NAVIDAD SIN PRESAS POLÍTICAS



Por Agustina Paz Frontera, María Florencia Alcaraz y Florencia Minici

La dirigente indígena Milagro Sala está presa en Jujuy desde hace más de 300 días. Cuando el gobernador de esa provincia conoció el reclamo urgente de las Naciones Unidas para que se le otorgue la libertad, el gobernador Gerardo Morales dijo que no iba a “soltar a esa mujer”, haciéndose cargo desde el Ejecutivo de que esa es una decisión que podría tomar y despreciando las reglas democráticas.
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La detención arbitraria de Sala fue de los primeros actos de este largo año de gobierno de la Alianza Cambiemos. Una comitiva del colectivo Ni Una Menos la visitó en el penal de Alto Comedero, el mismo lugar donde estuvo largos años detenida Romina Tejerina. Una navidad en libertad es la esperanza que transmitió Sala y que no es individual sino el reclamo de toda la comunidad democrática dentro y fuera de nuestras fronteras.


“¡Ningún dato, ellas son mis invitadas!”,
dice Milagro Sala en el ingreso del Pabellón 3 del penal de Alto Comedero, en Jujuy, ahí donde hace más de 300 días que está presa junto a otras cinco referentes de la organización social Tupac Amaru, aun cuando la comunidad internacional y las Naciones Unidas han reclamado por su liberación “de inmediato”. Cada día de encierro es un día más que el gobierno argentino incumple con sus compromisos internacionales. Cada día de encierro es un día más que estas seis mujeres organizadas no pueden marchar en las calles ni sumarse a asambleas junto con sus comunidades.

Las celadoras escuchan la voz de esta mujer fuerte y menuda y se repliegan. Vestida íntegramente de blanco, cuello mao y con el pelo negro trenzado, Sala carga en una mano una mesa y en la otra tres sillas. La flaca aparece sonriente, aunque la ansiedad se cuela en los gestos.

Para llegar hasta ahí hubo que atravesar requisas y controles realizados por mujeres. Que una de las guardias ante un paquete de pañales asegure que jamás perderá su libertad convirtiéndose en madre o que soliciten que la inscripción de la remera verde con la consigna “Aborto legal, seguro y gratuito” sea visible son muestras vivas de las complejidades de las mujeres. Minutos después Milagro relataría cómo el día anterior una de las celadoras “la deliraba”, la extorsionaba e impedía que ingrese la madre de una compañera, ante lo que ella y su compañera de toda la vida, Graciela López, amenazaron con dañar prácticamente lo único que tienen: su propio cuerpo.

Milagro Sala es el rostro visible pero con ella también está encerrada en el Penal de Alto Comedero su red de mujeres de confianza, su círculo afectivo y político: Patricia Cabana, Gladys Díaz, Mirta Aizama y Graciela López. En la Comisaría 49 permanece detenida Mirta Guerrero. La justicia patriarcal castiga, de modo excepcional, por fuera del Estado de derecho, a un entramado de sororidad. Castiga la fortaleza que se erige cuando las mujeres se organizan.

Milagro, ¿qué vas a hacer cuando te liberen?
No me pienso ir a la casa. Voy a salir de este penal y voy a volver a unirme a las luchas contra el ajuste, la miseria, los despidos. Somos presas políticas. No queremos presas políticas para Navidad. Acá hubo una alianza, un pacto para encarcelarnos. Hay un pacto de clase, un pacto machista.

¿Cómo es el trato acá adentro?
El 70% de la Tupac son mujeres. Eso es único, por eso también nos odian, no sólo por pobres y por nuestra piel. Acá dentro también tienen miedo a la mujer que se organiza. Por ejemplo, ahora no dejan que todas las visitas se junten. Piensan que estamos armando algo para el miércoles (se refiere a la audiencia que el 23 de noviembre Sala debe presenciar ante el Juzgado Contravencional jujeño que comandará el juicio oral contra ella y la organización que lidera por ejercer el derecho a la protesta. El proceso se desarrollará en el juzgado ubicado en Avenida Fascio 650, 1° piso y estará a cargo del juez Matías Ustarez Carrillo, designado en el cargo en forma directa por Gerardo Morales desde el 5 de enero. Su primera actuación fue abrir esta causa).

¿Cómo te sentís, tenés ayuda psicológica?

