EN LOS GUARANÍES LA PUBERTAD ES UNA DE LAS ETAPAS DE MAYOR VULNERABILIDAD



Por Patricia López Espínola

 La doctora en Antropología Social, Marylín Cebolla Badie, brindó una disertación en el aula del Programa de Postgrado en Antropología, sobre «El ritual de pubertad femenino mbya guaraní: Relaciones sociales y con la naturaleza», en el Ciclo 2016 de Perspectivas en Antropología y Etnografía (PAyE).

Joven mbya guarani
La charla además, contó la participación de la antropóloga social, profesora emérita, Ana María Gorosito, una de las que más sabe sobre los guaraníes que habitan en la tierra colorada y otras latitudes.

Algunos de los conceptos de la profesora ajunta de Antropología Social de la Facultad de Humanidades de la UNaM, hicieron hincapié en que «las monjas y las maestros no entienden la educación indígena. Creen que los guaraníes no tienen educación y por eso hay que ponerles la escuela. Ese es un discurso que escuchamos normalmente como si el niño que asiste a la escuela es una tabla rasa, donde hay que poner todo porque no tiene nada, ignorando los conocimientos increíbles que tiene el niño«.

Para la investigadora, eso ocurre -entre otras cosas- porque generalmente se ignora el idioma, y esa es cuestión que se debe aclarar: «la lengua mbya no es el guaraní paraguayo que nosotros estamos acostumbrados a escuchar», advirtió.

Un fuerte control del comportamiento

El trabajo de campo que realizó Cebolla Badie en Misiones, busca conocer y analizar el ritual de pubertad femenino entre los mbya y la relación con su cosmología de la etnia. «La pubertad parece ser una de las etapas más críticas y simbólicamente peligrosas del ciclo vital en los pueblos guaraníes. Su alma se encuentra en un estado de gran vulnerabilidad y puede ser presa de las alteraciones extrahumanas, es por eso que deben extremarse los cuidados que incluyen restricciones alimentarias y un fuerte control del comportamiento».

En los rituales de iniciación a la pubertad se reafirma la educación que reciben las niñas acerca de la conducta que deben seguir según el modelo femenino en la sociedad mbya. «Pero no se les enseña sólo cómo ser persona a partir de los cambios corporales y de estatus, sino también cómo mantener la condición humana en la interacción con los seres de la naturaleza».

Sostuvo que históricamente la cuestión de la menstruación estuvo ligada a la idea de “contaminación” y a lo simbólicamente peligroso. Y en las descripciones de los ritos de pasaje a la pubertad, se suele hacer hincapié en la reclusión a la que son sometidas las niñas para alejarlas de la vida social. Sin embargo, algunos autores sugieren que muchos de estos “tabúes menstruales” en vez de proteger a la sociedad de alguna forma universal de malignidad femenina, protegen la espiritualidad de la mujer menstruante de la influencia de “otros” tanto humanos como extra humanos».

Un espacio intermediario

Ante un público atento, mayoritariamente joven, la doctora Marilyn Cebolla Badie explicó las razones que la motivaron a dedicarse al tema de los rituales de iniciación, aunque también recopiló información sobre qué sucede con las mujeres y su relación con la sociedad en los momentos del período menstrual.

«Hay una serie de cuidados que ya se ven en el ritual de iniciación, que después la mujer debe seguir a lo largo de su vida, y que tiene que ver con estas cuestiones»,
dijo.

Remarcó que las jóvenes guaraníes deben permanecer aisladas -solo en contacto con su madre que la visita- durante el tiempo de su menstruación, separada del piso, porque son los agentes subterráneos los que están dispuestos a llevarse y transformar a seres humanos en seres de su propia naturaleza, cuando detectan por ejemplo a mujeres menstruantes. Entonces la colocan en un lugar intermediario.

«Es notable como usan el espacio intermediario los mbya guaraní, por ejemplo cuando hay una irrupción de alguna clase de orden, el social, el desorden producido en una persona por el comportamiento errático
-que perdió la razón diríamos nosotros- o simplemente porque está enfermo, tiene parásitos o gripe».

