POBREZA EN LA ARGENTINA, NADA DE QUE ALEGRARSE

En la cátedra de Salud Pública, el extinto Académico Veterinario Profesor Dr. Mayer, inculcó la importancia de la estadística y escribió todo un tratado. Es la ciencia que utilizando a la matemática como instrumento, valiéndose de cálculo de probabilidades reflexiona sobre las leyes de comportamiento de  los fenómenos sujetos al azar. En tal sentido es la cuantificación de los fenómenos.

La estadística está presente en muchos actos de nuestras vidas y que a menudo practicamos sin saberlo, por ejemplo, cuando efectuamos una distribución de nuestro salario y destinamos un cierto porcentaje para adquisición de ropas, comestibles, trasportes y otros rubros. Es una manera de aplicar cálculos estadísticos.

Hace 4000 años  los chinos efectuaban estadísticas contando los cultivos. Moisés, 1250 años antes de Cristo, efectuó un censo para conocer el número de hombres con capacidad para usar armas; y los romanos efectuaron el primer censo general. Se interpreta que un país carente de estadística permanece ciego de su realidad. Y la realidad es la única verdad, frase de Aristóteles acuñada míticamente por Perón.

Y en nuestro país, después de 32 años de la democracia reconquistada, el UNICEF revela una realidad que estaba en la nebulosa: el 30% de los chicos argentinos son pobres. (3 de cada 10), coincidente con los números que da la UCA (Universidad Católica Argentina, la universidad del Papa Francisco). La cifra estremece, pues son 4 millones de seres humanos entre recién nacidos y los 17 años de edad que sufren esta despiadada humillación. No es todo, un millón y medio de ellos no recibe la Asignación Universal. Y sus padres, el lumpen de los marginados sociales, se debaten entre el límite de conseguir trabajo o  delinquir.

Este real presente es una vergüenza en el país de las vacas y los cereales, que supo alguna vez ser considerado el granero del mundo. Y al revés de la trama, algunos se jactan de que producimos alimentos para abastecer a trescientos millones de habitantes. Entonces ¿Dónde está la distribución equitativa de los medios de producción, por lo menos en el rubro de alimentos?

Y los argentinos, en lugar de usar la inteligencia en cómo solucionar la maldición de esta maldita vergüenza crónica, entre nos, la grieta ideológica continúa en forma exasperante sin atisbo de menguar este problema denigrante, al menos discutir soluciones que la seriedad requiere. Al contrario, hay políticos, que sin importarles el sufrimiento de los otros, ya están pensando alegremente en las elecciones del año que viene y la del año 2019.

Así nos va, pues nadie asume yerros. No hay autocrítica, ningún mea culpa, ninguna tipo de catarsis responsable y todo sigue igual en nuestro mundo de inimputables, donde asistimos boquiabierto que eximios retóricos de la farsa se animan a exhibir el pensamiento soberbio de: “Hemos gobernado bien, o estamos gobernando bien”.

Debemos hacer acto de contrición y asumir que estamos mal, muy mal, pero aún así, se debe priorizar y solucionar urgentemente la alimentación de 4 millones de hermanos hambreados. En consecuencia, tener in mente la lucha constante para efectivizar en la práctica el eslogan del hambre cero y que no quede en la trivial retórica de siempre.

Dr. Rubén Emilio García.

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