Me siento algunos días bien, otros mal. Hace cuatro meses que me sacaron la psicóloga. Cuando empecé a verla no le hablaba, hasta que me pidió que confiara en ella y me regaló un libro sobre las resistencias en los 90. Como ella es muy sincera, presentó un informe en el Juzgado que sugería que Milagro Sala debe seguir teniendo contacto con sus compañeros. La removieron y me mandaron dos psicólogos del Juzgado. Yo soy negra pero no pelotuda. Los rechacé.

¿Cómo recibís las noticias extramuros?
No quiero ni pensar. Pero quiero salir ya para pelear contra esta política que nos deja otra vez sin trabajo, con hambre. Yo quiero volver a estar en las calles. Nos destrozaron el barrio entero. Nunca nos imaginamos que este tipo (se refiere al presidente Mauricio Macri) iba a hacer tanto mal tan rápido. En la provincia había 20.000 cooperativistas, nosotros teníamos 5.000, con 900 delegados. Hoy en total de todos ellos deben estar trabajando no más de 1.000 personas. Lo bueno es que a diferencia de los años 90 ahora estamos organizados.

Muchas de las historias de las mujeres que se acercaron a la Tupac Amaru y que hoy visitan a Milagro en el penal son calcadas: la violencia machista en las casas, el pedido de ayuda en la organización, la salida del círculo de la violencia. Daiana, por ejemplo, logró separarse de una relación violenta gracias a la ayuda de los abogados que la Tupac ponía a disposición. Aprendió el oficio de obrera de la construcción y consiguió trabajo y un espacio donde criar a sus hijos, pudo así cortar una historia familiar de violencias que le iba a tocar como destino transmitido de generación en generación. En el camino de la reinvención de su vitalidad conoció a su actual pareja, otra miembra de la Tupac, también del sector de la construcción. Son compañeras en amplios sentidos. Es lo que en algunos espacios llaman empoderamiento o, preferimos, liberación de las potencias.

Milagro, ¿te considerás feminista?

No. Yo creo en la inclusión. En que el varón y la mujer tienen que ir a la par. O si una mujer anda con una mujer, tienen que ir a la par. Yo tengo esta chacana (muestra un anillo con la cruz andina originaria que simboliza la unión de los opuestos). Creo en ir a la par, no excluir.
No me interesa tanto el feminismo encerrado en las universidades, si no el que está en el pueblo, en las organizaciones, el que mueven las compañeras. Cuando somos nosotras juntas las que hacemos las cosas.

No te considerás feminista pero en los años de la formación y afianzamiento de la Tupac hubo mucho trabajo feminista.
 Yo era de las primeras en oponerse a que las mujeres trabajen. Fui la primera en pegar el grito cuando venían y decían que querían trabajar en la construcción. Pero llegaban mujeres muy necesitadas, que tenían situaciones que cortar, que necesitaban tener trabajo. Me costó mucho entender que las mujeres podían hacer los trabajos de los hombres, como trabajar en la construcción. En las asambleas se debatió mucho sobre esto. Ellas me ganaron la apuesta, la discusión, y tenían razón.

Matriarcado

Silvina Rodríguez es referente del espacio de Diversidad de la organización, un lugar clave para la comunidad jujeña de lesbianas, gays, bisexuales, travestis y trans. Silvina aprendió a colocar machimbre, a hacer el revoque. “La parte fina de la albañilería la hacemos nosotras, los terminados (señala el cielo raso), los bordes. Somos mucho más prolijas”.

Desde la Tupac Amaru comenzaron a apoyar la Marcha del Orgullo y con ese acompañamiento lograron convertirla en un evento multitudinario. Desplegaban carrozas, murgas, batucadas, grupos de baile y desfiles de “dragqueen”. Todas las carrozas se llevaban su trofeo y un premio económico. Silvina recuerda con una sonrisa esos desfiles, no sólo el trabajo dignifica, también la sexualidad libre. En los relatos de las mujeres tupaqueras aparece una palabra repetida: autoestima. La organización les devolvió la autoestima.

“Muchas mujeres venían con mucha necesidad”,
repite Milagro rodeada de muchas de sus compañeras que la vinieron a visitar. Circula un tereré que preparó su hijo, otra trajo un bizcochuelo. La ronda alrededor de la mesa se agranda a medida que pasa la tarde: una a una se van sumando a la visita que es reunión política, encuentro de amigas y, por momentos, entrevista. En la mesa de al lado está sentada su familia. Alguien dice: “es un matriarcado”.

