INUNDEMOS LAS VILLAS DE ARTE Y CULTURA


Por Roberto Samar

Uno de los candidatos presidenciales publicó un video donde habla de utilizar las Fuerzas Armadas en los barrios humildes, que «es el lugar donde los narcos infectan a los más jóvenes».

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Desde algunos discursos se instala esta linealidad: se asocia el peligro a las personas en situación de pobreza. Luego, para enfrentar ese miedo se pide un aumento de los niveles de violencia. En este marco se inscriben las propuestas de que intervengan las Fuerzas Armadas en los barrios más vulnerados. Es decir, en lugar de ampliar derechos, se propone aumentar la violencia estatal.

Según el informe de Buenas Prácticas en la Comunicación Pública del Instituto Nacional Contra la Discriminación (Inadi), «el caso prototípico de la estigmatización de la pobreza es el que la asocia a la delincuencia. El prejuicio más común, utilizado de manera recurrente por los medios de comunicación, es que las personas en situación de pobreza salen a robar desde asentamientos, villas o barrios populares y que esto se vincula directamente con los crímenes y homicidios, la idea de ‘inseguridad'».

Por otro lado, cabe aclarar que, como sostiene el sociólogo y especialista en seguridad Marcelo Sain, las Fuerzas Armadas no están preparadas funcional ni organizativamente para trabajar como auxiliares de la Justicia. «Las Fuerzas Armadas están preparadas organizativa y funcionalmente para enfrentar otros tipos de conflictos, esto es, aquellos derivados o producidos por las fuerzas armadas regulares de un Estado a través de la invasión, el bombardeo o ataque al territorio o parte del territorio nacional o el ataque contra nuestras propias fuerzas terrestres, navales o aéreas regulares».

Sin embargo, si lo que nos preocupa es el narcotráfico, recordemos que –como fue de público conocimiento– en Nordelta está la casa del presunto narco Jesús Yepez Gaviria. Yepez y uno de sus socios, John Grajales, fueron detenidos a partir de 29 allanamientos realizados en ese country en octubre. El empresario Walter Mosca, investigado por lavado de dinero y con supuestas vinculaciones con narcotraficantes, también habita en Nordelta.

En ese sentido, deberíamos diferenciar entre lo que nos da miedo y los sectores poderosos que generan los problemas estructurales.

Como conclusión, construyamos imaginarios sociales inclusivos donde no se estigmatice a los grupos más vulnerados de la sociedad. Soñemos un país con pleno ejercicio de derechos. Como sostiene el poeta Camilo Blajaquis, «inundemos las villas de arte y cultura».

(*)  Roberto Samar
Licenciado en Comunicación Social UNLZ. Docente de Comunicación Social y Seguridad Ciudadana, UNRN

 

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