EVA PERÓN Y EL VOTO FEMENINO

Por Maximiliano Pedranzini

“El voto femenino, será el arma que hará de nuestros hogares, el recaudo supremo e inviolable de una conducta pública. El voto femenino, será la primera apelación y la última. No es sólo necesario elegir, sino también determinar el alcance de esa elección. En los hogares argentinos de mañana, la mujer con su agudo sentido intuitivo, estará velando por su país, al velar por su familia”. Eva Perón, Mensaje a la mujer argentina, 27 de enero de 1947.


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Si ha existido en nuestro país y en el resto del continente un emblema por la lucha y reivindicación de los derechos sociales, ese ha sido la figura de Eva Perón. Quien encabezando una de las reivindicaciones civiles y políticas fundamentales en la historia de nuestra larga y frágil democracia, logró cristalizar años de luchas incansables por la el derecho a la representación política, pieza esencial para construir una sociedad más justa y democrática. Por otro lado, la incorporación de la mujer en la escena política, aspecto que no estaba contemplado en la vieja ley Sáez Peña de 1912. Esto constituía el establecimiento de una democracia más plena, donde la representatividad política atravesaba todos los géneros y no quedaba reducida únicamente a los varones que había hegemonizado, tanto la vida política como la vida cultural de occidente. La Argentina y América latina no eran la excepción. Nuestro país forma parte un proceso arduo y complejo de luchas y reivindicaciones para incluir a las mujeres a la política y construir un concepto de ciudadanía plena que se sinteticen todas las garantías políticas. Eva Perón alcanzó el anhelo más importante, no sólo para las mujeres argentinas, sino para todo el pueblo: la construcción de una ciudadanía absoluta, donde el derecho y la igualdad de las mujeres alcanzaban legitimidad, tanto política como jurídica. Esto se vio reflejado en la ley 13.010 de Sufragio femenino, aprobada el 23 de septiembre de 1947 que se convirtió en la piedra angular por los derechos de las mujeres a la representación política. El peronismo fue el vehículo que sirvió para lograr este objetivo. Las condiciones sociopolíticas eran propicias para edificar lo que sería la arquitectura femenina en el ámbito público y la arena del Estado. El peronismo desde su eclosión el 17 de octubre de 1945, había logrado integrar a sectores que por mucho tiempo estuvieron postergados, excluidos de la vida pública y del mundo del trabajo. Y entre ellas se encontraban las mujeres, impedidas por el simple hecho de ser mujeres. La situación de la mujer logró cambiar gracias a la aprobación de la ley de Sufragio femenino, que consistió fundamentalmente en otorgarles los mismos derechos políticos y deberes cívicos que estaban condensados en la reforma de 1912, trascendental para terminar con el fraude patriótico y darle participación a grandes masas populares, pero sólo garantizaba el voto masculino. La ley de Sufragio femenino tomó el espíritu de la ley de 1912, donde establecía el voto obligatorio a partir de los 18 años de edad y el derecho a ser candidatas electivas. Esto le otorgaba marco jurídico y legitimidad a la mujer como ciudadana con derechos plenos y sería la pieza de rompecabezas faltante en nuestra sociedad política. Pero además le sirvió a Eva Perón como base para constituir el Partido Peronista Femenino, que incorporaría masivamente a las mujeres al ámbito de la política y que serviría como un instrumento esencial para reclutar a las nuevas masas femeninas en el arco político propuesto por el peronismo.

