UNIDOS O TRAICIONADOS

Por Juan Manuel Erazo.

La interna del peronismo sufrió un pico de tensión. La escisión de 12 diputados que se abrieron del bloque del Frente Para la Victoria (FpV) y una tensa cumbre del Partido Justicialista en la sede de Matheu 130, conforman la postal de un justicialismo resentido por la derrota electoral de noviembre.
UNIDOS O TRAICIONADOS
“Los peronistas somos como los gatos, cuando parece que nos estamos peleando es que nos estamos reproduciendo”.
La famosa frase de Juan Domingo Perón esconde detrás de su gracia un llamado a la disciplina, un llamado a la doctrina. Porque ningún justicialista debe olvidar que “para un peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro peronista” y que “la política no es un fin, sino el medio para el bien de la patria”.

Ahora bien, la única verdad es la realidad, y esta demuestra que hay tensiones, diferentes balances y pases de factura. La división del bloque FpV en diputados va a tener consecuencias concretas en términos legislativos, básicamente la debilidad de una oposición a la alianza Cambiemos y sus subordinados. Por ejemplo, el nuevo bloque le garantizaría al gobierno de Mauricio Macri el quórum y los votos para modificar la “Ley Cerrojo” y así acordar el pago a los fondos buitre. Aquí hay solo reproducción de la dependencia, pero no de peronistas. La máxima del General no se estaría cumpliendo.

La disputa por la conducción del PJ no es solo la disputa por el aparato partidiario (estancado en términos de formación de cuadros y actualización doctrinaria, reducido a una mera herramienta electoral), es centralmente la oportunidad de imponerse en un debate que vaga entre ser la oposición responsable que dialoga con el macrismo, o ser la oposición que plantea resistir la avanzada liberal a la derecha y volver triunfante en el 2019 (su dirigencia, militancia, periferia y la historia demostrara el grado de radicalidad de esta tarea).

Los de afuera también juegan

El debate al interior del peronismo es variopinto, en criollo, es una bolsa de gatos. Hay peronistas no kirchneristas, kirchneristas no peronistas, peronistas kirchneristas. Lo importante es tratar de dilucidar el debate que parecería tener tres aristas centrales ¿Qué balance se hace de la “década ganada”? ¿Qué rol y jerarquía tendrá el kirchnerismo (y Cristina) en un justicialismo sin gobierno? ¿Qué actitud tomara este ante la gestión de Cambiemos?

En estos debates juegan más que las fuerzas contenidas al interior del justicialismo. Si bien el jefe de Gabinete, Marcos Peña, negó que el Gobierno haya influido en la fisura que sufrió la bancada del kirchnerismo, se evidenciaron finas maniobras desarrolladas con gobernadores como el salteño Juan Manuel Urtubey, y ofertas directas del titular de la Cámara baja, Emilio Monzó (PRO), de reservarles a los rupturistas mejores espacios de los que hubieran ocupado en el FpV. Teléfonos directos, reuniones secretas, negociaciones.

El sindicalismo también juega sus cartas. Fue central el papel del taxista Omar Viviani y del mecánico Ricardo Pignanelli en la promoción de la ruptura del bloque de diputados. Mientras de daba la ruptura, Mauricio Macri citaba en secreto a Hugo Moyano para exponerle el plan del Gobierno con aumentos salariales por debajo del 30% a cambio de la reformulación integral del Impuesto a las Ganancias, la suba y universalización de las asignaciones familiares, y la distribución de un fondo multimillonario para las obras sociales sindicales, es decir, beneficios que en mano de los “gordos” pueden implicar mejoras para muy pocos. En el mundo de la política, el azar y la casualidad son casi inexistentes.

¿Cuanto podrá gobernar el PRO sin generar una mínima mejora para las amplias mayorías?
¿Como garantizar gobernabilidad? Cuando Macri dijo en Davos que Massa “pinta mejor” para conducir el peronismo, más allá de la propuesta concreta (que siempre puede reverse), estaba enviando un claro mensaje: se buscan peronistas para garantizar gobernabilidad, kirchneristas abstenerse.

Con pinzas

Hay organizaciones de izquierda dentro del kirchnerismo que pueden llegar a forzar algunos planos de la realidad. Podrían pensar que estas disputas, peleas y/o tensiones, son parte de una ruptura del peronismo tensado por las contradicciones inherentes de la lucha de clases (como ha sucedido en los ’60 y ’70). Dándoles un poco de crédito, sería correcto creer que no van a caer en lecturas tan apresuradas.

“Uno vive esta situación del peronismo con un dramatismo y en definitiva va a ser un renglón, si es que llena un renglón, en la historia de un movimiento tan rico como es el peronista”, “Diego Bossio no era un genio cuando estaba al lado de Cristina ni es un traidor hoy”, “poner paños fríos y buscar la forma de reincorporar a los compañeros que se fueron”
. Estas palabras no pertenecen a ningún pejotista tradicional, son palabras del diputado bonaerense Fernando “Chino” Navarro, dirigente nacional del Movimiento Evita, quien lejos de plantear una ruptura con el PJ para conformar un bloque histórico transformador, plantea una reconciliación que garantice una vuelta segura.

La mayor parte de las fuerzas provenientes de lo que fue “Unidos y Organizados” plantean hoy la afiliación al PJ con el fin de condicionar al peronismo tradicional y garantizar una negociación pareja.
Dentro de esta estrategia hay disputas internas entre aquellos provenientes de las organizaciones sociales (piqueteras en su mayoría) nacidas alrededor del 2001, y las agrupaciones juveniles nacidas en la hegemonía kirchnerista, entre militancia comprometida y dirigentes de escritorio. Estas tensiones al interior del kichnerismo merecen un análisis aparte ya que parten de diferentes puntos: composición de clase de las organizaciones, tradiciones políticas y alguna que otra disputa personal.

Ahora bien, no forzar la realidad tampoco implica negarla. Pocas fuerzas del campo popular (centralmente de la izquierda) reconocen que en la interna del peronismo y las tensiones del kirchnerismo hay posibilidades de tensar balances, de introducir debates, de abrir canales de diálogo. Esto implica, quizá, saldar también algunos debates al interior de un campo popular fragmentado y casi sin articulaciones, debates no sobre los demás espacios políticos, sino sobre las falencias internas que llevaron a nunca plantear una fuerza alternativa y emancipadora.

¿Se están peleando? ¿Se están reproduciendo? “Sangra tanto el corazón del que pide, que hay que correr y dar, sin esperar”, Evita sabía que hay urgencias más importantes que la “rosca” política. Esa mujer, artista, provinciana y pobre, máxima expresión de lo bello que puede ser una excluida ocupando funciones de poder, sabía bien que hay cosas que urgen. Hoy hay derecha territorializada, bronca desorganizada, discusiones políticas sin conducción, identidades políticas en disputa en los sectores populares, ganas de hacer algo, mucho por perder. En este momento, el que no se mueve la liga.

 

Enlace permanente a este artículo: http://ellibertadorenlinea.com.ar/2016/02/06/unidos-o-traicionados/