Explicó que en el caso de los varones también hay un montón de reglas. «Sucede que está implícita la idea y hay cuestiones que nos cuestan pensarlas, o a veces no las interpretamos correctamente. Es difícil, pero esa forma correcta de ser mujer o de ser varón tiene que ver con la protección, porque aquel que se desvía mucho de las normas suele ser preso de almas que rondan, esos espíritus».

Nombres y determinismos

Con respecto a como se imponen los nombres de los guaraníes, la investigadora señaló que no existe una sola ceremonia, y el ciclo anual puede tener varias interpretaciones, en una época determinada tenía que ver con las cosechas y los primeros frutos, y entonces primaba la imposición del nombre a los niños. «En realidad se puede pensar que según el nombre que se recibe se conoce de qué lugar vino el alma. Hay una idea de que el cosmos está dividido en distintas zonas y con distintos dioses, el alma puede provenir de algunas de esas zonas y tener ciertas inclinaciones según de donde provenga el alma. Lo ideal sería que un mbya explique estas cuestiones para que pueda transmitir correctamente», admitió.

Pero lo cierto -agregó- es que uno puede nacer perteneciendo a ciertas divinidades, y después eso depende de la vida que lleves. Las personas pueden tomar decisiones, seguir otros derroteros y no es algo predeterminado ni rígido.

Universo femenino bastante hermético

Acerca de la cuestión del género entre los mbya guaraní, la antropóloga sostuvo que en las comunidades, las mujeres son las más conservadoras, las que guardan más las tradiciones. La organización se dio así en el grupo étnico de los hombres, porque «pensemos que ellos fueron los primeros en contactar con los blancos, eran los que salían a trabajar, salir de la selva a trabajar en las chacras de los colonos, o en tirar los montes para los colonos, y las mujeres quedaban en las aldeas. Eran los hombres los que aprendían el español o el guaraní de Paraguay».

Recomendó estudiar en esas relaciones de género como «lo vemos desde nuestra cultura occidental y por qué la mujer no interactúa. Siempre tuvieron liderazgos masculinos porque es una cultura de tradición paterna, todo se transmite por línea paterna, el niño pertenece al linaje del padre. A ambos; pero muy fuertemente unidos a la familia del padre».

Destacó que entre los indígenas hay líderes religiosas, mujeres muy respetadas. «La mujer mayor tiene mucho prestigio, creo que es una cuestión también de como relacionarse con el blanco. Es una cuestión de confianza, y poder entrar en ese universo bastante cerrado. El universo femenino es bastante hermético y por eso justamente es interesante».

Entre los guaraníes hay elecciones amorosas

Sobre la conquista amorosa en las comunidades mbya, admitió que en general es el varón el que elige a las mujeres; «pero ellas pueden negarse si no quieren. Muchas veces son decisiones con la familia de la chica; pero eso se modificó con el tiempo. Por supuesto que prevalecen los sentimientos, porque muchas veces las parejas están un tiempo juntas, y después la mujer decide separarse, o tener otra pareja, hay elecciones amorosas; no es una obligación», afirmó.

La docente manifestó que hay mucho para investigar entre los guaraníes sobre la decisión o no de tener o no hijos. «Hay muchos sistemas de anticoncepción propios entre ellos, que son poco conocidos para los blancos, y que tienen que ver con plantas medicinales y con otras prácticas. Ellos aseguran que antes del contacto tan contínuo con los blancos, se parían menos hijos, y que a partir de ese contacto, se fueron perdiendo cosas, entre ellas la selva y por lo tanto hay menos posibilidades de obtener esas plantas, y también el contacto con el blanco les significó nuevas enfermedades que afectan a niños y adultos», remarcó.

Un tercer género

La antropóloga detalló que las comunidades mbya, son mucho más flexibles de lo fue antiguamente la sociedad blanca. «Nuestra sociedad es hombre o mujer y no hay una tercera opción; sin embrago acá aparentemente hay terceras opciones y se respetan, a las personas no heterosexuales no se las separa de la sociedad o se las desprecia. No es así y esto existe en muchas sociedades. Inclusive en ellos está la existencia de un tercer género que podríamos llamar homosexualidad o transgénero, esto existió siempre y en realidad es en la sociedad occidental y cristiana, donde se volvió tan rígido esa concepción de que las relaciones sean hombre-mujer sin hay otra posibilidad», subrayó Marylín Cebolla Badie.

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