por Mario Armando Barrera
Días pasados, una amiga y nuestra veterinaria, expresaba en las redes sociales su tristeza, puesto que había tenido una semana difícil, a pesar de todos los esfuerzos se habían muerto varios pacientes… La pregunta eterna… ¿como sobrellevar esto? ¿Hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance? ¿Lo hicimos bien?
Estudiamos para curar enfermedades, aprendemos tratamientos complejos y recibimos entrenamiento, para alcanzar el éxito… Nadie nos prepara para el fracaso terapéutico que significa la muerte del paciente…
Aún más, en muchas oportunidades, la capacidad profesional, “el buen o mal médico’’ se mide en esos términos… La vida o la muerte, representan el éxito o el fracaso…
Me gustaría transmitir mi opinión en relación a este concepto.
No siempre las enfermedades se curan, algunas remiten un tiempo, otras veces tienen una evolución tórpida (lo que significa que a veces está bien y otras veces empeora)… Algunas veces son muy agresivas, que requieren de internaciones prolongadas y tratamientos también agresivos… y otras tantas que a pesar de todo conducen inevitablemente a la muerte…
Es aquí donde se debe consolidar la relación médico paciente, la relación médico familiar, donde la confianza profesional debe ser el estandarte… El médico tiene la responsabilidad de reconocer sus limitaciones y si es necesario realizar la interconsulta con otro profesional y más aún plantearse la derivación oportuna.
Hasta aquí el lado científico de la situación… Pero también está el costado humano del médico, los propios sentimientos de dolor, angustia, tristeza…
El entrenamiento, permite asimilar el golpe, seguir adelante… pero también en algún momento, se quebró nuestro corazón, y más de una vez hemos soltado una lágrima en la absoluta soledad… otras acompañado por nuestra familia…
¿Como seguir adelante entonces?¿ Porque no abandonamos la práctica? … Es difícil intentar una respuesta cien por ciento… Algo que se acerca mucho me la ofreció mi maestro el Dr. Romilio Monzón… cuando nos enfrentamos al desafío que significa atender la enfermedad del paciente, intentando recuperar la salud del mismo, lo que nos permite seguir adelante, es saber que la batalla se puede ganar o perder, esa es la regla… lo que nos dará la paz interior, es que enfrentamos cada batalla con lo mejor de nosotros, con responsabilidad, compromiso y rigor científico. Hablar con la verdad médica, sin olvidar nuestras creencias religiosas…
Hace algo más de veinte años que soy médico, y seguir este camino, me ha dado más recompensas que decepciones… Aún con el peor de los resultados, como lo es la muerte de un niño, han tenido muchos padres la generosidad de agradecer lo hecho…
Dr. Mario Armando Barrera
Neurocirujano Infantil.
Especialista en Pediatría.
Post grado en Atención Primaria de la Salud.