Pero esta ley significó un avance trascendental, no sólo para el peronismo sino para la historia de nuestro país: La cristalización de los derechos plenos de la mujer y su participación en la escena política nacional; la reestructuración de la política en términos de género y de incrementos de nuevas masas electorales ausentes en el mapa de la política; la generación de una nueva cultura política en nuestro país que finalmente se podía jactar de instituir patrones de igualdad en la vida pública y modificar las reglas de juego de la vieja república conservadora y la democracia fraudulenta. Para el peronismo representaría la acción más clara y concreta de la integración efectiva de la mujer a la política y tendría a Eva Perón como propulsora de este proceso y que fortalecería en esa coyuntura al peronismo en términos electorales como de nuevas masas que se incorporaban a las filas peronistas. A pesar de que el liderazgo de Evita ya existía de forma prematura y se encontraba en franco ascenso, llevar este proyecto reforzaría este liderazgo, sobre todo como conductora indiscutida de las masas femeninas que bregaban por ser incluidas en el mapa político nacional. Eva Perón lograría algo que ninguna otra había conseguido en luchas anteriores y que los frutos de esta lucha fueron muy significativos para el peronismo en su momento, pero que quedarían grabados en el corazón de todo el pueblo argentino. En este sentido, Eva Perón en su Mensaje a la mujer argentina pronunciado el 27 de enero de 1947 dice de manera contundente: “Yo considero, amigas mías, que ha llegado quizá el momento de unirnos en esta faz distinta de nuestra actividad cotidiana. Me lo indica, diariamente, la inquietud de vuestros pensamientos y la ansiedad que noto cada vez que cruzamos dos palabras. La Mujer argentina ha llegado a la madurez de sus sentimientos y sus voluntades. La mujer argentina, debe ser escuchada, porque la mujer argentina supo ser aceptada en la acción. Se está en deuda con ella. Es forzoso restablecer, pues, esa igualdad en los deberes. La mujer que recorrió a pie largas distancias, para afirmar junto al hombre, una voluntad: la ‘descamisada’ que convirtió cada hogar en un baluarte de exaltación revolucionaria; el corazón que sustento, sin desmayo ni retroceso, el triunfo del pueblo el 24 de febrero, no podrá ser olvidado por los hombres que salieron ungidos sus representantes, en aquella histórica contienda cívica. Esos hombres no olvidaron a la mujer. Esos legisladores del pueblo, recordarán a la entraña de ese pueblo: la mujer argentina, llegada a su madurez social y política. El voto femenino, será el arma que hará de nuestros hogares, el recaudo supremo e inviolable de una conducta pública. El voto femenino, será la primera apelación y la última. No es sólo necesario elegir, sino también determinar el alcance de esa elección. En los hogares argentinos de mañana, la mujer con su agudo sentido intuitivo, estará velando por su país, al velar por su familia. Su voto será el escudo de su fe. Su voto será el testimonio vivo de su esperanza en un futuro mejor. Los legisladores saben eso, compañeras. Es premioso recordarles que no lo olviden. Esa es una de las formas de nuestra lucha cotidiana, amigas, ahora que nos hemos conocido mejor y estamos unidas por todo el país, en un bloque solidario.” Y continua con sus notable palabras: “La mujer del presidente de la República, que os habla, no es -en este sentido- más que una argentina más, la compañera Evita, que está luchando por la reivindicación de millones de mujeres, injustamente pospuestas, en aquello de mayor valor en toda conciencia: la voluntad de elegir, la voluntad de vigilar, desde el sagrado recinto del hogar, la marcha maravillosa de su propio país. Esta debe ser nuestra meta” (Eva Perón, Mensaje a la mujer argentina, 27 de enero de 1947).

Un legado que perdurará como símbolo de igualdad y de ciudadanía plena. Indefectiblemente el contexto histórico favoreció a la sanción de esta ley, pero ¿cuál fue el contexto más propicio para alcanzar esta reivindicación fundamental para nuestra democracia política? Asimismo, antes de la ley de 1947, se habían tratado otros proyectos de ley en el Congreso de la Nación, pero sin mucho éxito. Cientos y cientos de proyectos fueron presentados durante tres décadas y media para su discusión, pero ninguno tuvo consideración del recinto, quizás por clara pronunciación conservadora y oligárquica. La encargada de llevar este nuevo proceso para las mujeres fue Eva Perón, que inició a partir del `47 una incansable campaña a favor del derecho de la mujer y su vinculación en la esfera pública. Esto había alcanzado un amplio consenso en todo el arco político y la población en general. No tuvo mayores inconvenientes en ser sancionada por el parlamento. Sería ella la protagonista crucial de llevar adelante este nuevo proceso que sintetizaría años de luchas anteriores que se fueron desvaneciendo con el tiempo. Eva Perón lograría tomar estas viejas banderas de lucha que aún quedaban vigentes y volverlas propias con el apoyo del peronismo y del pueblo trabajador. Lo que la convertiría en un mito con luz propia: la luz de la lucha por el voto femenino.

La ley de Sufragio femenino significó en términos históricos, la lucha por la ciudadanía femenina que asentó sus raíces en este presente agitado y convulsionado por seguir profundizando nuestra democracia, susceptible a cualquier movimiento adverso que fracture sus cimientos. La tarea de Eva Perón se ha convertido en pilar indiscutido por las reivindicaciones civiles, no sólo de las mujeres sino de todos los sectores postergados, silenciados y olvidados de nuestra sociedad. La albacea de un proyecto que la colocaría en la cumbre de la historia argentina como la responsable de incorporar a la política y al Estado a la mujer y su consolidación como líder, no sólo de las mujeres, sino de todo el pueblo como sujeto de transformación social. Fue el faro que ilumina el camino de la lucha por los derechos sociales en nuestro país.

* Maximiliano PedranziniEnsayista. Integrante del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales “Felipe Varela”

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