistas.

 

Fuente: Investig’Action

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