¿Vos pensás que el ensañamiento tiene que ver con que sos mujer?
Tiene muchísimo que ver con mi condición de mujer. Soy una amenaza porque organizo a las mujeres. Esta es una sociedad muy machista, además de racista. Es increible todo lo que hacen para mantenerme presa. Esto es un pacto entre (Eduardo) Fellner y (Gerardo) Morales, causa donde pueden, me meten. Pero yo voy a salir.

Hay una demanda transversal por tu libertad.
Sí, en los Comité (se refiere a los Comité por la Libertad de Milagro) hay compañeros de izquierda y kirchneristas. El país está atravesando un momento crítico. Estamos cada vez peor. Los jóvenes nos van a ayudar a reconstruir la Argentina, es necesario dejar de lado las diferencias políticas. Esta gente (se refiere al poder político actual) viene y se va del país según si les gusta quien gobierna. Ahora dominan el país, volvieron para sacarnos la riqueza, para endeudarnos. Pero estamos fuertes, estamos organizados. Los jóvenes ahora discuten política, no es como en los 90, ahora sí podemos.

En tu caso hay un conflicto de intereses nacionales pero puntualmente también tiene que ver con la historia de la provincia…
El Gobierno está jugando a debilitarnos. Nos ofrecieron “la domiciliaria” pero nosotras dijimos que “la domiciliaria” la toman los cagones, con excepción de mi marido que está por un problema de salud. En la Fiscalía me dijeron “culpalo a Fellner para tener menos días de cárcel”. A Pachila (Patricia Cabana) le dijeron que lo culpe a (José) López. No podemos decir cuestiones que no son verdad. Además ellos construyeron acusaciones basándose en nuestros afectos, en nuestras amistades, intentando producir intrigas y quiebres entre nosotras.

Una encerrona similar cuenta Graciela López, detenida desde septiembre por presunta “defraudación a la administración pública” y amiga de toda la vida de Milagro Sala. Ella es parte de la Cooperativa de trabajo “El pibe villero”. “Me ofrecieron sacarme de acá en 24 horas si declaraba que la plata iba directo a la casa de Milagro”, dice. “Han querido desmembrar esto buscando las cabezas que se vendieran. Cuando la encierran a ella (se refiere a Milagro), con el ejemplo de las Madres de Plaza de Mayo hicimos las rondas por la Libertad de Milagro, todos los jueves. En septiembre me meten presa, no es casual que lo hagan después de decir públicamente que Gerardo Morales es lacayo de (Carlos Pedro, dueño del Ingenio Ledesma) Blaquier. Nos quieren asustar pero con las rejas no me van a meter miedo”. La organización Tupac Amaru llegó a ser el tercer empleador provincial, después del Estado jujeño y del ingenio Ledesma, es este triángulo otra clave para interpretar la detención de Milagro como de carácter arbitrario y político.

Milagro, ¿cómo ves la situación regional?
La derecha avanzó en Latinoamérica. Avanza contra Dilma
(Rousseff), ahora van contra Evo (Morales). Quieren quedarse pero no van a poder. Hay una joya que tenemos en América Latina: las organizaciones populares.

El tiempo de la visita se acaba. Milagro acompaña hasta la puerta y va hasta su celda que comparte con una mujer que tuvo un bebé encerrada. Vuelve con un oso de peluche al que le hizo una vincha con una frase: “Viva Perón”. Dice, en broma, que con Teddy está afiliando a otras presas. Graciela se acerca a despedirse y, también, sigue el chiste. “Chau Milagro”, le grita y amaga con irse. Primero las risas, después los abrazos y traspasar las rejas.

El derecho a la protesta es la herramienta del movimiento de mujeres para exigir y demandar aquello que se vulnera. Se manifestó de forma masiva en el primer Ni Una Menos, se repitió al año siguiente y se afianzó en el primer paro nacional de mujeres del último 19 de octubre. Con las presas políticas de la Tupac, se pretende disciplinarnos a todas. Se castiga la protesta, la organización, un pacto de varones de los partidos tradicionales, con anuencia del poder económico renueva su compromiso con el racismo, el clasismo, el machismo y la restauración conservadora. Las mujeres presas deben ser juzgadas por sus hechos delictivos, no encarceladas arbitrariamente cuando no presentan ningún riesgo a la seguridad pública.

* Agustina Paz Frontera, María Florencia Alcaraz y Florencia Minici
Integrantes del colectivo Ni Una Menos

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